Pocos historiadores han sido tan criticados o alabados por una sola obra como Toynbee. Su Estudio de la Historia, incluida la concepción que recogen sus páginas sobre el comportamiento de las civilizaciones, fue (y sigue siendo) objeto de crítica por quienes la consideran una obra pretenciosa y equivocada y descalifican sus conclusiones como más propias de un moralista cristiano que de un historiador. Existen, no obstante, férreos defensores de Toynbee que ven en el historiador inglés la continuación de la idea de historia concebida por Spengler. Unos y otros coinciden en alabar su erudición y profundos conocimientos.
Arnold Toynbee nació en Londres el 14 de abril de 1889. Los primeros años de su vida los pasó en la pequeña localidad de Winchester y posteriormente, en 1907, acudió al Balliol College de Oxford, del que luego sería fellow y tutor de historia antigua entre 1912 y 1915. Antes de iniciar su labor docente recorrió durante 1911 y 1912 Europa y el Oriente Próximo, familiarizándose con los yacimientos arqueológicos griegos y su cultura.
La disentería le eximió de alistarse en el ejército inglés para combatir en la Gran Guerra, pero durante la contienda trabajó para el departamento de inteligencia política del Foreign Office. Participó igualmente en las conferencias de paz celebradas en París, tanto al fin de la Primera como de la Segunda Guerra Mundial, formando parte de la delegación inglesa.
Tras finalizar la Gran Guerra volvió a impartir clases, pero ahora en la Universidad de Londres donde fue profesor de lengua, literatura e historia griega y bizantina desde 1919 hasta 1924. En 1925 fue nombrado director de estudios en el Royal Institute of International Affairs, cargo que desempeñó hasta 1955, y al poco tiempo comenzó a editar la prestigiosa revista Survey of International Affairs. Paralelamente continuó como profesor investigador de historia internacional en la Universidad de Londres. Murió el 22 de octubre de 1975.
La producción histórica de Toynbee es bastante fecunda pero ha sido eclipsada por su obra más importante, su Estudio de la historia. Compuesta por doce volúmenes y redactada entre los años 1934 a 1954, son varias las anécdotas que giran en torno al motivo que indujo a Toynbee a escribirla. Según una de ellas, se le ocurrió mientras veía a unos campesinos búlgaros con gorros de piel de zorro parecidos a los que Herodoto ya había descrito al hablar de las vestimentas de las tropas del rey persa Jerjes. Sea cual sea la razón que le llevase a escribirla, lo cierto es que su Estudio es considerado un clásico de la historia universal. Entre el resto de sus obras destacan El pensamiento histórico griego, La civilización y la personalidad de los griegos, Juicio a la Civilización, Aproximación de una historia a la religión y De este a oeste; un viaje alrededor del mundo.
Toynbee defiende la teoría cíclica de la historia y la teoría del “desafío / respuesta”. Respecto a la primera, y a diferencia de Spengler (de quien recibe una clara influencia), considera que no se trata tanto de un desarrollo circular cerrado, sino más bien de la aplicación de ciertas leyes descriptivas, derivadas empíricamente del estudio comparado de las fases que han recorrido todas las civilizaciones, desde su génesis hasta su decadencia.
Su idea de la historia se asemeja, pues, más a una serie de rutas, en algunos casos paralelas y en otros divergentes, que a un camino circular. Teoría que completa con la relativa al mecanismo “desafío/respuesta”, esto es, con la tesis de que las civilizaciones avanzan o se estancan y desaparecen dependiendo de la respuesta que sean capaces de dar a los desafíos o retos que tengan ante sí.
Para Toynbee las civilizaciones constituyen el único campo histórico inteligible. Son el soporte del movimiento histórico y su unidad básica de estudio. Para comprender el comportamiento de las civilizaciones el análisis ha de comenzar por su génesis, a cuyo efecto distingue dos tipos de culturas: las primitivas, que son estáticas y permanecen aferradas al pasado sin evolucionar, y las grandes culturas, dinámicas, cuya superioridad se debe a que en un momento supieron responder de forma creadora ante un desafío.
Distingue seis tipos de culturas primarias (egipcia, sumeria, minoica, china, maya y andina) de las cuales nacerán las veintiuna civilizaciones restantes que identifica a lo largo de la humanidad. No son grupos cerrados, exclusivos y excluyentes, que se vayan sucediendo en la historia, pues entre ellas se producen conexiones y con frecuencia suelen estar relacionadas por vínculos hereditarios. En el momento en que redacta su obra considera que sólo perduran cinco: la cultura cristiana europea-occidental, la cristiana ortodoxa de impronta rusa, la islámica, la hinduista y la del lejano oriente.
Estas veintiuna civilizaciones están condicionadas por ciertos ritmos estáticos y creadores. El paso de un ritmo a otro, esto es, la capacidad de hacer frente a los retos que aparezcan, no depende de la civilización en sí, sino de una minoría selecta cuya influencia se extiende al resto de la sociedad, por imitación o mimesis. Pero una vez que está minoría pierde su capacidad de creación y novedad y se convierte en dominante y estática, se inicia la decadencia de la sociedad. La situación de colapso y desintegración llega cuando la minoría pierde la lealtad de la mayoría y se produce una descomposición interna de la propia civilización. En este momento se inicia un período turbulento y de convulsión social, dirigido por un proletariado interno, en el que se produce la degradación de las condiciones morales y sociales de los individuos. Tras un tránsito caótico se inicia un período de formación y desarrollo, al que precede otro episodio de turbulencias en la que una nueva minoría consigue crear una nueva civilización. De esta forma se vuelve a iniciar el ciclo.
La empresa de Toynbee apunta a una visión total de la historia humana; en su campo visual se encuentran las culturas de todos los continentes. Cierto que en el ámbito del Próximo Oriente, del mundo antiguo y de la historia europeo-americana se halla equipado con mejores conocimientos que en el campo de las culturas india, china y americana antigua. Pero su erudición es vastísima y su teoría de la historia universal representa, en cuanto elaboración científica, la más alta realización que jamás una sola persona haya conseguido en el campo de la historia.