CATEDRA - EL DEMINIO DEL SUR

El demonio del Sur. La Leyenda Negra de Felipe II
Ricardo García Cárcel

En los tiempos que corren, cuando la propia identidad de España se pone en entredicho, la leyenda negra ha vuelto a la palestra con renovado interés. No tanto por razones históricas sino, más bien, por motivaciones políticas. Hay quienes, empeñados en construir, o inventar, una realidad histórica alternativa, acuden a ella para mostrar las veleidades de una nación que, por alguna extraña razón, no consideran suya y aborrecen. La leyenda negra les sirve para crear estereotipos sobre los que montar sus aspiraciones políticas y contraponer utopías independentistas frente a un pasado en apariencia tenebroso y opresor. No faltan, desde el otro lado, quienes aprovechan esos tópicos para revigorizar la idea de España, en un proceso de exaltación de lo hispano frente a las mentiras, generalmente foráneas, que se han vertido sobre nuestro pasado.

Suele suceder, cuando la historia se margina y se da preminencia a la política, que el rigor de los trabajos desaparezca en ambos extremos. Predomina, en estos casos, un lenguaje combativo y grandilocuente que esconde la vacuidad de las ideas de sus defensores. No por gritar más alto, se tiene más razón, ni por realizar afirmaciones categóricas, se está en la verdad. La misión del historiador es, más bien, la contraria: ser humilde en sus afirmaciones y desconfiado en su investigación. Es la única forma de no dejarse arrastrar por las propias convicciones y por la compleja maraña de la historia.

Entre quienes han permanecido fieles al noble oficio del historiador, ajeno a toda influencia partidista, se encuentra el catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona, Ricardo García Cárcel, quien en su excepcional obra El demonio del Sur. La Leyenda Negra de Felipe II*, ha revisado y replanteado, desde un punto de visto exclusivamente histórico, un tema que ya trató hace veinticinco años.

El trabajo de García Cárcel es encomiable y tanto su prólogo como, sobre todo, su introducción, de obligada lectura para todos aquellos que aprecien la disciplina histórica. Con estas palabras describe el propósito de su obra: «Nada puede entenderse de Felipe II si no lo insertamos en la obsesión dramática de la reputación que tuvo nuestro personaje con la lucha contradictoria entre el reto de la imagen ante Dios y la Providencia y el de la imagen ante sus súbditos. En este escenario de ansiedad del rey por construir su imagen frente a las interesadas críticas que se le hicieron, ya desde la competencia de intereses, ya desde el desgarro victimista, se sitúa este libro. No pretendemos ni hacer un alegato contra la Leyenda Negra, entre otras razones, porque se han hechos muchos, ni una justificación de la misma. Simplemente, desvelar la tensión dramática que supuso la lucha entra la conquista silenciosa y circunspecta de la reputación por parte de un rey que gobernó una monarquía ingobernable y la erosión constante de su imagen que sufrió el rey desde España, desde Europa y desde América, en un tiempo de agitación religiosa y de escalada de nacionalismos de Estados emergentes, que pusieron en cuestión todo el andamiaje ideológico y estratégico en el que el rey Felipe II había crecido. En definitiva, lo que se hace en este libro es explicar un choque de reputaciones con muchas batallas en el escenario de la guerra de opinión entre Felipe II y su propio tiempo histórico».

No hay historiador serio que dé veracidad a las fábulas que conforman la Leyenda Negra, cuya inmensa mayoría han sido desmontadas por los especialistas. Existen, sin embargo, discrepancias a la hora de explicar su origen («Hoy lo que se debate es la metodología de la construcción de aquella imagen negativa«). Ahí­ reside una de las claves de esta obra. Frente a quienes han afirmado que su procedencia es eminentemente extranjera, como medio para desprestigiar al Imperio español (entre las defensoras de esta tesis se halla Marí­a Elvira Roca Barea con su obra Imperiofobia y leyenda negra, cuya reseña puedes leer aquí­), el catedrático valenciano adopta un punto de vista distinto.

Citándole de nuevo: «Por mi parte, sigo pensando, como hace tantos años, que el término aportado por Julián Juderías es, en sí­ mismo, un producto histórico que hay que insertar en el contexto del tiempo en que surgió y que el concepto de Leyenda Negra debe integrarse en el marco de la historia de los flujos de opinión, la imagología, con todas su connotaciones racionales e irracionales. No creo que se deba asumir el concepto de Leyenda Negra antiespañola como la fatídica maldición de la descalificación exógena de nuestro país que nos castiga con la imagen de un pueblo atrasado lleno de fanáticos religioso, culturalmente limitado y explotador de víctimas inocentes«. Y unas páginas más adelante añade: «Pero, más allá de los factores exógenos de la emisión de críticas negativas, quiero reiterar el papel que en la construcción nacional de la Leyenda Negra ha tenido la propia España».

García Cárcel intenta desmontar los mitos sobre la excepcionalidad de la Leyenda Negra española y busca encuadrarla en un proceso general al que se vieron sometidos todos los Estados, con mayor o menor intensidad. Nos revela, además, los infructuosos intentos propagandísticos que realizó la Corona para ensalzar la imagen del monarca y del Imperio, una especie de Leyenda Blanca que fracasó estrepitosamente. Para llevar a cabo este proceso, el historiador se centra en la figura del monarca Felipe II, paradigma de esa critica negativa que ha recibido nuestro pasado. Pocos personajes han despertado tanta atención y polémica y, sin embargo, seguimos sin tener una imagen clara de cómo era en realidad. Las visiones que han ofrecido los historiadores son tan dispares que parecen hablar individuos distintos. Al misterio que sigue envolviendo su personalidad se suma el poder que ostentó: España alcanzó su cenit bajo su reinado. El conjunto de estas peculiaridades dio pie (y aún se mantiene) a un caldo de cultivo idóneo para todo tipo de teorías conspiratorias, cuentos y maquinaciones, cuya meta era desprestigiar a la Monarquía Hispánica.

García Cárcel se centra en cuatro puntos. En el primer capítulo, reflexiona sobre los antecedentes de la mala imagen de Felipe II, es decir, el contraste y las similitudes con su padre, Carlos V. En el segundo capítulo, se ocupa de la proyección del monarca como personaje oscuro, impenetrable y obsesionado por que no se conozca su identidad. En el tercero, explora la imagen de Felipe II como un rey fanático y déspota cuya religiosidad mueve todas sus decisiones, a la vez que analiza la propaganda que franceses, ingleses, italianos, holandeses y portugueses vertieron sobre el Imperio. Y en el cuarto se centra en uno de los sucesos más misteriosos de su reinado, el encarcelamiento y muerte de su hijo, el príncipe de Carlos, cuya repercusión en Europa fue extraordinaria, en medio de un sinfín de rumores. Con este propósito se estudia al propio príncipe desde tres ángulos: su salud, su relación con las mujeres y su carácter levantisco. El libro concluye con un epígrafe dedicado a la Leyenda Blanca, que antes mencionábamos, y a los motivos por los que no prevaleció. Contiene, además, un apéndice con varios textos contemporáneos a Felipe II para ilustrar cómo se impulsó la Leyenda Negra.

Recomendamos la lectura de un libro necesario y magistralmente escrito, cuya mayor cualidad, que no la única, es ser un gran trabajo de investigación histórica sobre un tema polémico. Por desgracia, hoy son más necesarias que nunca este tipo de obras, frente al uso sesgado de la historia para otros intereses. La herramienta más útil es la seriedad y el rigor de quienes no se dejan arrastrar por los cantos de sirena del nacionalismo miope y fanático.

Concluimos con este párrafo que condensa la esencia del trabajo de García Cárcel: «En definitiva, la Leyenda Negra, más que inscribirla en una presunta construcción sórdida, elaborada desde oscuras conjuras internacionales, como lo hacía Juderías, habrí­a que normalizarla como una muestra más de los flujos de opinión de signo contrario (admiración-rechazo) que se cruzan entre sí­ todos los países europeos conforme se solidifican las identidades nacionales propias. España recibe críticas pero también alabanzas y, por supuesto, emite ella también juicios de valor positivos y negativos sobre otros países. La llamada Leyenda Negra es mucho más compleja de lo que puede deducirse del diagnóstico de Juderías. En los siglos XVI y XVII es muy distinta si procede de países competidores (Francia o Inglaterra), de sujetos pacientes del Imperio español o de excolaboradores (Guillermo de Orange, Antonio Pérez). Hay, por otra parte, una leyenda negra del Imperio en su fase ascendente que se escribe desde el resentimiento de la envidia, y otra del Imperio en su fase decadente que se escribe desde la ironía sangrante, que parece deleitarse en el í­dolo de los pies de barro«.

Ricardo García Cárcel, Catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona, fue decano de la Facultad de Letras de esta Universidad de 1983 a 1986. Ha sido profesor invitado en diversas universidades europeas y americanas (París, Cagliari, San José de Costa Rica, Burdeos, Dijon, Nueva York, etc.). Es académico correspondiente de la Real Academia de la Historia desde 2001 y Premio Nacional de Historia por su libro La herencia del pasado. Las memorias históricas de España (2012). Ha cultivado múltiples líneas de investigación: la historia social (Las Germanías de Valencia, 1975), la Inquisición (Orígenes de la Inquisición española, 1978; Herejía y sociedad en el siglo XVI, 1980), o la historia de Cataluña (Pau Claris: la revolta catalana, 1980; Historia de Cataluña, siglos XVI-XVII, 1985). Se ha interesado además, especialmente en los últimos años, por la confrontación entre realidad histórica y representaciones, y por la construcción de los nacionalismos, con libros como Las culturas del Siglo de Oro (1998), Felipe V y los españoles. Una visión periférica de España (2002) o El sueño de la nación indomable. Los mitos de la Guerra de la Independencia (2007).

*Publicado por Cátedra Ediciones, septiembre 2017.