La plata y el Pacífico
Peter Gordon y Juan José Morales

En el siglo XVI, el mundo conocido se hizo más grande y, paradójicamente, al mismo tiempo más pequeño. El descubrimiento de América provocó que cientos de miles de kilómetros cuadrados que no aparecían en ningún mapa saliesen a la luz. La percepción que el hombre tenía del planeta cambió radicalmente y se replantearon interpretaciones milenarias sobre la geografía de la Tierra. El hallazgo de un nuevo continente hizo, por lo demás, que la separación entre los distintos puntos del globo se redujera. Si hasta finales del XV, los lazos de Europa con el Extremo Oriente eran muy limitados (por no decir inexistentes) y con cierta aura de epopeya (como el Libro de las Maravillas de Marco Polo), a partir de la llegada de portugueses y españoles crecieron exponencialmente, llegando a conformar un entramado económico, cultural y militar que conllevó la aparición del primer sistema comercial a escala global. Se puede hablar, por eso, de la primera globalización.

La caída de Constantinopla en 1453 supuso un terremoto en las rutas comerciales entre Oriente y Occidente, lo que empujó a los europeos a buscar nuevas opciones. Los portugueses fueron los pioneros y consiguieron alcanzar la India tras doblar el Cabo de Buena Esperanza y establecer una serie de factorías a lo largo de la costa del continente africano. Los españoles siguieron su senda y Cristóbal Colón, que buscaba una ruta alternativa, se encontró con América cuando ansiaba llegar a Cipango. El lucrativo negocio de las especias motivó esta carrera náutica por llegar a las Indias. Las disputas por la soberanía de los nuevos territorios obligó a mediar al Papa, quien impulsó la firma del Tratado de Tordesillas para repartir las áreas de influencia. Sin embargo, todavía quedaba por descubrir un nuevo y fundamental protagonista: el Océano Pacífico. Su existencia modificaba de forma radical el sistema mundial y permitía a los españoles prescindir de las rutas portuguesas para marcar nuevos caminos.

El interés por el Océano Pacífico (un “mar español” durante casi trescientos años) ha resurgido recientemente. Prueba de este interés son los numerosos libros que se han editado sobre él. Por nuestra parte, hemos reseñado Los galeones de las especias. España y las Molucas (puedes leer su reseña aquí), Legazpi. El Tornaviaje (Navegantes olvidados por el Pacífico norte) (aquí), La mitad del mundo que fue de España (aquí), La Nao de China, 1565-1815 (aquí) o Las flotas de Indias. La revolución que cambió el mundo (aquí). Estos títulos solo conforman una pequeña muestra de un catálogo mucho más amplio que se halla fácilmente en las librerías.

Esta misma línea sigue la interesante obra de Peter Gordon y Juan José Morales La plata y el Pacífico. China, Hispanoamérica y el nacimiento de la globalización, 1565-1815*. Un pequeño opúsculo, de apenas cien páginas y edición de bolsillo, que explica con rigor y amenidad las relaciones surgidas entre el Imperio español y China tras el descubrimiento del Tornaviaje y el establecimiento del Galeón de Manila. El trabajo cuenta con un prólogo de María Elvira Roca, quien señala las líneas maestras de lo que supuso para el mundo la gesta acometida por los marineros españoles.

Como señalan los autores en la introducción del libro, “La ruta comercial que resultó del descubrimiento de Urdaneta —la de los galeones de Manila— proporcionó la plata de las Américas que acabaría siendo la base de la moneda china y transformando la economía global. Esa Ruta de la Plata marcó un periodo en el que el comercio entre China y la América española constituyó el eje de las rutas comerciales que abarcaban los cuatro continentes. Y supuso la primera vez que el mundo entero estuvo conectado a través del comercio global y las redes financieras que forman la base de nuestro mundo moderno globalizado y marcaron el comienzo de la economía global que ha seguido con nosotros hasta hoy. El descubrimiento de Urdaneta y su perdurable importancia parecen en gran medida olvidados, al menos para el mundo anglófono, en los estantes más polvorientos de los archivos históricos. Pero el mundo estrechamente conectado y globalizado que conocemos hoy tiene su origen no tanto en la Revolución Industrial como en esta época más temprana. El papel fundamental de la América española y la China en estos doscientos cincuenta años previos de integración global quedó oscurecido y reemplazado al imponerse la narrativa del dominio angloamericano en todos los ámbitos, desde la economía y la tecnología al poder militar”.

La obra está marcada por un suceso trascendental: en 1565, el cosmógrafo Andrés de Urdaneta, a bordo de la nao San Pedro, lograba regresar desde Manila al continente americano. Lo que hoy nos parece algo habitual, en aquella época supuso una gesta extraordinaria. Algunos lo habían intentado antes, pero habían fracasado (y perecido en el intento). El logro del navegante vasco supuso un hito que permitía a la Monarquía Hispánica establecer sus propias rutas comerciales sin tener que enfrentarse a los portugueses o a otros peligros en la travesía de regreso a la Península Ibérica, vía América. Los primeros epígrafes del libro se dedican a explicar los pasos previos a este acontecimiento decisivo.

La puesta en marcha del conocido como Galeón de Manila permitió el tráfico de personas, mercancías e ideas entre los distintos continentes. El complejo sistema de flotas y puertos que se organizó (explicado en el libro) es uno de los grandes triunfos del Imperio español. La logística que implicaba una red comercial de tal envergadura (teniendo en cuenta las limitaciones materiales de aquella época) exigía una administración sólida, un entramado burocrático más o menos modernizado y unos recursos militares que hicieran frente a las amenazas que acechaban a quienes realizaban la ruta. El éxito fue tal que durante más de dos siglos el sistema funcionó casi ininterrumpidamente y tan solo las inclemencias meteorológicas y algún ataque enemigo impidió que los navíos llegasen a puerto. De este modo, Extremo Oriente, América y Europa quedaban conectados como nunca antes lo habían estado.

El nervio que mantenía unido este sistema era la plata. Extraída de las minas americanas, de Potosí principalmente, servía como moneda de cambio para adquirir las codiciadas especias, pero también los productos manufacturados en China. De hecho, la plata española supuso un revulsivo en la economía china, falta de minerales. Los territorios americanos, a medio camino entre la Península y Manila (lo que significaba tanto como China) se enriquecían en ese comercio. Los autores dedican varias páginas a explicar el sistema global que idearon los españoles y los efectos que tuvo en la historia. De forma amena y divulgativa muestran el impacto que esta primera globalización conllevó en las relaciones mercantiles y políticas a lo largo del planeta.

Concluimos con esta reflexión que expone María Elvira Roca en el prólogo: “Tenemos, por lo tanto, un periodo y unos hechos esenciales en la evolución del mundo que son ignorados por ese público de personas cultas que están interesadas en la historia del género humano y que no son especialistas o historiadores profesionales. Hace ya tiempo, aunque no mucho, que algunos de ellos sí saben de la importancia que tuvo la conexión entre el Imperio Habsburgo y el Imperio Ming a través del Pacífico. Una de las ventajas que tiene este texto, como en su lugar el lector podrá comprobar, es que explica las razones por las cuales ignora lo que el libro le cuenta. Es muy famosa la frase de Kipling según la cual Oriente es Oriente, y Occidente, Occidente, y nunca llegarán a encontrarse. Sin embargo, se han encontrado y, lo que todavía desconcierta más, en las últimas décadas Occidente parece que va perdiendo el partido. Morales y Gordon ofrecen algunas claves para descubrir los motivos por los que esto sucede. Para ello hay que retroceder en el tiempo, porque el mundo en el que ahora vivimos es el resultado de una evolución que comenzó con el proceso de expansión de los reinos ibéricos a finales del siglo XV, y no en el siglo XIX. Como se verá, es mucho lo que este libro pequeño ofrece”.

Peter Gordon es fundador y editor de The Asian Review of Books. Juan José Morales, abogado de formación, fue presidente de la Cámara de Comercio de España en Hong Kong. Ambos escriben habitualmente en publicaciones tales como The Diplomat, Política Exterior, South China Morning Post, Asia Global Online y Caixin.

*Publicado por Siruela, junio 2022. Traducido por Victoria León.