El arzobispo Carranza desde la microhistoria
Alfredo Alvar Ezquerra

Para conocer nuestro pasado no siempre es necesario acudir a obras complejísimas y de una extensión infinita. La calidad de un trabajo no la mide su longitud, sino la erudición y la capacidad del autor para exponer los planteamientos y las conclusiones de su investigación. Hay manuales que superan el millar de páginas y cuentan cosas menos relevantes que pequeños opúsculos con apenas un centenar. La Historia admite diversos enfoques y aproximaciones: desde la “historia total” defendida por la escuela de los Annales, hasta casos como el Carlo Ginzburg en su estudio El queso y los gusanos, sobre el proceso de herejía contra un molinero del norte de Italia en el siglo XVI. No hay un sistema mejor que otro y cada propuesta tiene sus ventajas y sus inconvenientes. En los últimos años han proliferado las “grandes historias” que abarcan dilatados marcos temporales, más interesantes para el lector renuente a descender a un detallismo excesivo.

El profesor Alfredo Alvar opta en su magnífica obra El arzobispo Carranza desde la microhistoria. Una correspondencia inédita entre el rey y su embajador en Roma (1569-1572) * por un enfoque muy específico y delimitado para su investigación. Como revela su título, la obra gira en torno a unas cartas dirigidas por Felipe II (aunque redactadas por su secretario, Jerónimo Zurita) a don Juan de Zúñiga, embajador de la Monarquía Hispánica en Roma, en relación con el proceso contra el arzobispo Carranza, primado de España en cuanto arzobispo de la sede de Toledo, que estaba teniendo lugar en el Vaticano. Esta correspondencia, que el autor ha encontrado en un archivo suizo y que había permanecido inédita hasta ahora, le permite examinar la actitud que mantuvo el monarca español durante el proceso y los intentos por influir y presionar al papa Pío V para que dictase una sentencia favorable a sus intereses.

El trabajo del profesor Alvar, de apenas cien páginas, se centra principalmente en el contenido de las misivas. Quizás el lector menos especializado no entienda la importancia del suceso analizado, pues probablemente desconozca quién fue el arzobispo Carranza y la relevancia que tuvo en su época (Don Marcelino Menéndez Pelayo lo incluyó en su monumental “Historia de los heterodoxos españoles”). Sin embargo, incluso ese lector podrá descubrir en esta obra el funcionamiento de la diplomacia durante la Edad Moderna y los medios a disposición de los monarcas para hacer cumplir su voluntad más allá de las fronteras de su reino. Por su propia naturaleza, no se trata de un libro de historia al uso y tampoco está concebido para un público muy amplio. Aunque se lee con suma facilidad y la prosa del autor es encomiable, no se ajusta a los cánones de las obras divulgativas, lo que no le resta un ápice de interés. El trabajo de Alvar esconde mucho más de lo que parece y es una de esas pocas obras que condensan mucha información en un espacio reducido, abriendo las puertas al lector para profundizar en los temas abordados.

Como ya hemos avanzado, el libro se estructura alrededor de la correspondencia entre el monarca y su embajador. El grueso del trabajo se engloba en el segundo capítulo, titulado “Exposición cronológica de un drama epistolar: las cartas a Don Juan de Zúñiga”. En sus páginas se analizan, efectivamente, las misivas intercambiadas entre 1567 y 1572 por Felipe II y Don Juan de Zúñiga. Junto a las cartas, el profesor Alvar examina los borradores y otros documentos relacionados con ellas. Su investigación nos muestra cómo funcionaba la secretaría de uno de los monarcas más poderosos de la Historia en una época en la que los medios de comunicación eran limitados y las distancias considerables, por lo que el “servicio postal” era clave para mantener unidos territorios alejados por miles de kilómetros. También es interesante observar la minuciosidad de las órdenes que se trasladan al embajador: este debía combinar su libertad de actuación con las instrucciones recibidas de la Corte.

El contenido de la correspondencia estudiada está dedicado mayoritariamente a uno de los asuntos que más preocupaba a Felipe II: la suerte del arzobispo Bartolomé Carranza. El eclesiástico, una de las figuras más preeminentes de la mitad del siglo XVI, había sido acusado de hereje por el Santo Oficio. El proceso comenzó en la península, pero se trasladó a Roma, correspondiendo al Sumo Pontífice dictar la sentencia (recomendamos al lector que profundice en esta parte del libro, pues es fascinante). El proceso parecía decantarse de forma favorable al encausado, para desazón del monarca español, como se puede extrapolar de las cartas analizadas. De ahí las continuas presiones a Don Juan de Zúñiga para evitar un fallo desfavorable a los intereses hispanos. La muerte de Pío V cambia las tornas, pero el nuevo papa, Gregorio XIII, tampoco llegó a satisfacer los anhelos de Felipe II y su sentencia no tuvo la contundencia requerida. La muerte del arzobispo al poco tiempo concluye todo este engorroso procedimiento.

El libro incluye varios epígrafes en los que se estudian, sucintamente, la resolución pensada, pero no dictada, por Pío V (de hecho, se facilita la traducción de esa sentencia “nonnata”), las actuaciones instigadas por el rey español bajo el nuevo pontificado de Gregorio XIII y la sentencia definitiva. Estos capítulos, más breves, permiten contextualizar las cartas remitidas al embajador y cerrar el círculo del proceso contra el arzobispo de Toledo.

Con este pequeño, pero interesantísimo trabajo, Alfredo Alvar nos ofrece una oportunidad única para adentrarnos en el complejo e intrigante mundo de la diplomacia europea del siglo XVI. Los especialistas disponen de una nueva herramienta para esclarecer algunos puntos oscuros del proceso del arzobispo Carranza, gracias a la difusión de una correspondencia inédita, mientras que el gran público tiene la posibilidad de conocer aspectos de nuestro pasado que normalmente quedan relegados a notas a pie de página o a referencias hechas a vuelapluma en los manuales. Estamos ante una forma distinta de conocer cómo se gestionaba la política en el Imperio español, las diferentes relaciones entre las embajadas y las Cortes, las maquinaciones diplomáticas y las luchas de poder. No dejen de leer esta pequeña joya que nos brinda el profesor Alvar.

Alfredo Alvar Ezquerra es profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el que dirige el grupo de investigación «Humanismo y Siglo de Oro: una historia social». Académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y condecorado con la Encomienda de Isabel la Católica (2015), entre otras distinciones ha recibido el premio Villa de Madrid «Ortega y Gasset de Ensayo y Humanidades» (1988). Es vocal del Patronato y miembro de la Comisión permanente del Archivo General de Simancas (desde noviembre de 2015) y codirector del doctorado de Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria. En Metahistoria hemos reseñado sus obras El Embajador Imperial Hans Khevenhüller (1538-1606) en España (cuya reseña puedes leer aquí) y Felipe IV. El Grande (cuya reseña puedes leer aquí).

*Publicado por la Editorial Universidad Francisco de Vitoria, septiembre 2021.