Sin que exista una explicación plausible, los españoles poseemos una sorprendente inquina hacia nuestra historia y nuestra cultura, rasgo que no es reciente, sino que venimos arrastrando desde hace siglos. Nos hemos sabido vender mal y han sido otros quienes han logrado imponer, de forma generalizada, una imagen distorsionada y falseada de lo que somos y de lo que hemos aportado al mundo. La famosa Leyenda Negra, que nos persigue desde tiempos imperiales, ha echado raíces en el imaginario popular y ha construido una visión de lo hispano muy negativa, que algunos españoles han hecho suya. Según el tópico, seríamos un país atrasado, lleno de fanáticos religiosos, culturalmente limitado y que sojuzgó a sangre y fuego a pueblos inocentes. Poco hay de verdad en estas afirmaciones, pero luchar contra ellas requiere paciencia y una capacidad divulgativa y educativa que no está al alcance de todos.
En realidad, ni siquiera somos los únicos que han sufrido el acoso de la propaganda. Todos los imperios la han padecido y combatido, pero nosotros nos contamos, quizás, entre los más afectados. Hay dictaduras que tienen mejor prensa que la Monarquía Hispánica. La censura y el reproche siempre han acompañado al poder, lo que parece tan consustancial como inevitable, pues el odio y la envidia suelen generar este tipo de comportamientos. Escojan una civilización y rápidamente le vendrán a la cabeza sus vicios y sus virtudes. Ahora bien, la diferencia entre el legado de un Imperio u otro reside en la habilidad desplegada para ensalzar lo bueno y esconder sutilmente lo malo. Ahí se halla la clave para que la posteridad te perdone tus pecados o te condene a la deshonra.
La profesora María Elvira Roca Barea se enfrenta en su obra Imperiofobia y la leyenda negra. Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español*, a estos estereotipos. Intenta denodadamente desterrar la leyenda que tanto mal nos ha causado y demostrar, al mismo tiempo, que no es algo exclusivo de los españoles, sino que ha afligido a otros imperios. Con este objetivo, no duda en confrontar los escritos de algunos tótems y adentrarse en materias que hoy tenemos por seguras, pero cuyos fundamentos están apoyados en burdas mentiras. Trata de desmontar los mitos que constituyen nuestra Leyenda Negra —para lo cual no duda en utilizar un lenguaje combativo y directo— y, a la vez, de dar un toque de atención a una sociedad aletargada que desconoce y repudia su pasado. Somos algo más que un puñado de iletrados, fanáticos y conquistadores, y no está mal que nos lo recuerden de vez en cuando.
En un breve, pero contundente, prólogo, Arcadi Espada nos ofrece las claves del propósito de la autora. “Este libro da numerosos ejemplos de hasta qué punto no hay nada al margen de algo. Ni siquiera la obstinada indolencia con que España ha reaccionado a las mentiras que han proyectado los otros sobre ella es estrictamente característica. Los Estados Unidos reaccionan hoy ante la imperiofobia en parecidos términos a como lo hacían los españoles del siglo XVI y del XVII… y a cómo siguen haciéndolo. La diferencia es que los Estados Unidos es el imperio más poderoso que ha conocido la humanidad y España una nación trabada, cuya única relación con el imperio del pasado es, precisamente, esa indolencia ante los insultos y las falsedades, mucho más peligrosa, como demuestra la crisis de deuda, cuando se proyecta sobre un organismo frágil”.
Antes de valorar la historia española, María Elvira Roca estudia los imperios romano, británico, ruso y estadounidense para explicar cómo la aversión al poderío imperial es una constante en el tiempo. Intenta así dar respuesta a cuestiones tales como en qué condiciones se producen y propagan las leyendas negras y cuáles son los tópicos habituales que las constituyen. En estos términos lo expone: “La leyenda negra acompaña a los imperios como una sombra inevitable. Es, como intentaremos explicar, el resultado de la propaganda antiimperial creada por poderes rivales o locales con los que el imperio ha colisionado en su crecimiento. No importa que esos poderes tengan su asiento en comarcas, regiones o ciudades que hayan salido claramente beneficiadas de su contacto con el imperio. Estas oligarquías locales opuestas al imperio en alza no son absorbidas y la propaganda antiimperial es una herramienta más en su lucha para conservar su estatus. Pero una leyenda negra es mucho más. Proyecta las frustraciones de quienes las crean y vive parasitando los imperios, incluso más allá de su muerte, porque segrega autosatisfacción y proporciona justificaciones históricas que, sin ella, habría que inventar de nuevo”.
El grueso del libro, no obstante, está dedicado a la hispanofobia: trescientas páginas destinadas a limpiar el buen nombre del Imperio español. Que el lector no se confunda, María Elvira Roca no pretende vendernos una versión edulcorada de nuestro pasado, ni convencernos de que todo eran virtudes en la Península Ibérica. Tan solo quiere desenmascarar los prejuicios que propios y extraños han ido vertiendo sobre la historia hispana a lo largo del tiempo. La mayor parte de este bloque está dedicada, como no podía ser de otro modo, a los siglos XVI y XVII, cenit del poder de la Monarquía Hispana y momento en el que nace nuestra Leyenda Negra. El relato, sin embargo, no se circunscribe únicamente a este periodo, pues también aborda los siglos posteriores, hasta llegar al presente. Hoy se ciernen sobre nosotros otros estereotipos.
Sorprendentemente, las primeras manifestaciones de la aversión a lo español surgen en Italia y no en el norte del continente europeo. Los italianos fueron quienes empezaron a vender esa imagen de libertinos, pendencieros y de sangre mala que paulatinamente se fue propagando por Europa. No hubo de pasar mucho tiempo hasta que se hicieran eco de sus voces los enemigos del Imperio. Al explicar la difusión de la leyenda negra hispana, Roca Barea organiza su estudio sobre unas bases tanto territoriales como temáticas. Hay epígrafes dedicados a detallar la elaboración de la leyenda negra en Alemania, en Inglaterra y en los Países Bajos, mientras que otros versan sobre la Inquisición y la conquista de América. Cada capítulo presenta sus propias peculiaridades, aunque todos cuentan la misma historia: la construcción de un relato exagerado y falso sobre la imagen de España. La autora utiliza la comparación (por ejemplo, coteja el número de condenados a muerte por la Inquisición con los ejecutados durante las persecuciones religiosas en Inglaterra), la razón y un sinfín de fuentes para desmontar una burda, pero asentada, invención.
Alguno podrá pensar que este es un libro más de un españolista frustrado, añorante de tiempos mejores e impregnado de olor a naftalina. Así andan las cosas. Recuperar nuestra historia parece estar convirtiéndose en tarea arriesgada, a veces incluso sujeta a virulentos ataques de quienes viven acomplejados y temerosos de reivindicar, no ya las hazañas de nuestros antecesores, sino nuestro legado al mundo. María Elvira Roca da un necesario paso al frente y, desde el rigor académico, hace una llamada a la cordura.
Concluimos citando nuevamente a Arcadi Espada: “Nuestra ensayista ha conseguido con este libro algo de extremada dificultad en esta época. Ha hecho de España un país simpático. Esta es su mayor victoria contra el excepcionalismo, porque cualquier aventura humana, observada con la resignación a que obliga la muerte, acaba ganándose el corazón de sus pares. Es el momento de decir que su logro es el de una escritura tempestuosa, apasionada, el de una discusión inacabable y por momentos violenta, el de un punto de vista que va río arriba, pero que no olvida que la estrategia del salmón no la exime de la ecuanimidad y de la presentación rigurosa de las pruebas. Una escritura también simpática, pero en el sentido que lo es una voladura controlada. Así pues, curioso lector, lee este libro, nutritivo y ameno, hasta el final. Verás cómo a partir de ahora dirás sin vacilación ni miedo alguno leyenda negra. Pero, a diferencia de la costumbre, cargando fieramente la suerte por el sustantivo”.
María Elvira Roca Barea ha trabajado para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y enseñado en la Universidad de Harvard. Ha publicado varios libros y artículos en revistas especializadas, también ha dado conferencias dentro y fuera de España.
*Publicado por la editorial Siruela, noviembre 2016.