Podemos fijar la fecha de nacimiento de Polibio en torno a los años 210-200 a.C. en Megalópolis, ciudad situada en la región griega de Arcadia y capital de la Liga Aquea, de la que su padre, Licortas, fue un destacado dirigente. Poco sabemos de su juventud aunque parece que, como miembro de una familia de la élite local –y según se deduce de sus obras- disfrutó de una esmerada educación que le permitió adquirir avanzados conocimientos en humanidades, medicina, música y estrategia militar, esta última disciplina prácticamente obligatoria para los jóvenes nobles de Arcadia que tenían fama de ser grandes guerreros. Su formación militar se vería acentuada por la influencia que recibió del general aqueo Filopemen, con quien mantuvo una estrecha relación. Uno de los aspectos más discutidos sobre Polibio es el relativo a cuál de las escuelas filosóficas griegas tuvo una mayor influencia sobre él, si la peripatética, continuadora de Aristóteles, o la escuela estoica.
Dado sus vínculos familiares es inevitable que tuviese una función activa, ya desde joven, en la vida política de la ciudad. Las primeras noticias en este sentido corresponden a su designación como embajador en la misión diplomática enviada a la corte egipcia de Ptolomeo V Epifanes en el año 181 a.C. Es posible que siendo más joven hubiese participado, junto a los romanos, en las guerras contra el rey seléucida Antíoco III entre los años 190-188 a.C. aunque no tenemos certeza sobre el papel que desempeñó.
Más adelante, en el año 170 a.C. fue elegido hiparco de la Liga Aquea. En esos momentos se estaba desarrollando la tercera Guerra de Macedonia, que enfrentaba a Roma contra el rey macedonio Perseo. Tras mantener una posición inicial dubitativa sobre qué estrategia seguir, la Liga Aquea finalmente se decantó por apoyar a los romanos. No obstante, su apoyo llegó tarde y el cónsul Paulo Emilio, que ya tenía resuelta la lucha, desechó la colaboración aquea y en el año 168 a.C. venció completamente a los macedonios en Pidna.
El tibio apoyo mostrado por algunos aqueos durante la guerra macedónica provocó que se confeccionase una lista de mil hombres, entre los que se encontraba Polibio, que un año más tarde fueron enviados a Roma como rehenes. A la mayoría de ellos se les dispersó por las ciudades etrurias pero Polibio logró permanecer en Roma donde se relacionó con las familias senatoriales más importantes, llegando a ser tutor de P. Cornelio Escipión Emiliano, y tuvo cierta libertad de movimientos. Diecisiete años permaneció en esta situación, hasta que en el año 150 a.C. se le concedió la libertad y pudo regresar a Grecia. Durante ese período llegó a conocer y apreciar profundamente el sistema político romano. Por eso, cuando años más tarde Roma le pide su consejo durante la Tercera Guerra Púnica, acepta encantado. A partir de entonces carecemos de datos precisos sobre la vida de Polibio aunque sabemos que en el año 146 a.C. presenció la toma y destrucción de Cartago y ese mismo año también contempló la caída de Corinto, en donde intervino, a petición del Senado romano, para establecer las bases de la pacificación. Los últimos años de su vida son una incógnita y se cree que visitó Alejandría, Rodas e incluso España. Murió en torno al año 127 a.C.
La única obra que nos ha llegado de Polibio, y además parcialmente, es su Historias. Hay constancia de que escribió otras obras menores, como La vida de Filopemen y un tratado sobre táctica militar, pero se han perdido. Cicerón también le atribuye la autoría de un libro sobre la guerra de Numancia, aunque hoy se pone en duda la veracidad de esta afirmación.
Historias se compone de cuarenta libros y puede dividirse en dos grandes bloques: el primero abarca desde el año 220 a.C. (cuando se inicia la Segunda Guerra Púnica) hasta el año 168 a.C. (fecha de la victoria romana en Pidna). Los dos primeros libros, sin embargo, abordan a modo introductorio desde la Primera Guerra Púnica (256 a.C.) hasta el inicio de la segunda. El segundo gran bloque va desde el año 168 a.C. hasta el año 146 a.C. (fin de la Tercera Guerra Púnica y destrucción de Corinto). La fecha de composición de esta obra está sujeta a controversia, aunque se toma generalmente como punto de partida los últimos años de su cautiverio en Roma.
Han sido muchos los trabajos de historiadores anteriores a Polibio que abordaron los temas por él tratados y en ellos se apoya para escribir su obra, tras aplicarles un duro sesgo crítico. Utiliza las diversas fuentes documentales y los testimonios directos como base para relatar los hechos y destaca, igualmente, su preferencia por la geografía y la descripción de las batallas. No dudaba en visitar personalmente los enclaves más importantes de su narración, como hizo viajando a los Alpes para conocer las vicisitudes que tuvo que afrontar Aníbal al cruzarlos.
El objetivo de Polibio era relatar la expansión romana y ensalzar su constitución política, y así se observa en el tratamiento de la Segunda Guerra Púnica cuando destaca que Roma sólo pudo sobreponerse a la gran amenaza que pendía sobre su cabeza gracias a su virtud. Afirma que “el trabajo y el objeto de nuestra empresa consiste única y exclusivamente en escribir el cómo, el cuando y por qué todas las partes conocidas del mundo habitado vinieron a caer bajo dominación romana”.
Polibio pretende evitar los defectos de sus predecesores, a quienes reprocha su narración inconexa, sus relatos ingenuos o la toma de posiciones previas. Para él la finalidad del historiador debe ser la búsqueda de las causas que generan los acontecimientos, sin que sea suficiente relatarlos pues es necesario dotarles de una explicación. Con este propósito enuncia unas categorías para clasificar los fenómenos históricos: el modo, el tiempo y la causa. De las tres, la causa es la categoría más importante, pues son los planes, los razonamientos y los sentimientos los que conducen a los individuos a tomar una decisión. Con Polibio se produce una subordinación de la voluntad al entendimiento. Por otro lado, procede a diferenciar entre causa, pretexto e inicio. El pretexto sería la justificación de la acción y el inicio las primeras acciones reales ejercidas, mientras que la causa es una actividad mental que antecede a esas dos. Como se puede observar, el concepto historiográfico de Polibio es complejo y de un marcado intelectualismo.
Junto a la búsqueda de la causalidad en la historia, los individuos también cobran una especial trascendencia en la obra de Polibio. El personaje histórico, a quien también denomina “causante”, es quien controla el juego político. La historia dependerá, por tanto, del espíritu, de la capacidad de cálculo y de previsión de estos sujetos. Polibio antepone la razón frente a la emoción y a los elementos pasionales, de modo que divide a los hombre en racionales (que normalmente serán quienes salgan victoriosos) e irracionales (quienes llevan las de perder).
A pesar de la racionalidad que impera en Historias, el papel atribuido a la Fortuna aparece como elemento que ha desconcertado a los estudiosos de Polibio pues encaja mal con la lógica que caracteriza a toda su obra. Se ha discutido ampliamente sobre su alcance y significado. Parte de la doctrina considera que la Fortuna desempeña para Polibio un papel relevante y, por tanto, predetermina el destino del hombre independientemente de la causalidad de los hechos; mientras que otros consideran que utiliza la Fortuna sólo en relación con fenómenos aislados y menores para explicar cómo se desbaratan, por el azar, acontecimientos bien planeados.
Por último, muchos han visto en Polibio a un sociólogo político. El libro VI de Historias está dedicado en su totalidad a explicar la constitución romana y a desarrollar una teoría cíclica de los regímenes políticos. Basta decir que Polibio considera el sistema político romano como el más cercano al sistema perfecto o ideal, en cuanto que reúne los requisitos de otros sistemas políticos a la vez que evita caer en alguna de las degeneraciones de los que existían previamente (monarquía, aristocracia y democracia). La adopción de este modelo de gobierno está estrechamente unida a la hegemonía que tendrá Roma.