MARCIAL PONS - LUIS DE HARO

El mundo de un valido. Don Luis de Haro y su entorno, 1643-1661
VV.AA.

Si preguntamos por los nombres del duque de Lerma o el conde-duque de Olivares, probablemente se encenderá alguna luz en el lector. Si a este le interesa la historia española del siglo XVII sabrá, sin duda, quiénes son. Quizás no ocurra lo mismo con el duque de Uceda, con Fernando de Valenzuela o con Don Luis de Haro, cuyos nombres son menos conocidos e identificables. Todos ellos fueron, no obstante, validos de los monarcas españoles en el siglo XVII y llevaron las riendas de la política imperial durante aquella centuria.

La pionera obra del catedrático de Historia del Derecho Francisco Tomás y Valiente Los validos en la monarquía española del siglo XVII. Estudio Institucional (cuya reseña puede leer aquí) marcó un hito en el estudio de esta controvertida figura. Tomás y Valiente inició una corriente de investigación en la que se encuadran una profusión de trabajos, gracias a los cuales podemos conocer la biografía y las características de sus principales titulares. Lerma y Olivares han recibido, con diferencia, mucha más atención que los demás, a quienes han relegado a un discreto segundo plano. Poco a poco, la historiografía va enmendando esta situación.

Sorprende la escasa bibliografía sobre Don Luis de Haro. No existe siquiera una biografía suya que, hasta ahora, haya sido publicada y, aunque sea anecdótico y no signifique nada, su entrada en Wikipedia apenas ocupa cuatro párrafos. Resulta paradójico que quien dirigió el destino de la Monarquía Hispánica durante algo más de una década no haya levantado más interés. Fue él quien firmó la funesta paz con Francia en 1659, puso fin a la rebelión en Cataluña, gestionó la independencia de las Provincias Unidas tras la Paz de Westfalia e introdujo cierto orden en un Imperio que se desmoronaba a grandes pasos. Su figura, sin embargo, ha pasado inadvertida, eclipsada por la sombra de su tío, el conde-duque de Olivares, que ha acaparado mucha más atención. La pérdida de gran parte de su documentación personal y la adopción de un perfil más discreto que el de su predecesor tampoco invitan a su estudio. Ahora bien, su semblanza es imprescindible para conocer un periodo esencial de la historia española del siglo XVII.

En mayo de 2014, un grupo de historiadores coordinados por el profesor Rafael Valladares se reunieron en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de Madrid para abordar los rasgos del valimiento que encarnó Luis de Haro. El resultado de aquel simposio es el presente libro, cuyo título El mundo de un valido. Don Luis de Haro y su entorno, 1643-1661*hace referencia al trabajo que John Elliott y Laurence Brockliss publicaron en 1999. El propio Elliott, quien redacta el prólogo, resume así la esencia de esta obra colectiva: “El valimiento está íntimamente ligado a la vida de palacio y en este libro, por ejemplo, se hallarán ensayos que profundizan nuestro conocimiento de la composición y la manera de funcionar de la cámara del rey y la capilla real. Igualmente, el valimiento no se entiende sin tomar en cuenta las ambiciones territoriales y las rivalidades familiares de las grandes casas aristocráticas, su ansiedad e incluso su obsesión por la cercanía al rey, el papel del patronazgo y el clientelismo en la adquisición de poder y reputación. Todos éstos son temas historiográficos muy vivos hoy en día. Por último, la historia política se ha renovado con la incorporación de la historia del arte y del libro. Tales enfoques nos han ayudado a entender cómo los validos hacían uso de la pintura, la arquitectura y la literatura para construir y proyectar su imagen en el mundo político y social. Incluso el evitar algunas de las formas tradicionales de auto-proyección que se nota en el valimiento de Haro puede constituir una afirmación del tipo de imagen que quería presentar ante los ojos de sus contemporáneos y de futuras generaciones”.

Como toda obra colectiva, cada capítulo aborda un elemento dispar de la figura de Don Luis de Haro. En total, el libro está compuesto por una decena de colaboraciones, escritas por reconocidos especialistas. Antes de abordar su estructura y desarrollo, no viene mal recordar quién fue el protagonista de esta investigación.

Los padres de Luis Méndez de Haro y Guzmán (1603?-1661) fueron Diego López de Haro y Sotomayor, marqués del Carpio, grande de España y gentilhombre de la cámara del Rey; y Francisca de Guzmán, hermana del conde-duque de Olivares. Su linaje le permitió acceder rápidamente a destacados puestos en la Corte y ya en su infancia fue gentilhombre del futuro monarca, con quien trabó una estrecha amistad. La destitución de su tío en 1643 le abrió las puertas del valimiento (al que optaban otras personalidades, como el conde de Castrillo). Desde entonces hasta su muerte, en 1661, controló la política española. Negoció personalmente la paz con Francia en la Isla de los Faisanes, teniendo como interlocutor al cardenal Mazarino, y participó en alguna campaña militar, entre otras en el sonado fracaso del sitio de Elvas. También hubo de lidiar con espinosos asuntos, como el perdón al poderoso duque de Medina-Sidonia o la gestión del turbulento legado de su tío. Su muerte, algo prematura, supuso un punto y aparte en la política de la Monarquía Hispánica.

LUIS DE HARO - PAZ DE LOS PIRINEOS

Los capítulos de los profesores Ángel María Ruiz Gálvez (Don Luis de Haro y Córdoba. Bases socioeconómicas del poder de un valido), Santiago Martínez Hernández [La cámara del rey durante el reinado de Felipe IV: Facciones, grupos de poder y avatares del valimiento (1621-1665)] y Rafael Valladares (Origen y límites del valimiento de Haro) exploran el entorno que permitió el ascenso de Haro al poder. La Corte española era un complejo puzzle de intrigas y alianzas, donde todos buscaban hacerse con un resquicio del favor del monarca. Para lograrlo, era imprescindible contar con buenas conexiones, mucha habilidad y un sustento económico que facilitase el lucimiento personal (requisitos que nuestro protagonista sobradamente cumplía). Como señala Valladares, el estilo que adoptó Luis de Haro fue mucho más discreto y precavido que el de sus predecesores. Sirvan estas palabras como ejemplo: “De los años de su tío, Haro renunció a los aspectos más emblemáticos como el reformismo y el culto a la personalidad. La imagen de su privanza Haro la construyó a partir de otros dispositivos, en particular desde un mimetismo con el rey respetuoso con su persona, por encima de la cual jamás se elevó”.

En el siglo XVI, el poder no solo se medía por la capacidad de decisión: había que aparentar ser poderoso. La imagen lo era todo y la ostentación no era un capricho, sino un signo de fuerza. Varios capítulos de la obra estudian la relación entre Don Luis de Haro y las artes. Alistair Malcolm analiza, en Intercesor de escritores: las dedicatorias de libros a don Luis de Haro y su relación con los autores (1625-1662), las dedicatorias que recibió el valido a lo largo de su vida (un número considerablemente superior al de sus predecesores); Miguel Ángel López Millán, en «Esta casa no se acaba». don Luis de Haro y el Palacio de Uceda en Madrid, aborda la residencia de Haro en Madrid y la labor arquitectónica que llevó a cabo tras el incendio que sufrió el palacio. Por último, Leticia de Frutos examina la escasa estela iconográfica o artística que nos ha legado el marqués de Carpio, así como su relación con la pintura, en el epígrafe titulado El retrato de un valido: las colecciones artísticas de don Luis de Haro.

Junto con la monarquía, los otros poderes de la Edad Moderna fueron la nobleza y la Iglesia. Ambas hicieron de contrapeso al absolutismo regio y lucharon denodadamente para preservar su influencia en los asuntos de Estado. Utilizaron para ello, entre otras herramientas, el clientelismo, que se convirtió en una práctica muy extendida y organizada. Tanto Óscar Mazín (Hombres de Prudencia y «grandes Partes». el conde de Castrillo y don Luis Méndez de Haro), como Juan A. Sánchez Belén [La Capilla Real de Palacio en tiempos del valimiento de don Luis de Haro (1643-1661)] y Luis Salas Almela («Queriéndolo disponer el señor don Luis». Haro y el «Favor Perdido» de los Medina Sidonia) abordan el poliédrico trato entre las distintas instituciones de la Monarquía Hispánica y las luchas de poder en la Corte.

El conjunto de las colaboraciones que integran la obra da como resultado un exponente, amplio y heterogéneo, del valimiento de Don Luis de Haro, del que se abordan, además de la faceta política de su gobierno, las cuestiones culturales, sociales y artísticas más relevantes. Estamos, por tanto, ante una forma distinta de acercarnos a un personaje clave de la mitad del siglo XVII. Citando nuevamente a sir John H. Elliott: “Tales temas y otros igualmente interesantes se encuentran en este admirable libro, lleno de detalles fascinantes y de exposiciones innovadoras. Los ensayos aquí publicados van más allá de la mera exposición. Al abrir nuevas perspectivas invitan a investigar más a fondo, y no hay duda de que aún queda mucho por investigar. No obstante, gracias a la iniciativa de Rafael Valladares, a las investigaciones suyas y a las de sus colaboradores, la historia de la segunda mitad del reinado de Felipe IV ya no es tierra tan incógnita como antes y se empieza poco a poco a desentrañar sus secretos. Sin embargo, a pesar de todo lo descubierto, es forzoso confesar que don Luis sigue guardando gran parte de los suyos. Hoy, como antes, se esconde en la sombra, pero no hay que sorprenderse. Si la discreción tiene nombre, ese nombre es don Luis de Haro”.

*Publicado por Marcial Pons Ediciones de Historia, noviembre 2016.