El fin de la revuelta comunera cumple su quinto centenario en este 2021. Eclipsada su conmemoración por la pandemia, fue uno de los sucesos más interesantes de la Edad Moderna española y merece ser recordado. Los hechos son, en gran medida, conocidos por todos y, en realidad, no hay debate acerca de su discurrir. No sucede lo mismo con la investigación de sus causas y sus motivaciones. En este punto, quinientos años después, la discusión sigue viva y los especialistas mantienen una enconada querella (que se remonta casi al momento mismo de la derrota comunera en Villalar) sobre qué significó en la España del siglo XVI. La relevancia que tuvo la revuelta despertó el interés, primero de los cronistas y, después, de los historiadores: no pocos de estos buscaron adecuar los acontecimientos a sus intereses o a su ideología. Porque, y esto es relevante, las Comunidades de Castilla trascendieron sus objetivos iniciales y se convirtieron en un símbolo con amplia resonancia popular.
Pocos sucesos de nuestra historia han tenido un “simbolismo” más cambiante. En función del momento en el que se trate o de la persona que lo aborde, la revuelta comunera fue una cosa o la contraria. De líderes cuasi democráticos que se levantan contra un tirano hasta cerriles insurrectos que quisieron frenar los avances y la visión imperial del nuevo monarca y estuvieron a punto de conducir la nación al desastre, las interpretaciones de la guerra de las Comunidades son muy dispares. Como ocurre con otros hitos de nuestro pasado, este se escapa de la historiografía para adentrarse en las tortuosas veredas de la propaganda y de los intereses políticos. Lo mismo sucede con sus líderes, alternativamente héroes o villanos (hace poco reseñábamos una biografía de Juan de Padilla, que puedes leer aquí, muy ilustrativa de la construcción del mito). La revuelta comunera se ha convertido, junto con el levantamiento del 2 de mayo, en uno de los movimientos populares más destacados de la historia de España. No es extraño, pues, que unos y otros se lo quieran apropiar.
En 1963, José Antonio Maravall publicó un libro que estaría llamado a ser el canon historiográfico sobre el movimiento comunero, dotando de un análisis riguroso a una cuestión que se había venido dirimiendo por otros derroteros. Su trabajo Las Comunidades de Castilla* pronto se convirtió en una obra de referencia y pocos han podido superar el fino análisis llevado a cabo por Maravall. En las décadas siguientes vieron la luz hasta tres ediciones del libro (la última, en 1978) con algunos añadidos y ahora, aprovechando el quinto centenario, Alianza Editorial lo rescata, acompañándolo de un breve prólogo del historiador José Álvarez Junco.
El trabajo de José Antonio Maravall no es un mero resumen cronológico de los hitos más importantes de la revuelta. Como explica el autor, “no tratamos de presentar en las páginas que siguen un relato de la rebelión de las Comunidades castellanas que, aproximadamente durante dos años, a partir de la segunda mitad de 1519, se desarrolló según una sucesión de hechos externos que damos por conocidos”. Y añade: “Tal vez porque faltan, sobre la gran masa de datos que van ya publicados, los estudios necesarios para poner en claro los factores que internamente movieron los acontecimientos que integran la historia de las Comunidades. Sólo cuando las causas que provocaron la revuelta y los fines que fueron sucesivamente inspirándola se sometan a conveniente análisis y sean conocidos en su variedad y proporcionada importancia será posible aspirar a una construcción sintética que con sistema y ajustada perspectiva nos presente la imagen completa de lo que fue el Movimiento comunero”.
El propósito de Maravall es, por tanto, analizar las raíces políticas que subyacen en el movimiento comunero, las motivaciones que llevaron a las Comunidades a levantarse contra Carlos V. A la vez, intenta reflejar el contexto sociopolítico en el que se produjo la rebelión, con lo que aborda cuestiones que van más allá del mero análisis de los hechos y presta atención a los planteamientos “ideológicos” que esgrimieron los cabecillas comuneros y a las ideas que circulaban por el continente europeo y por la península. El resultado es uno de los grandes trabajos sobre la historia de las ideas publicados en España, quizás el primer texto que aborda con rigor (exclusivamente) histórico este movimiento y ofrece un vivo retrato del estado en el que se hallaba la Monarquía Hispánica a la llegada del nuevo rey.
Para Maravall, como apunta Álvarez Junco en el prólogo, la protesta comunera fue un movimiento urbano, desarrollado en ciudades castellanas con un comercio o industria en auge, en las que emerge un incipiente carácter protonacional, y guiado por la pugna contra los señores. Su principal objetivo, limitar el poder de la Corona, habría anticipado las futuras luchas por combatir el absolutismo regio que empezaba a imponerse en las principales cancillerías de la época. El autor la califica de “primera revolución de carácter moderno”. Aunque tiene vínculos con las reivindicaciones gremiales que tuvieron lugar en la Baja Edad Media, la revuelta mostraría una inaudita modernidad en muchas de sus formulaciones, algunas de las cuales se adelantan a las que reivindicarán las revoluciones liberales siglos más tarde. Para Maravall: “[…] aunque fracasada su empresa, hay que reconocer a los comuneros un papel bien caracterizado en la historia de la libertad democrática en España”.
La obra se estructura en cinco capítulos que no siguen un eje cronológico, sino temático: las comunidades como movimiento urbano; la lucha sobre el orden constitucional y la significación política del término “Comunidad”; el principio de representación política y el problema del poder; la idea de libertad en la Edad Moderna y los aspectos sociales de la guerra de las Comunidades. Les acompaña un apéndice sobre “el eco de las Comunidades en las relaciones de los pueblos de España (1575-1578)”.
Todos los epígrafes están, lógicamente, relacionados entre sí, ya que Maravall quiere brindarnos una visión de conjunto que muestre la importancia de la revuelta comunera en el ideario político de la época y en la historia de España. Aunque se publicase hace sesenta años, la obra no ha perdido vigencia. Los postulados de Maravall han sido analizados y debatidos por numerosos historiadores ulteriores y algunas de sus tesis se han matizado o se han criticado (así, por ejemplo, el énfasis puesto en la modernidad de las pretensiones comuneras). No obstante, existe unanimidad al señalar la relevancia del texto y el rigor del enfoque que emplea. Es un excelente trabajo historiográfico, imprescindible para quien quiera adentrarse en uno de los acontecimientos más interesantes de la historia moderna de España.
José Antonio Maravall Casesnoves (1911-1986), catedrático de Historia del Pensamiento Político y Social de la Universidad Complutense, profesor asociado de La Sorbona, profesor visitante en la Universidad de Minnesota y miembro de la Real Academia de la Historia, fue una de las principales figuras de la historiografía española del siglo XX. Es autor de una amplísima obra, con títulos como Antiguos y modernos y Velázquez y el espíritu de la modernidad. En 1987, recibió póstumamente el Premio Nacional de Ensayo por su obra La literatura picaresca desde la historia social.
*Publicado por Alianza Editorial, abril 2021.