Carlos García Gual
Carlos García Gual
Carlos García Gual es escritor, helenista, crítico y traductor. Catedrático emérito de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid. Anteriormente fue catedrático de las universidades de Granada, de Barcelona y de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Desde 1977, es fundador y asesor de la serie griega de la Biblioteca Clásica de Gredos donde ha estado al cuidado de unos doscientos cincuenta volúmenes. Fue presidente de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada (1990-96). Es miembro correspondiente de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona.
Colabora habitualmente con artículos de literatura, crítica literaria y reseñas en revistas especializadas y en medios de prensa (El País, Revista de Occidente, Claves de razón práctica, etc.). Fue editor de la Revista Historia de National Geographic (2004-2010) de la que actualmente es asesor.
Ha dado múltiples conferencias y cursos en universidades españolas y extranjeras sobre temas de lingüística, filología clásica, teoría de la traducción, historia de la filosofía, ciencia y literatura griegas, literatura comparada y mitología.
Como ensayista, destacan entre sus obras Los orígenes de la novela (1972); Primeras novelas europeas (1974); Epicuro (1981); Historia del rey Arturo (1983), La secta del perro (1987), Diccionario de mitos (1997), Sobre el descrédito de la literatura y otros avisos humanistas (1999), Apología de la novela histórica (2002); Encuentros heroicos. Seis escenas griegas (2009); Sirenas. Seducciones y metamorfosis (2014), La muerte de los héroes (2016), La luz de los lejanos faros (2017) o Grecia para todos (2019). Además, varios diálogos de Platón, una antología de los poetas lírico, varios tratados hipocráticos y algunas tragedias de Eurípides.
Entre sus traducciones de textos clásicos griegos, hay que mencionar las de La política de Aristóteles con (1981), El viaje de los argonautas de Apolonio de Rodas (1983), la Odisea de Homero (2005) o Vidas de filósofos ilustres de Diógenes Laercio (2008).
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MH. Acaba de publicar su libro Grecia para todos. ¿Cree que el gran público todavía tiene interés por la Hélade o se ha convertido en un territorio reservado a unos pocos aficionados?
R. Creo que todavía es un mundo interesante para muchos, como parte imprescindible de la cultura general y su raíz histórica. La Grecia antigua está en la base de nuestra civilización, y no se puede presumir de conocer la historia de Europa sin saber qué aportaron los griegos.
MH. Hace poco reeditó su Diccionario de mitos, en el que incluye tanto a los héroes clásicos como a otros mitos más recientes. ¿Qué nos dicen estos “personajes” del ser humano?
R. Los mitos, entendidos como los memorables relatos de la fantasía antigua tratan a su manera de aspectos esenciales de la vida y del destino humano: de los dioses y los héroes, de las pasiones fundamentales, y ofrecen imágenes de extrema belleza. Mucho ha evolucionado la humanidad tras el paso de muchos siglos, pero esas historias fabulosas conservan sus encantos.
MH. Podría pensarse que hay un cierto interés por la Historia Antigua, dadas las numerosas obras que se editan o incluso películas que se producen. ¿Ese interés se ha trasladado al mundo universitario? ¿Sigue habiendo alumnos que se matriculan en Filología clásica?
R. Sigue habiendo algunos alumnos en las Facultades de Letras, y éstos tienen un evidente interés por esos estudios. Pero son menos que en otros tiempos, porque los planes de la educación oficial han puesto muy difícil el acceso a las Humanidades, y de modo especial a los Estudios Clásicos.
MH. Los recientes éxitos editoriales de Nuccio Ordione y Andrea Marcolongo, ambos reivindicando las humanidades, ¿son solo un episodio efímero o de verdad renace el interés de la sociedad por las humanidades?
R. Son una muestra de cómo con buen estilo y agudeza puede subrayarse el atractivo vivaz de esos estudios. Sobre todo los libros de Nuccio Ordine son admirables al respecto.
MH. De vivir hoy, ¿a qué género literario se dedicaría Homero?
R. Probablemente sería un gran novelista, tal vez con ciertos tonos poéticos, como Thomas Mann o Tolstoi.
MH. ¿Sigue siendo posible aprender algo de los filósofos clásicos? ¿Estamos abocados a revisarlos una y otra vez?
R. Sí, desde luego. La tradición auténtica implica relecturas y reinterpretaciones vivaces.
MH. La tragedia como género es una creación eminentemente griega, que Occidente ha ido adaptando con los años: los dramas de Séneca, el teatro clásico del XVI en Francia, el romanticismo alemán… ¿Identifica alguna corriente artística actual que siga bebiendo directamente del ethos de la tragedia griega?
R. No puedo mencionar una corriente definida, pero hay muchas nuevas recreaciones escénicas de temas trágicos. Tal vez menos que a mediados del siglo pasado (época de Anouilh, Giraudoux, Sartre, Brecht, O´Neil, etc.); pero siguen existiendo.
MH. El esplendor de la cultura griega, su filosofía, su teatro y su política surgieron en un contexto muy determinado: las polis de ciudadanos libres. La situación de Occidente en el siglo XXI, incluyendo la globalización, las organizaciones supranacionales, la multiculturalidad, ¿hace viable una actualización del ideal político y social ateniense?
R. Todavía, creo, subsiste la idea de democracia nacida en Grecia, unida al examen crítico y racional, pero la sociedad de masas y el dominio de los actuales medios de comunicación han cambiado mucho las reglas de juego, no siempre a favor de la libertad personal.
MH. En un artículo en El País definía un clásico como “el que puede releerse una y otra vez y siempre parece inquietante y seductor porque nos conmueve y cuestiona”. En un mundo cada vez más digitalizado y esquemático, ¿pueden aparecer nuevos clásicos?
R. Sí, autores y textos a los que puede aplicarse esa misma definición. No muchos, pienso.
MH. Si no estamos equivocados, Francisco Rodríguez Adrados y usted son los únicos helenistas en la Real Academia Española. ¿Cómo les miran el resto de los académicos?
R. Podemos citar también como filólogo clásico a D.Juan Gil, que no es helenista, sino latinista, que conoce muy bien el mundo clásico. No creo que nos miren de ningún modo especial. En la Academia hay especialistas en áreas diversas del conocimiento. Parece bien que no falten filólogos expertos en la cultura griega y latina.