El turismo es uno de los fenómenos más extendidos del planeta. Raro es encontrar un rincón en el que no haya puesto el pie un extranjero con su cámara de fotos. Tal es su desproporción que hay turistas cuyo principal deseo es no ser calificados de tales y abominan de cualquier lugar “de moda”. Despotrican de otros turistas y buscan emplazamientos “alternativos” y “vírgenes” que puedan explorar. Este anhelo por huir de lo común y ya conocido para lanzarse a la aventura no es algo novedoso, propio de jóvenes mochileros intrépidos, sino una constante en la historia del ser humano. Desde que el hombre es hombre, ha existido una tendencia, si bien no generalizada sí bastante extendida, a ir un paso más allá y no quedarse en las lindes de la caverna. El deseo por cartografiar lo desconocido ha sido uno de los principales motores de progreso de la civilización.
El mundo que hoy conocemos se ha construido en torno a viajes, expediciones comerciales y militares, exploraciones, grandes migraciones… No hay período de nuestra historia en el que los hombres no hayan sentido curiosidad por aquello que trasciende lo cercano y rutinario. El poder y la ambición son buenos alicientes para ir más allá, pero no necesariamente, o no siempre, los principales motivos de estas empresas. La búsqueda del saber, el vértigo por ser el primero en lograr un hito que pase a la historia o la propia superación personal han empujado a figuras, hoy inmortales, a adentrarse en lo desconocido y a desafiar, a riesgo de perder la vida, todo aquello que se tenía por seguro en su época. Por cierto, muchos de estos personajes pusieron por escrito sus experiencias y sus obras se convirtieron en verdaderos best-sellers, lo que demuestra el interés de la sociedad por lo que le es extraño y lejano.
Los libros de viaje han sido un género con mucho atractivo y ampliamente difundido. Por el contrario, los libros sobre los libros de viaje o sobre viajeros son algo más novedoso. De ahí que el trabajo de Pepe Pérez-Muelas, Homo Viator. El descubrimiento del mundo a través de los viajeros*, sea tan original e interesante. Se zambulle en esa literatura acudiendo a textos que tienen como protagonistas hombres (y mujeres) que no temieron a lo desconocido y se embarcaron en extraordinarias expediciones. Todo ello, aderezado con vivencias y reflexiones personales del autor.
Como el propio Pepe Pérez-Muelas señala, “El Homo viator se presenta en dos direcciones: por un lado, la de entender la vida como un viaje; por otro, la de hacer del viaje una forma de vida. Las dos se unen en este libro. En las siguientes páginas toman la palabra hombres y mujeres que comprendieron que la esencia vital consistía en viajar. La premisa asume que siempre hay un destino más alejado que espera al visitante. Lo sintetizó a la perfección el arquitecto español del siglo XVI, Cristóbal de Rojas, al afirmar que tenía libros, caminos y días. Y no hace falta más. Si hay un hecho que ha conectado a la humanidad a lo largo de la historia ha sido esta necesidad por conocer tierras extrañas. Este libro se debe al viaje y se postula como un viaje. Ahora solo falta encontrar el mapa adecuado”.
La obra de Pepe Pérez-Muelas se imbuye de ese estilo propio que Siruela ha optado por dar a alguno de sus títulos, como el de Óscar Martínez, El eco pintado (cuya reseña puedes leer aquí), o el premiado el Infinito en un junco (aquí) de Irene Vallejo. En ellos se combina el testimonio en primera persona con la explicación, más o menos académica o divulgativa, de una serie de cuestiones. Son libros bellamente escritos, con una prosa ágil y ligera y pensada para un público amplio que tenga interés en la cultura. El trabajo de Pepe Pérez-Muelas, que reúne estas características, se centra, a diferencia de los otros, en la estrecha relación entre los viajes y la naturaleza humana. La erudición del autor, manifestada en las numerosas referencias y alusiones a trabajos de toda índole (aunque teniendo como nexo el viaje), se mezcla con los recuerdos que ha experimentado en su periplo por el mundo.
La estructura de la obra se articula en quince capítulos repartidos en cinco grandes bloques, a los que le acompaña un epílogo. Cada bloque está dedicado a una región del globo. “Donde nace el sol” explora la India, China, Japón y el Himalaya; “La senda hacia Oriente” se centra en Egipto, Mesopotamia y La Meca; “Los pilares de Occidente” ahonda en Grecia, la Roma clásica y el Camino de Santiago; “La conquista de nuevos mundos” se ocupa de las expediciones al continente africano y al americano; y “Un viaje sin límites” dirige la mirada a los Polos, al cielo y a las grandes expediciones marítimas por el planeta. Cada capítulo se compone, a su vez, de breves epígrafes que abordan cuestiones muy dispersas, desde los testimonios personales del autor a reflexiones sobre el presente o referencias a libros de viajes que traten el lugar que está abordando.
Por las páginas de la obra transitan figuras tan conocidas como Cristóbal Colón, Buda, Heródoto, Yuri Gagarin, Napoleón, Vasco de Gama, Alejandro Magno… y otros grandes exploradores o viajeros que el gran público probablemente desconozca, o haya oído fugazmente, como Ali Bey, Mancio Ito, Pedro Páez, Juan de la Cosa, Ernest Shackleton o Alexander von Humboldt, entre otros muchos. Sus vivencias, sus reflexiones, su interés por el mundo copan los epígrafes de una obra que se construye a modo de diálogo entre esas figuras, el autor y nuestra propia imaginación. Estamos ante un ameno relato de cómo el hombre logró descubrir y hacer suyo el mundo.
Concluimos con esta reflexión personal del autor sobre el propósito de su trabajo: “A cada uno de los viajeros que menciono en Homo viator le debo un fragmento de vida. Gracias a sus testimonios he logrado evocar una expedición que se ha hecho posible en mi mente. Son muchos los que faltan. No he pretendido hacer una catalogación académica de ellos. No aspiro a tanto. Están aquellos «compañeros de viaje» con los que me he topado alguna vez, en largas horas de lectura, calmando las ansias por descubrir nuevos países. Por eso lo que pretenden las siguientes páginas es una visión del mundo, personal y parcial, pero también compartida. Homo viator analiza y describe el descubrimiento de diferentes territorios a través de exploradores que, a lo largo de la historia, se atrevieron a romper las barreras de lo desconocido. Si los viajes forman parte de lo que soy, es justo que dedique este libro a hablar sobre viajeros y territorios que algún día fueron nuevos para unos ojos inexpertos”.
Pepe Pérez-Muelas (Lorca, 1989) estudió Filología Hispánica en la Universidad de Granada, cursó estudios en la École Normale Supérieure de París y un máster en cultura latinoamericana en la Sorbona. Actualmente reside en Sevilla, donde ejerce como profesor de Literatura y colabora con distintos medios. Homo viator es su primer libro.
*Publicado por Siruela, octubre 2023.