TROTTA - DESPRECIO DEL MUNDO

Desprecio del mundo y alegría de vivir en la Edad Media
Emilio Mitre

Como es notorio, sobre la Edad Media ha caído el estigma de época oscura y triste, reino de la ignorancia y el fanatismo; una imagen forjada entre los tiempos del Renacimiento y los del Romanticismo. Quizá porque —en otras razones— en la misma Edad Media se creó un clima filosófico que permitió juzgarla con extrema severidad. La época quedaba indeleblemente asociada a esa temible tríada de peste-guerra-hambre que daría muy pocas oportunidades para el desarrollo de lo alegre y festivo. Sin embargo, como es también notorio, los cambios en la percepción del Medievo a cargo de los historiadores han permitido explorar también en otra dirección. De ahí ciertas dialécticas que se considera formarían la textura del período: las tinieblas y las luces; los vicios y las virtudes; los literati y los illiterati; los clérigos y los laicos; la fe y la razón”. Así comienza la interesantísima obra del profesor Emilio Mitre, Desprecio del mundo y alegría de vivir en la Edad Media*.

En efecto, estamos acostumbrados a calificar la Edad Media como un período sombrío, decadente, iletrado, inestable y peligroso, marcado por fenómenos sangrientos (las cruzadas, las incursiones vikingas o las luchas entre señores feudales) o trágicos (la Peste Negra). Sería poco más que un triste intervalo entre el majestuoso Imperio Romano y el despertar del Renacimiento. Basta, no obstante, acudir a fuentes históricas serias y fiables para que esta visión tan sesgada se derrumbe. Por desgracia, la mayoría de las obras divulgativas han incidido en los estereotipos tradicionales y no se han preocupado de someter a revisión las ideas preconcebidas. Además, se han centrado en los aspectos políticos de este período, soslayando las relaciones espirituales y sociales de la comunidad medieval.

La obra de Mitre busca, humildemente, superar esas lagunas para desvelarnos algo tan cotidiano y tan humano como la felicidad, las fiestas o los juegos del Medievo, al mismo tiempo que profundiza en el pesimismo sobre el mundo terreno que entonces se originó. Surgida de la conferencia de clausura que el historiador impartió en un seminario organizado por el Departamento de Historia Medieval de la Universidad Complutense a principios de febrero de 2015, en sus apenas ciento cincuenta páginas Mitre desglosa con maestría un tema sumamente interesante y original, la dialéctica entre la frontal reprobación del mundo (contemptus mundi) y su amable o jocosa aceptación (iuvat vivere) de la sociedad de la Edad Media. Una confrontación cuyos oponentes, dice Mitre, están cargados de importantes matices y ambigüedades.

A pesar de que fue en siglos posteriores cuando la “mala fama” de la Edad Media se asentó en la mentalidad colectiva, los propios hombres del Medievo concibieron una existencia bastante negativa y pesimista. Por ejemplo, la difusión en aquellos siglos del Apocalipsis, al que Mitre dedica todo un capítulo, muestra el pesaroso trayecto que el hombre ha de recorrer hasta alcanzar la Ciudad Celestial. En este mismo sentido, el contemptus mundi, el desprecio de lo terrenal, se extendió entre muchos pensadores de aquellos años: Boecio, Lotario de Segni, Savonarola, Don Juan Manuel, Pero López de Ayala o Paulo Orosio, entre otros, consideraron que la naturaleza humana estaba corrompida y que su única esperanza de salvación era seguir unas severas normas (como las del monacato) y acometer una profunda renovación moral de la sociedad. Esta interpretación también afectó al arte y a la cultura, que utilizaron el miedo a la perdición eterna como un instrumento pedagógico para las clases populares.

Frente a esa visión del mundo, Emilio Mitre dedica un extenso capítulo a las corrientes que potenciaron un sentir más “alegre” o positivo de la existencia. El medievalista parte de una revisión del pesimismo antropológico atribuido a aquel período y se adentra en el amor cortés, en los goliardos, en la alegría de vivir que inspiró el franciscanismo o en la dignificación del cuerpo que intelectuales como Tomás de Aquino, Petrarca, Ramón Llull o Juan de Salisbury reivindicaron. Muchas de estas corrientes tuvieron un importante reflejo en la literatura de la época, aunque su incidencia práctica en la vida medieval fuera menor y no se propagaran tanto entre el pueblo.

DESPRECIO DEL MUNDO - PROVERBIOS FLAMENCOS

A la presencia en la sociedad del Medievo de los juegos y de las fiestas (las manifestaciones externas de lo que se suele denominar el homo ludens) dedica Mitre varios capítulos. Sirva como ejemplo, esta reflexión de nuestro autor: “En términos generales, la cultura de la época medieval no solo es intelectual sino también física, e incluso ‘deportiva’. En ese contexto resulta tópico recordar algunos ejemplos. Así, ese tríptico pedagógico-deportivo recomendado a las élites sociales (‘la equitación al estilo franco, el manejo de las armas y la caza’) que para época temprana Carlomagno aplicaba a sus hijos. Las minorías cultas van a proporcionar incluso auténticos tratadistas en cuanto a formas de diversión se refiere: cetrería, juego de ajedrez…”. En sus páginas encontramos analizadas las formas de juego y el espíritu de competición de los hombres de la Edad Media, así como las festividades y ceremonias religiosas o, incluso, la visión más lúdica de la guerra.

El último bloque del libro está dedicado a la felicidad del cristianismo medieval, que sirve de nexo entre las dos visiones contrapuestas que enfrenta la obra. Emilio Mitre considera que ambas interpretaciones del sentir del hombre se equilibran, sin que ninguna prevalezca sobre la otra. Estas son sus palabras: “Esa alternancia (o ¿coexistencia?) de contrarios —entre la dulzura y la amargura, la alegría y la tristeza, el dolor y el placer— que llega hasta el final de la Edad Media haría prácticamente imposible la adopción de una postura unívoca a propósito del superior papel otorgado a una u otra postura. Más aún por el toque de atención que significaron algunas catástrofes como la demográfica que sacudiría a Europa y al mundo conocido en general, desde mediados de siglo XIV”.

El trabajo de Mitre es una pequeña muestra de la sabiduría y del conocimiento que el autor tiene sobre la Edad Media. Escrito con sencillez, aunque con un significativo poso académico, la obra nos revela una de las facetas menos conocidas de la sociedad medieval. Su principal aliciente, que lo distingue de los interminables manuales sobre la época, estriba en ofrecernos unas pinceladas sobre la felicidad y el pesar de una sociedad compleja, poliédrica y con numerosas aristas. Es, sin duda, un libro imprescindible por su originalidad y su erudición.

Emilio Mitre Fernández ha sido profesor desde 1965 en distintas universidades españolas: Valladolid, Alcalá de Henares y Complutense de Madrid, en la que se jubiló como catedrático de Historia Medieval en 2007. Sus publicaciones cubren especialmente dos campos. Por una parte, la Castilla bajomedieval, con Evolución de la nobleza en Castilla bajo Enrique III (1968) o Los judíos de Castilla en tiempo de Enrique III. El pogrom de 1391 (1994). Por otra, la Iglesia y la vida religiosa, con particular atención a las disidencias: Las grandes herejías de la Europa cristiana, 380-1520 en colaboración con C. Granda (1999) y Ortodoxia y herejía entre la Antigüedad y el Medievo (2003). En Metahistoria ya hemos reseñado dos de sus obras: Ciudades medievales europeas (léela aquí) e Historia de la Edad Media en Occidente (léela aquí).

*Publicado por la editorial Trotta, mayo 2017.