El cardenal-infante. El cardenal-infante La esperanza frustrada de la Monarquía Hispánica 1609-1641
José I. Benavides

Pocos períodos de la Historia han sido más turbulentos que la primera mitad del siglo XVII. Europa se hallaba sumida en una guerra general (en la que todas las grandes potencias se involucraron, de una u otra forma) que drenaba recursos materiales y humanos a un ritmo nunca visto. Las cortes eran un hervidero de intrigas y conspiraciones que, en reiteradas ocasiones, desembocaban en derramamientos de sangre. Los ejércitos batallaban en distintos escenarios y la suerte cambiaba de bando constantemente. Incluso se produjo una pequeña Edad de Hielo, como si la sociedad de aquella época no tuviese suficiente con los estragos de los enfrentamientos armados. La Guerra de los Treinta Años (y las crisis satélites que trajo consigo en varias partes del continente) ha sido, en proporción, uno de los conflictos más cruentos y gravosos de la larga historia de Europa.

La Monarquía Hispánica era un actor fundamental en esa época. La lucha contra las Provincias Unidas, que poco después se extendió a las fuerzas protestantes y a Francia, marcó el devenir del Imperio español y condicionó toda su política hasta bien entrado el siglo XVII. Los Tercios soportaron el peso de la contienda y tuvieron que lidiar con incontables adversidades, entre ellas, la falta de financiación, pues la Hacienda estaba exhausta debido a las cargas que debía afrontar la Corona. En este contexto, los mejores hombres fueron destinados a preservar las posesiones hispanas en el continente. De ahí emergen personajes como el Duque de Alba, Alejandro Farnesio, Ambrosio Spínola o Luis de Requesens, entre otros menos conocidos o anónimos, cuya destreza y tesón permitió sostener al Imperio cuando casi todo estaba perdido. La Paz de Westfalia, seguida de la Paz de los Pirineos, fue un breve respiro para Europa. España logró escapar, pese a que todo estaba en su contra, con cierta dignidad, sin grandes pérdidas territoriales y con la reputación más o menos intacta.

Entre los hombres que sostuvieron a la Monarquía Hispánica en la Guerra de los Treinta Años se halla don Fernando de Austria, hermano del monarca Felipe IV y conocido como el Cardenal-infante. Durante siete años, desde 1634 hasta su temprana muerte en 1641, estuvo al frente del ejército español en los Países Bajos católicos, tras haber sido virrey en Cataluña y gobernador de Milán. Su suerte fue esquiva: triunfador en la famosa batalla de Nördlingen, sus enfrentamientos contra Francia y Holanda no tuvieron tanto éxito.

El diplomático e historiador José I. Benavides retrata su fascinante biografía en la obra El cardenal-infante. La esperanza frustrada de la Monarquía Hispánica 1609-1641*. El suyo es un trabajo que trasciende el mero ensayo biográfico y retrata la poliédrica Europa de aquellos años. La biografía del Cardenal-infante nos ayuda a comprender quién fue este personaje, cuya ascendencia en la política imperial de aquella época fue considerable, además de retratar las luchas de poder que se producían en el seno del Imperio español.

Como apunta el académico Miguel Ángel Ochoa Brun en el prólogo del libro, “aquella época es inmensamente sugestiva. Un historiador puede adentrarse en ella como en un cuadro de pintura barroca. Sus capítulos se recorren como las salas de un museo: paisajes de viaje, campos y fragores de batalla, cabalgadas y cañonazos, recibimientos principescos, intrigas palaciegas o movimientos de embajadores. Se advierte que el autor se ha podido contagiar con gusto de esos ambientes. Y, finalmente, el personaje es atractivo. Sus pasos se siguen con interés, con complacencia, casi con participación en éxitos y esperanzas, con contrariedad en reveses y desilusiones. Hermano de un rey poderosísimo. A veces malquisto de ministros ambiciosos, cardenal de la Santa Iglesia romana y primado de la toledana, gobernador en Italia y en Tierras Bajas españolas, huésped definitivo de El Escorial. Por todo eso merecía la pena la biografía, completando a Novoa, van der Essen, Elliott o Quintín Aldea. Un libro, pues, que generosamente invita a rememorar y, gustosamente, a disfrutar de los avatares de una época feraz en sucesos, así como de las acciones de un personaje ilustre”.

La figura del Cardenal-infante es poco conocida entre el gran público. A diferencia de otros compañeros suyos en las armas, su legado ha pasado casi desapercibido. A pesar de ser hermano del rey y, por tanto, tener derechos sucesorios al trono español, su tránsito por los campos de batalla solo se recuerda por su victoria en Nördlingen (quizás el combate más importante de la Guerra de los Treinta Años). Su lucha contra Francia y las Provincias Unidas fue menos lustrosa, aunque no debemos olvidar la difícil situación que atravesaba la Monarquía Hispánica, ahogada militar y económicamente, por lo que resistir al empuje simultáneo de varios enemigos poderosos ha de considerarse, en sí, toda una proeza.

Fernando de Austria fue el sexto hijo (el tercero varón) del monarca Felipe III y Margarita de Austria. Como era habitual entonces, se le dirigió a la carrera religiosa, aunque nuestro protagonista siempre mostró su desagrado por esta vía. Fue nombrado arzobispo de Toledo y, poco después, cardenal, con visos a portar la mitra papal. No obstante, las intrigas en el seno de la Corte y el miedo del Conde-Duque a que su poder se viese mermado por la presencia del cardenal-infante, hicieron que se le alejara de Madrid. Fue nombrado virrey de Cataluña, luego gobernador de Milán y posteriormente de los Países Bajos, donde tuvo lugar su fulgurante carrera militar.

Todos esos acontecimientos son descritos con soltura y agilidad por José I. Benavides a lo largo de una obra que bucea en los motivos que llevaron a cada una de las partes a tomar las correlativas decisiones. Los conflictos entre el cardenal-infante con la Corte o con sus consejeros en Bruselas muestran la complejidad de gobernar en el siglo XVII. Al describir los vericuetos de la biografía de nuestro personaje, José I. Benavides relata una historia no menos interesante: la de la política europea de la primera mitad del siglo XVII.

A medida que avanzan las páginas de la obra, descubrimos cómo se tejían las relaciones internacionales y cómo se tomaban las decisiones en el seno de las cortes europeas. Nada ha de envidiar aquella diplomacia a las novelas o a las películas de espías de hoy. Traiciones, complots, asesinatos… todo cabía en un mundo en el que nada era cierto y todo podía cambiar en cualquier momento. Era una Europa que empezaba a descubrir los estados-nación, la alta cultura y la ciencia, a la vez que mostraba su lado más cruel en el campo de batalla. La guerra también forma parte de este libro, en el que las luchas de poder se enmarcan al lado de las formas de guerrear.

Concluimos con estas palabras escritas por el propio Cardenal-infante poco antes de morir y rescatadas del olvido por José I. Benavides: “Habíamos llegado a un punto en el que todos estábamos agotados y ni los franceses conseguían derrotar por completo a mis tropas, ni los holandeses apoderarse del territorio de los Países Bajos, mi salud se fue resintiendo tras los años pasados en campamentos, velas de armas, asedios y batallas bajo este clima inclemente de Flandes en el que la lluvia y el frío son la norma y el sol (¡ay, el sol de Madrid!) es rara excepción. Había acudido a intentar defender Bapaume, pero al agravarse mi estado hube de retirarme a este frío palacio de Bruselas en el que la humedad y las frías corrientes de aire me han dañado más de lo que había creído. Veo ahora que el fin está cercano y que los esfuerzos de los médicos no sirven para nada. Estoy aprovechando estos mis últimos días para hacer balance de mi vida y ponerme a bien con Dios. Si nunca tuve vocación religiosa nadie podrá dudar de mi fe y de Sus Manos espero la absolución”.

José I. Benavides (1941), licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (1963), cursó estudios complementarios en la Universidad de Edimburgo (1961-1962) y en la Escuela de Funcionarios Internacionales de Madrid (1963-1964). En 1965 ingresó con el número uno en la Escuela Diplomática. En 2007 fue ascendido a la categoría de Embajador de España. Interesado en la historia de España en los Países Bajos católicos durante el siglo XVII, ha publicado Milicia y diplomacia en el reinado de Felipe IV. El Marqués de Caracena (2012), El Archiduque Alberto y Felipe III. Una soberanía bajo tutela (2014) y Spínola. Capitán General de los Tercios. De Ostende a Casal (2018) (cuya reseña puedes leer aquí).

*Publicado por Esfera de los Libros, octubre 2020.