La verdad suele ser la primera sacrificada en tiempos de guerra o de caos. Cuando la incertidumbre se adueña de nuestras vidas, nos dejamos arrastrar por miedos irracionales y damos por ciertas noticias que carecen de sentido, pero a las que nos aferramos porque nutren nuestras esperanzas o disipan nuestros temores. En esos momentos la sociedad se manipula con mayor facilidad y su voluntad es considerablemente más maleable: una especie de aborregamiento generalizado lleva a aceptar las decisiones de quien ostenta el poder sin apenas cuestionarlas. La versión oficial se convierte en la única versión y quien se atreva a cuestionarla puede enfrentarse a serios problemas. No es algo de este siglo, sino una constante que se repite inexorablemente desde que el hombre formó comunidades. El miedo es un elemento muy poderoso de cohesión: aprovechado sin escrúpulos, permite tener bajo control a la masa y dar bastante libertad de actuación al dirigente de turno.
La Historia resulta damnificada en este contexto. Los fundamentos de la historiografía se tambalean cuando el rigor científico es sustituido por los sentimientos o los prejuicios y las adhesiones. Hay hechos cuya existencia está acreditada y aún así son muchos quienes los cuestionan con argumentos estrambóticos y delirantes, que solo se sostienen en teorías demenciales. Se genera tanto “ruido” en las redes sociales, las tertulias o los informativos que es muy difícil discernir entre un buen estudio histórico o una simple fantochada sin fundamento. Ante la avalancha de información que recibe el usuario, este prefiere retirarse y desechar la inmensa mayoría de los datos que le llegan, quedándose solo con aquello que se ajusta a sus intereses y preferencias. Al final, uno se retroalimenta con sus propias creencias y renuncia al espíritu crítico y a la reflexión. Es más cómodo reafirmarse en lo que se cree que cuestionar sus fundamentos.
En los últimos años, el pasado cada vez ha recibido más atención mediática, no tanto en razón de su interés académico, sino del uso político que se le ha dado. La pandemia, los discursos identitarios y la inestabilidad han provocado que se multipliquen los actos o las manifestaciones que manipulan o tergiversan la historia. El historiador australiano Christopher Clark se hace eco de esta tendencia y ha optado por reunir una serie de ensayos que la abordan desde distintos enfoques, en los que la historia política se aúna con reflexiones sobre el sentido del pasado y del papel jugado por los hombres en el devenir de las civilizaciones.
Como explica el propio autor, “he escogido los ensayos que forman este libro porque abordan algunos temas que han influido en mi trabajo desde mis tiempos de estudiante de Historia Europea contemporánea: la religión, el poder político y la conciencia del tiempo. La historia de la religión siempre me ha interesado porque las tradiciones religiosas sitúan el quehacer humano en el marco más amplio posible. El poder político relaciona la cultura, la economía y la personalidad con las decisiones que afectan a una gran cantidad de gente. Y el estudio del tiempo, considerado no como el cristalino plasma por el que discurre la historia, sino como algo construido y configurado por las narraciones, religiosas y seculares, siempre me ha interesado, ya que pone de manifiesto una de las maneras más profundas de que disponen quienes ostentan el poder para manipular nuestra conciencia, nuestro sentido de la historia”.
La obra reúne trece ensayos escritos por Christopher Clark en distintos momentos de los últimos años (el más antiguo data de 2012 y el más reciente de hace unos meses). Aborda temáticas muy dispersas, aunque entrelazadas por un mismo objetivo: recapacitar sobre cómo pensamos y concebimos el pasado y las herramientas (no siempre irreprochables) que los historiadores utilizan para comprenderlo. Este designio subyace en casi todos los capítulos, aunque no sea evidente a primera vista, pues la heterogeneidad de los temas abordados puede despistar a algún lector. El historiador australiano intenta exponer la naturaleza del poder político y su íntima relación con la historia apoyándose en distintos ejemplos (varios de ellos centrados en la Alemania de finales del XIX y principios del XX, área en la que es experto).
No nos detendremos en el contenido de cada uno de los capítulos, limitándonos a un repaso general de los temas principales. Como ya hemos apuntado, los dedicados a cuestiones germanas son predominantes. Algunos tienen un componente biográfico, por ejemplo los que exploran las figuras del káiser Guillermo II, de Otto von Bismarck o del general Blaskowitz (alto mando del ejército nazi que hubo de convivir con las acciones de exterminio del Reich). Otros se adentran en el proyecto surgido en el siglo XVIII en el Institutum Judaicum, cuyo fin era convertir a los judíos al cristianismo, o en las conexiones entre el fanatismo y el amor en la ciudad de Königsberg a principios del XIX. Al margen de lo propiamente alemán, hay capítulos que tratan de la importancia que tiene una batalla en el discurrir de la historia o de la dificultad para predecir cómo serán las guerras del futuro. Los capítulos más actuales analizan el Brexit o la presidencia de Donald Trump.
En el epígrafe que sirve como cierre del libro, Clark reflexiona sobre la incertidumbre que domina a la sociedad actual y su paralelismo con otros tiempos turbulentos. Dice así el historiador australiano: “No debemos alarmarnos demasiado: en la década de 1520, los reformadores religiosos Martin Lutero y Philipp Melanchthon pensaban que el fin del mundo estaba muy cerca. Cuando comprobaron que el fin del mundo seguía sin llegar, cambiaron de opinión y lo pospusieron. Aquí el problema que me preocupa no es la inminencia de un verdadero fin (que es otra cuestión) sino la muerte de los relatos que nos brindan un futuro y planteaban un medio para actuar de una manera políticamente eficaz. El efecto de la desaparición de ese relato es una angustia acuciante, una incapacidad de trazar un nuevo rumbo después de cada incidente inquietante”.
Christopher Clark, catedrático de Historia en la Universidad de Cambridge, es autor del bestseller Sonámbulos. Cómo Europa fue a la guerra en 1914 (cuya reseña puedes leer aquí), y de Tiempo y poder (aquí). Otras de sus publicaciones llevan por título Kaiser Wilhelm II: A Life in Power (2000) y El reino de hierro. Auge y caída de Prusia, 1600-1947 (aquí).
*Publicado por Galaxia Gutenberg, febrero 2022. Traducción de Alejandro Pradera Sánchez.