Tras la pérdida de los territorios de Ultramar en 1898, las posesiones españolas se reducían a la Península, las islas Baleares y Canarias y los enclaves marroquís y guineanos. Después de haber ocupado, durante siglos, un lugar preponderante en las relaciones internacionales, España se convirtió en una potencia de segundo orden cuyas principales inquietudes exteriores se centraban en el norte de África. Allí tuvieron lugar los únicos conflictos armados con los que lidiaron los ejércitos españoles en el siglo XX (al margen, obviamente, de la Guerra Civil). Marruecos fue el principal foco de atención de la política exterior de España, con fuertes ramificaciones en los asuntos interiores: la Semana Trágica de 1919 o el golpe de Estado de Primo de Rivera estuvieron, en gran medida, condicionados por los sucesos que acaecían en Marruecos.
Los enfrentamientos por controlar el norte de África se remontan casi al siglo XVI. Hace unos días reseñábamos la obra España contra el Imperio otomano (puedes leerla aquí) en la que se analizaban las distintas campañas o batallas que tuvieron lugar durante la Edad Moderna en el Mediterráneo. Su principal objetivo era expulsar a los piratas berberiscos de sus bases, lo que implicaba conquistar enclaves estratégicos (Melilla, Vélez de la Gomera, las islas Alhucemas…), algunos de los cuales todavía pertenecen a España. En el siglo XIX, sobre todo a partir de la segunda mitad, la dinámica varió y a los intereses defensivos se añadieron los económicos y políticos. Se intentó expandir la influencia por la región, bien mediante la fuerza (la Primera Guerra de Marruecos) o bien mediante el empuje comercial, para evitar que ingleses o franceses se hiciesen con el control de aquel territorio.
El siglo XX acentuó esta tendencia. España dominaba una amplia extensión de terreno cuando se creó el Protectorado, pero la hostilidad fue en aumento y los combates se multiplicaron, en especial en el Rif. Marruecos consumía casi todos nuestros recursos y era fuente de vivas polémicas en las Cortes. En este escenario se produjo uno de los reveses bélicos más relevantes de la historia contemporánea española, el conocido como desastre de Annual. En 1921, aproximadamente doce mil soldados perdieron la vida a manos de los rifeños encabezados por Abd el-Krim. La derrota sacudió los cimientos de la política española y provocó la caída del régimen establecido tras la Restauración. Jorge Martínez Reverte, con la colaboración de Sonia Ramos y de M’hamed Chafih, aborda este suceso en la obra El vuelo de los buitres. El desastre de Annual y la guerra del Rif*.
Como explica el autor, “este libro es la historia de ese enfrentamiento que duró pocos meses, pero se fraguó durante años, porque empezó en lugares como Fez mucho tiempo antes. Un combate que se resolvió con una escandalosa derrota provisional de las tropas coloniales españolas en un lugar llamado Annual, aunque siguió en otros sitios, como Nador, Zeluán o, sobre todo, Monte Arruit. Entre ocho y trece mil soldados españoles perdieron la vida en aquellos días. Algunos a manos de los rifeños y otros a causa de la sed, el hambre, el paludismo, el agotamiento…”.
Jorge M. Reverte relata un episodio desolador de la historia militar española. Una serie de malas decisiones, la incompetencia de algunos oficiales y una defectuosa planificación condujeron a las tropas comandadas por Manuel Fernández Silvestre (quien falleció en la refriega) a un descalabro sin paliativos y a la pérdida de la mitad de sus hombres. La derrota no tuvo lugar en una única batalla a campo abierto: como se explica en el libro, a lo largo de una serie de escaramuzas los rifeños fueron, poco a poco, diezmando a las tropas españolas a medida que se iban retirando de sus posiciones. La intricada geografía de la región, la falta de agua y el acoso constante provocaron escenas dramáticas, acentuadas por la crueldad empleada por los norteafricanos, quienes no dudaron en emplear la tortura para rematar a los soldados que caían en sus manos.
El autor también presta atención al líder rebelde Abd el-Krim, artífice de la victoria rifeña y líder indiscutible de la región. Fue el precursor de la efímera República del Rif. Al margen de sus maniobras tácticas durante la batalla, su gran logro fue unificar a las distintas tribus y lanzarlas contra los españoles. Su aplastante triunfo le permitió recuperar una sustancial extensión de terreno y erigirse como uno de los primeros cabecillas anticolonialistas. El autor le exime de algunos de los excesos cometidos contra los soldados españoles, aunque no está libre de culpa: “El libro también mantiene una tesis al respecto, y es que Abd el-Krim no controló, ni mucho menos, la situación. Los hombres de Metalza, Beni Bu Yahi y Beni Bu Ifrur, fueron quienes cometieron los peores excesos, espoleados por el enemigo desarmado y por viejos rencores personales y estafas mineras”.
Jorge M. Reverte sigue una estructura cronológica en la que, tras unos capítulos iniciales en los que hace una contextualización histórica y de los protagonistas, describe paso a paso la hecatombe sufrida por el ejército español. El libro abarca un marco temporal de tres meses, desde principios de junio hasta septiembre (aunque el último epígrafe se prolonga hasta octubre). Vemos cómo la espiral de miedo y muerte se extiende por Abarrán, Igueriben, Nador-Zelúan, Monte Arruit… hasta llegar a Melilla. Cada capítulo analiza los combates que se producen y cómo van mermando la moral de los soldados y alarmando al Gobierno español, que acaba por entrar en pánico. Entre las diferentes fuentes utilizadas destaca el expediente Picasso, un informe demoledor que intentó explicar los motivos de la derrota.
Concluimos con estas palabras del autor: “Esta es una historia triste, porque acumula miles de historias tristes, casi todas de hombres jóvenes, españoles y rifeños, envueltos en una guerra colonial sin ningún sentido para los españoles y con todo el sentido para los rifeños, que defendían su casa, su tierra y querían volver a su independencia, discutible como todas, pero suya. Al frente de los españoles, un general tan valiente como pagado de sí mismo, y, al frente de los rifeños, un increíble estratega sobrevenido, un hombre que aprendió sobre la marcha acerca del terreno en el que combatía y de quienes le siguieron. Fue, con seguridad, el más eficiente luchador, político y militar, anticolonialista de principios de siglo. Y uno de los primeros. Esta historia había que contarla con todos sus protagonistas. Es lo que hemos intentado”.
Jorge M. Reverte (Madrid, 1948-2021) ha sido periodista, historiador y novelista. Como periodista, colaboró con Cambio 16, La Calle, El Periódico de Cataluña, TVE y El País. En 2009 recibió el Premio Ortega y Gasset por su reportaje «Una muerte digna». Como historiador, publicó una serie de libros entre los que destacan La batalla del Ebro, Hijos de la guerra, La batalla de Madrid, La caída de Cataluña, El arte de matar, Soldado de poca fortuna, La División Azul y La furia y el silencio, Guerreros y traidores, De la guerra de España a la Guerra Fría y De Madrid al Ebro. Las grandes batallas de la guerra civil española (cuya reseña puedes leer aquí).
*Publicado por Galaxia Gutenberg, abril 2021.