Eusebio de Cesarea, o Eusebio de Palestina según también se le conoce, vivió en un período convulso que concluyó con la consolidación del cristianismo como religión predominante en el Imperio romano. Los últimos años del siglo III d.C. y los primeros del siglo IV d.C. significan el fin de las persecuciones religiosas, que culminan con la promulgación del Edicto de Milán en el año 313 d.C. En el terreno político el emperador Constantino, tras una larga serie de guerras civiles, acabará alzándose definitivamente con el poder en el año 324 d.C. tras vencer a Licinio. Para la Iglesia son también tiempos agitados a causa de las herejías: el donatismo en occidente y el arrianismo en oriente hicieron tambalear su unidad doctrinal. Este es el mundo en el que vivió y murió Eusebio de Cesarea.
La fecha exacta de su nacimiento no se conoce, aunque presumimos que se sitúa en torno a los años 260-264 d.C. No hay certeza de que naciese en la ciudad de Cesarea, pues en aquella época era normal acompañar al nombre propio el de la diócesis de la que se era obispo. Sabemos en todo caso que, si no nació en aquella ciudad, pasó gran parte de su vida allí. Desconocemos, igualmente, el origen de su familia, que pudo ser judía, griega o incluso esclava, sin que haya fundamentos para sustentar ninguna de estas afirmaciones.
Los datos sobre su vida se extraen de su abundante obra, de la correspondencia que mantuvo con destacados miembros de la élite eclesiástica del momento, de las actas oficiales de los sínodos y concilios en que participó y de las referencias que otras fuentes nos aportan sobre él. Gracias a todas ellas sabemos que su juventud en Cesarea estuvo marcada por la escuela de Pánfilo (proveniente de Alejandría y seguidor de Orígenes, cuya corriente buscaba fijar el texto bíblico). A Pánfilo le fue asignada la custodia y ampliación de la biblioteca legada por Orígenes, tarea a la que contribuyó Eusebio, lo que le permitió tener acceso a las obras más importantes de la Antigüedad.
A partir de febrero del año 303 estalló en Nicodema la persecución contra los cristianos que se extendió después por todo Oriente, azuzada por la actitud del César Maximino Daza. Como es lógico, las persecuciones alcanzaron Cesarea y provocaron el encarcelamiento y muerte de muchos de los compañeros y amigos de Eusebio, entre ellos su maestro Pánfilo, encarcelado en el año 307 y ejecutado tres años más tarde. Una de las cuestiones más intrigantes de la vida de Eusebio de Cesarea es cómo logró sobrevivir a las persecuciones: no hay constancia de que fuese encarcelado mientras que el resto de figuras cristianas del momento acabaron como mártires o en prisión. Esta anomalía levantó toda clase de suspicacias entre sus contemporáneos y entre sus estudiosos, llegando alguno a acusarle de apóstata. Sea como fuere, a partir del 311, tras el edicto de Galerio la presión sobre los cristianos se relaja y cesan las persecuciones. Dos años más tarde, en el 313, es nombrado obispo de Cesarea y a partir de entonces desempeñará un activo papel en la política religiosa.
El arrianismo comienza en torno al año 318 en Alejandría. Aunque no es este el sitio para explayarse sobre sus principios teológicos, basta decir que cuestionaba la Trinidad y la concepción divina de Jesucristo. En el conflicto inicial que enfrentó a Arrio con Alejandro, obispo de Alejandría, Eusebio de Cesarea se posicionó a favor del primero, a quien recibió en su diócesis cuando fue expulsado de Alejandría. Tras una serie de intrigas y debate teológicos, Eusebio, junto a otros obispos, fue excomulgado en el año 324 por el sínodo de Antioquía, si bien se le dio de plazo para rectificar hasta la próxima celebración del Concilio de Nicea (que en un primer momento iba a celebrarse en Anciro).
El Concilio de Nicea, instado por Constantino para terminar con la cuestión arriana al igual que había promovido el de Arles para acabar con el donatismo, tuvo lugar en el año 325 y sirvió para fijar el credo oficial de la Iglesia cristiana. Eusebio de Cesarea vio en él levantada su excomunión. Aunque se llegó a un acuerdo general, al poco tiempo se formularon críticas y opiniones que obligaron a celebrar nuevos sínodos en Antioquía (328), Tiro (335) y Jerusalén (336). No sabemos con exactitud el papel desempeñado por Eusebio de Cesarea en estos sínodos pues, a pesar de su gran influencia y prestigio, gustaba más de actuar en la sombra. En el año 328 le fue ofrecido el obispado de Antioquía que rechazó. Sobre los últimos años de su vida no tenemos muchas noticias salvo la de su muerte en Cesarea en torno al año 340.
Eusebio de Cesarea fue un hombre de intensa actividad intelectual y erudición, reflejadas en una copiosa producción literaria (se le considera uno de los escritos más prolíficos de la antigüedad). Abordó todo tipo de cuestiones terrenales y espirituales pero destacan sus obras teológicas, apologéticas e históricas, siendo estas últimas las mejor conocidas y más estudiadas. Nos ocuparemos únicamente de tres libros, todos ellos históricos: Crónicas, Historia eclesiástica y Vida de Constantino.
De Crónicas, escrita en los años de persecución cristiana (304-310), tan sólo nos ha llegado una versión completa en armenio y un fragmento traducido al latín por San Jerónimo. La obra se divide en dos partes: la primera relata resumidamente la historia de los pueblos antiguos más famosos hasta llegar a los romanos y la segunda trata de conectar los acontecimientos narrados en la Biblia con los de la historia profana (desde el nacimiento de Abraham hasta el año 325 d.C. ya bajo el imperio de Constantino). El objetivo de la obra consiste en resaltar el carácter preparatorio de los pueblos de la antigüedad y de la tradición judía respecto al cristianismo.
Historia eclesiástica, la obra más importante de Eusebio de Cesarea en el campo histórico, narra los tres primeros siglos del cristianismo, desde la constitución de la Iglesia hasta la victoria de Constantino frente a Licinio en el año 324 d.C. y la consecuente unión del Imperio bajo su mando. No se sabe exactamente la fecha de su composición y existen dos opiniones divergentes a este respecto: según la primera, Eusebio ya tenía todo el material necesario para su elaboración en el año 312 d.C. y se publicaría unos años más tarde; para la segunda, el libro habría sido redactado completamente en torno al 325 d.C.
La Vida de Constantino, escrita tras la muerte del emperador en el año 337, siempre ha sido cuestionada como obra histórica o biografía. Se la considera más bien un elogio o panegírico fúnebre completado con la incorporación de documentos oficiales, cartas y edictos, que buscan otorgarle mayor seriedad y objetividad. En el fondo sigue siendo la exaltación de la figura de Constantino, a quien Eusebio de Cesarea consideraba el mejor exponente de emperador cristiano y cabeza de la Iglesia.
No puede analizarse la figura de Eusebio de Cesarea como historiador aplicándose los cánones modernos y es preciso, por el contrario, contextualizar toda su obra. El cristianismo que en esos momentos abandonaba su carácter marginal y oculto, pasando a ser la religión predominante del Imperio, impregna toda la producción de los autores cristianos, dispuestos a ensalzarla. Como no podía ser de otro modo, Eusebio de Cesarea, obispo, no iba a constituir una excepción. Esta es la razón por la que su idea de la historia difiere de la concepción antigua y moderna. La historia podría referirse al recuerdo de acontecimientos, de sucesos concretos, pero no entenderse como un mero desarrollo de causas y efectos, ajenos a la intervención de Dios.
Eusebio de Cesarea, especialmente en la Historia eclesiástica, no busca escribir una historia universal, ni tan siquiera propiamente una historia sobre la Iglesia (no la sitúa como sujeto histórico) sino dar a conocer lo que merece ser salvado y ensalzado del mundo cristiano, de sus protagonistas, instituciones y doctrinas. Toda su obra está impregnada de un profundo carácter apologético, lo que le hace ser el padre de la historia eclesiástica.