ESFERA LIBROS - SPINOLA

Spinola. Capitán general de los Tercios
José Ignacio Benavides

La Guerra de los Ochenta Años (1568-1648) ha sido el conflicto bélico más prolongado en la historia de España. Ninguna otra contienda condicionó tanto nuestra política como este enfrentamiento contra las Provincias Unidas. Compararla con el Vietnam estadounidense es una memez histórica, pero puede ser útil para comprender el impacto que tuvo en la sociedad de la época. La quiebra de la Hacienda española tuvo en las tierras flamencas una de sus causas. La guerra fue una sangría de hombres y recursos que acabó mermando las arcas hispanas y afectó a la política internacional de la Corona. Durante décadas, lo que hoy son los Países Bajos y Bélgica, fueron el centro de atención del continente europeo, pues allí se batían dos religiones, dos formas de gobierno y dos concepciones del mundo ¿Cuáles eran los principales intereses españoles en aquella región? Al margen de los elementos políticos y económicos, que tampoco eran tan relevantes, el prestigio y el honor se convirtieron en los principales adalides de la guerra.

Por el famoso Camino Español transitaron grandes figuras de la historia militar de la Monarquía Hispánica. Nombres como el Duque de Alba, Alejandro Farnesio, Luis de Requesens o don Juan de Austria, por citar solo a algunos, lideraron a los Tercios en las duras batallas contra los rebeldes holandeses y sus aliados. Allí se forjó una leyenda que se fue olvidando y que, poco a poco, estamos empezando a recuperar. A veces no somos conscientes de la importancia que tuvo el ejército español (aunque su composición era bastante heterogénea) en el devenir de los siglos XVI y XVII, convertido en la principal potencia militar de la época.

Entre los personajes que habían sido relegados a un segundo plano se halla el aristócrata genovés Ambrosio Spínola, capitán general de Flandes, que aparece en primer plano del famoso cuadro de la Rendición de Breda. El diplomático e historiador José Ignacio Benavides lo saca a la luz en su obra Spinola. Capitán general de los Tercios. De Ostende a Casal*.

Como explica el autor, “con este ensayo biográfico he intentado rescatar la memoria de uno de los personajes más señeros de la historia militar y política de España durante el siglo XVII. En general solo se le conoce por el cuadro con el que Velázquez inmortalizó la rendición de Breda, pero aparte de su gesto generoso hacia el vencido, poco más parece haber quedado en el recuerdo; tampoco su retrato en otro de los cuadros que ornaron el Salón de Reinos (La rendición de Juliers, de Jusepe Leonardo) ha calado suficientemente como para acercarse a su figura. […] La vida de Spinola ha sido objeto de trabajos más encaminados a una vulgarización simplificadora que a un análisis detenido de la personalidad política y la acción militar de Spinola durante el primer tercio del siglo XVII”.

La obra de Benavides reúne todos los ingredientes de una excelente biografía: un estudio riguroso, una prosa amena y un planteamiento serio, a la par que divulgativo. No se requieren conocimientos previos para adentrarse en sus páginas, ni hace falta contar con un bagaje histórico profundo, ya que el libro está pensando para dar a conocer a todos los públicos la vida de uno de los generales más importantes de la Monarquía Hispánica. De fondo, aparece la Guerra de los Ochenta Años —en la que nuestro protagonista jugó un papel muy destacado— y los entresijos del gobierno de la Corona española. A través de las experiencias de Spínola se reflejan los problemas que esta hubo de afrontar en aquellos territorios: brillantes victorias, dolorosas derrotas, una endémica ausencia de fondos, intrigas diplomáticas, luchas de poder y una kafkiana administración. El general genovés hubo de lidiar con todos estos avatares y, a pesar de su reputación, acabaría humillado por algunos personajes de la Corte.

SPINOLA - RENDICION DE BREDA

Ambrosio Spínola no fue un hombre hecho a sí mismo que hubiera de ascender poco a poco en el escalafón del ejército español. Descendía de las dos familias más importantes de Génova, los Doria y los Spínola, y, a nada que hubiese hecho, habría tenido una vida plácida disfrutando de las cuantiosas rentas familiares. Sin embargo, optó por la senda militar, es decir, por las penurias del campo de batalla y por la incertidumbre de la diosa Fortuna. José Ignacio Benavides se pregunta por los motivos que le empujaron a embarcarse en tan arriesgada aventura: ¿pretendía solo ir en ayuda de su hermano Federico, almirante de las galeras de Flandes? ¿Trataba de escapar a la preeminencia social y económica de la familia Doria sobre el mundo genovés? ¿Buscaba una fama y unos honores casi imposibles de alcanzar en Génova? ¿Le atraía la idea de la invasión de Inglaterra?

Al margen de las motivaciones que le empujaron, su llegada a las orillas del Mar del Norte causó sorpresa y cierta desconfianza: ¿qué hacia un banquero sin experiencia militar en aquellos lares? Los primeros años en Flandes no fueron fáciles y desde el principio se hicieron patentes los problemas que habrá de afrontar posteriormente. Como indica Benavides: “la primera señal de las dificultades con las que tendría que enfrentarse durante años al verse obligado a elegir entre la obediencia debida a las órdenes del rey o la necesidad inmediata de hacer frente a la guerra y, también posteriormente, a la mala voluntad que Felipe III mostró hacia sus parientes”. Sin embargo, los éxitos en el campo de batalla (empañados por alguna derrota) fueron otorgándole prestigio en las Cortes de Madrid y Bruselas. Paulatinamente se le asignaron funciones diplomáticas, políticas y militares más relevantes, hasta convertirlo en una pieza destacada en el tablero de ajedrez que era la política española en Flandes.

La negociación de la Tregua de los Doce Años, a la que primero se opuso pero luego defendió con ahínco, y el esfuerzo por mantenerla, una vez acordada, fueron las principales actividades a las que se dedicó Spínola al inicio del siglo XVII. La muerte de Felipe III, el valimiento del Conde-Duque de Olivares y la imposición de las tesis de los halcones del Consejo de Estado empujaron a la Monarquía a no prorrogar la tregua y reanudar la lucha. El general genovés, cuya victoria en Breda fue ampliamente celebrada, hubo de acudir a Madrid a intentar reconducir la política española. Nunca más volvió a Flandes, pues sus planteamientos no fueron escuchados.

Así describe José Ignacio Benavides los últimos años de su vida: “Tras meses de discusiones inútiles, infructuosas y agotadoras, Spinola fue enviado a su pesar como plenipotenciario gobernador y capitán general de Milán, con la vana esperanza de que hiciese el milagro de sacar a la monarquía del avispero de la Guerra de Sucesión de Mantua en que la había implicado un equivocado Olivares. Pero la partida se jugó con cartas marcadas, pues el enemigo no era solo Francia, Saboya o Mantua. De forma más sutil Madrid y Viena jugaron también contra Spinola y a la inesperada y traicionera anulación de los poderes concedidos para hacer la guerra o firmar la paz se unió la dolorosa noticia de la cobardía frente al enemigo de su hijo, en cuyo valor militar tenía sus últimas esperanzas. Le habían arrebatado el honor, la reputación y la salud. Ya no le quedaba más que recibir la muerte”.

José Ignacio Benavides (Madrid, 1941) se licenció en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (1963). Diplomático de carrera, desde 2007 fue Embajador de España. Ha servido en las embajadas en Londres y Luxemburgo y en los consulados generales en Caracas, Nîmes, Bruselas y Andorra. Se ha interesado especialmente por la historia de España en los Países Bajos durante el siglo XVII. Ha publicado Las relaciones España-Inglaterra en los reinados de Felipe III y Felipe IV (2011), Milicia y diplomacia en el reinado de Felipe IV. El Marqués de Caracena (2012) y El Archiduque Alberto y Felipe III. Una soberanía bajo tutela (2014).

*Publicado por Esfera de los Libros, 2018.