PUNTO DE VISTA - MARQUES DE LA ENSENADA

El marqués de la Ensenada. El secretario de todo
José Luis Gómez Urdáñez

Poco a poco los historiadores españoles empiezan a centrarse de nuevo en el olvidado siglo XVIII. Los estudios sobre este periodo abandonan las revistas especializadas para llegar al gran público, lo que nos ha permitido, por ejemplo, publicar en las últimas semanas reseñas de biografías de ilustres personajes de aquella centuria. Los trabajos de Manuel Moreno Alonso sobre Jovellanos (Jovellanos. La moderación en política, aquí) y Francisco Precioso Izquierdo sobre Melchor Macanaz (Melchor Macanaz. La derrota de un “héroe”, aquí) recuperan las figuras de dos referentes de la Ilustración de nuestro país, prohombres que introdujeron, en una sociedad inmóvil y atrasada, el espíritu reformista que empezaba a germinar en el resto del continente europeo.

Hoy le toca el turno a otro de esos grandes nombres, Don Zenón de Somodevilla y Bengoechea, más conocido como el marqués de la Ensenada, pieza central en el escenario político del siglo XVIII español. Su vida, que estudia José Luis Gómez Urdáñez en este magnífico trabajo titulado El marqués de la Ensenada. El secretario de todo*, es indisociable del reinado de Fernando VI, de quien el autor nos ofreció ya una excelente biografía (cuya reseña se puede leer aquí).

El marqués de la Ensenada fue, además, protagonista de la revolución que sufrió la marina española en aquellos años, hito por el que mejor se le recuerda, aunque sus actuaciones reformistas fueron mucho más lejos. Su labor al frente del gobierno, sin embargo, no fue sencilla y hubo de lidiar con las presiones de sus rivales políticos y de las potencias europeas que se opusieron a la neutralidad española, impulsada por el monarca, en el marco de las relaciones internacionales del momento. Muestra de la injerencia extranjera en los asuntos de gobierno fue el papel esencial que, en la caída del marqués, jugó Inglaterra que, aliándose con sus enemigos internos, intrigó para que cayera en desgracia.

Como señala Carlos Martínez Shaw en el prólogo de la obra, “[…] el catedrático y académico riojano lo ha hecho a su muy personal estilo, en una obra al mismo tiempo erudita y desenfadada, profunda en la atención a las graves cuestiones de la vida política del momento y ligera con aire minué a la hora de referir las mil y unas vicisitudes de las relaciones personales mantenidas por el ministro con su entorno de secretarios, funcionarios, cortesanos, amigos e incluso enemigos, o de pintar al pastel la vida cotidiana de su biografiado cuando se entregaba a sus celebradas cenas madrileñas o a sus musicales paseos en Aranjuez, antes de procurarse dorados exilios en Granada, El Puerto de Santa María o Medina del Campo cuando sus enconados rivales le ganaron partida y perdió el favor real”.

El libro es un buen ejemplo de cómo ha de concebirse una obra especializada que tenga, simultáneamente, finalidad divulgativa (por muy opuestos que pudieran, a veces, parecer ambos términos). José Luis Gómez Urdáñez logra aunar sus amplios conocimientos sobre el personaje y su época con una prosa sumamente entretenida y accesible (de “indiscutible galanura literaria” la define Martínez Shaw). Su resultado es un trabajo que ahonda en los entresijos de la vida del biografiado, de quien resalta tanto sus virtudes como sus defectos y errores; su proyecto político —uno de los más completos de la centuria— y los principales sucesos en los que tomó parte Don Zenón de Somodevilla. Eran unas décadas en las que la monarquía española comenzaba a abrirse a nuevas ideas y se producían tímidos intentos de recuperar la iniciativa política (muy mermada tras la Guerra de la Sucesión) y mejorar el nivel de vida del pueblo.

Expliquemos sucintamente quién fue Don Zenón de Somodevilla. Procedente de una familia de hidalgos riojanos, fue incorporado al servicio de la Monarquía por José Patiño, quien le reclutó como oficial del Ministerio de Marina durante la preparación de una expedición a Ceuta (1720). Despuntó como organizador de la flota española destinada a reconquistar Nápoles para el príncipe Carlos (el futuro Carlos III) durante la Guerra de Sucesión de Polonia —actuación que le valió el título de marqués de la Ensenada—. A partir de entonces, su ascenso fue meteórico, ocupando cargos tan relevantes como secretario del Consejo del Almirantazgo, intendente del Ejército y de la Marina, y secretario de Estado y del Despacho. Llegó a ostentar tres de las cuatro carteras ministeriales existentes: la de Hacienda, la de Guerra y la de Marina e Indias.

Con el advenimiento de Fernando VI al trono, el poder del marqués de la Ensenada se vio aún más incrementado y se convirtió prácticamente en ministro universal. Entre sus medidas más destacadas sobresalen su famoso catastro, la mejora de las infraestructuras, la creación del Giro Real y la modernización de la Marina. La conjunción de Inglaterra con los adversarios internos (el duque de Huéscar o el duque de Alba) hizo que fuese desterrado a Granada y, más tarde, al Puerto de Santa María. Carlos III le indultó, pero no recibió cargos políticos relevantes; por el contrario, en 1766 fue acusado de haber participado en el motín de Esquilache y nuevamente confinado, esta vez en Medina del Campo, donde falleció el 2 de diciembre de 1781.

Todos estos sucesos son tratados pormenorizadamente por el catedrático riojano, quien no se olvida tampoco de la vida personal del marqués de la Ensenada (mujeriego y muy acaudalado), así como de su círculo de amigos y colaboradores, lo que denomina el ensenadismo (“que es lo que verdaderamente agiganta la dimensión política del marqués”). Una de las principales virtudes del biografiado fue, en efecto, reunir a un elenco de personalidades en su entorno que, incluso alejado del poder, le guardaron fidelidad y amistad. Gómez Urdáñez aborda asimismo las actuaciones más cuestionables de su personaje, como las medidas contra los gitanos, en las que participó personal y activamente. Nos hallamos, por tanto, ante un encomiable trabajo de investigación y síntesis que nos ayuda a comprender mejor uno de los siglos más interesantes, y a la vez menos conocidos, de nuestra historia.

Concluimos con esta acertada reflexión de Martínez Shaw: “Es una obra, además, que nos hace meditar, melancólicamente, sobre el presente, cuando vemos los extenuantes esfuerzos del marqués por introducir la racionalidad en la obra de gobierno y por superar los arraigados prejuicios de sus coetáneos. En este horizonte, sentimos incluso una punzada de pesimismo cuando, mirándonos en el espejo del siglo XVIII, constatamos la dificultad que, desde el Antiguo Régimen y hasta nuestro propios días, tiene este país para suprimir la lacra de los privilegios, del nepotismo (llamado ‘capital relacional’ con uno de los eufemismos mistificadores hoy al uso), del favoritismo, de la promoción de los más ineptos a los más altos cargos, de la corrupción institucional o de la sensibilidad de papel de lija de los poderosos ante las necesidades del conjunto de la sociedad”.

José Luis Gómez Urdáñez (Murillo de Río Leza, La Rioja, 1953) es catedrático de Historia Moderna de la Universidad de La Rioja e investigador titular del Instituto universitario Feijoo de estudios del siglo XVIII (Universidad de Oviedo). Experto en la figura de Don Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada, ha publicado, entre otros, los libros El proyecto reformista de Ensenada (Lleida, 1996) y Fernando VI (Madrid, 2001). Es autor de numerosos trabajos sobre Olavide, Jorge Juan, Aranda, Superunda, Feijoo y otros personajes de la historia del Siglo de las Luces. Sus publicaciones y actividades pueden seguirse a través de la web www.gomezurdanez.com A finales de 2016 ha sido nombrado académico correspondiente de la Real Academia de la Historia.

*Publicado por la editorial Punto de Vista Editores, abril 2017.