ATICO DE LOS LIBROS - VENECIA CIUDAD DE FORTUNA

Venecia. Ciudad de fortuna. Auge y caída del imperio naval veneciano
Roger Crowley

No es fácil encontrar en Europa un pasado tan apasionante como el de Venecia. Fundada en el siglo V d.C. en una zona de lagunas y marismas con el fin de proteger a sus habitantes de las incursiones bárbaras (de ahí que se edificase sobre una infinidad de pequeños islotes), no tardó mucho en desembarazarse de la tutela bizantina y convertirse en una de las ciudades-estados más famosas de la historia. Los venecianos, a pesar de los exiguos recursos que disponían, se las ingeniaron para construir un extraordinario imperio comercial, cuyos signos distintivos fueron el poderío naval y una hábil política diplomática. Con el tiempo, sus mercaderes terminaron erigiéndose en los principales intermediarios entre Oriente y Occidente, a la vez que competían, durante siglos, con los genoveses por el monopolio del Mediterráneo oriental. La expansión del Imperio otomano y el descubrimiento de América golpearon a la frágil economía veneciana y pusieron fin a sus días de gloria. Aun así, la Serenissima mantuvo su autonomía hasta que desapareció en 1797, vencida por Napoleón.

Todo lo que rodea a Venecia reviste una asombrosa originalidad. Quien haya visitado la ciudad sin duda lo habrá comprobado. Es una rara avis dentro del continente europeo, al igual que lo es su historia. Su sistema político, complejo y plutocrático, pervivió durante centurias y, aunque amenazada por sultanes, emperadores y condottieri, supo preservar su identidad hasta el final. Sus limitaciones físicas fueron un acicate para volcarse en el mar y tan solo durante cortos períodos de tiempo los dogos se involucraron en las disputas de los territorios colindantes. La proyección marítima obligó a los venecianos a agudizar el ingenio y a desarrollar avances tecnológicos y económicos que les permitieran sobrevivir en un entorno extremadamente hostil y azaroso. Pocas veces se ha dado una unión tan íntima entre una ciudad y su destino: todos los venecianos sentían como suyos cada barco que se hundía o cada marinero que no volvía.

Si conocer la historia de Venecia siempre es interesante, el interés se incrementa al adentrarnos en ella de la mano del historiador británico Roger Crowley, quien tiene esa rara habilidad, propia de los ingleses, para combinar con maestría el rigor de la historiografía más especializada con la cautivadora prosa de la alta divulgación. Su obra Venecia. Ciudad de fortuna. Auge y caída del imperio naval veneciano* es fascinante, nos atrapa desde la primera página y no nos suelta hasta el epílogo, tras haber recorrido en un pestañeo quinientos años de historia. El autor pone el foco en la expansión veneciana (y posterior retroceso) por el Mediterráneo, analizando los obstáculos que hubo de superar y los enconados enemigos a los que tuvo que enfrentarse. El mar y el comercio, al final, son casi tan protagonistas como la propia ciudad, dado que, sin ellos, Venecia no hubiese existido.

Con estas palabras resume Crowley la esencia de su trabajo: “Este libro es la historia del ascenso de ese imperio, el Stato da Mar, como lo llamaban en su dialecto, y de la riqueza comercial que creó. Las cruzadas ofrecieron a la República la oportunidad de ascender en ese escenario que representaba el mundo. Los venecianos se aprovecharon de la situación a fondo y se enriquecieron enormemente. Durante más de quinientos años fueron los señores del Mediterráneo oriental y le dieron a su ciudad el apodo de la Dominante; cuando el mar se volvió contra ellos, organizaron una defensa resuelta y combatieron hasta el último aliento. El imperio que habían construido era ya grande cuando Petrarca vio partir el barco desde su ventana. El conjunto era curioso y variopinto: una colección de islas, puertos y bastiones estratégicos diseñada solamente para albergar barcos y canalizar las mercancías hacia la metrópolis. La de su construcción es una historia de coraje y engaños, de suerte, persistencia, oportunismo y catástrofes periódicas”.

El subtítulo del libro, Auge y caída del imperio naval veneciano, sintetiza el enfoque por el que ha optado el historiador británico. Al margen de algunas referencias sobre la organización política y el funcionamiento de la ciudad, la mayor parte del relato tiene lugar a bordo de un barco o en alguna de las colonias comerciales que Venecia poseía por el Mediterráneo. Crowley indaga cómo se produjo la espectacular expansión veneciana y qué factores la hicieron posible. Predomina, por tanto, la historia política, con una presencia notable de historia militar. La Serenissima no sólo destacaba por sus sobresalientes dotes mercantiles: su fuerza naval también era temible. Al igual que la talasocracia ateniense en la Edad Antigua, su principal embajador era su Armada, de modo que cuando esta zozobraba, lo hacía todo su imperio.

VENECIA CIUDAD DE FORTUNA - PLAZA DE SAN MARCOS

La obra comienza aproximadamente en el año mil y concluye al inicio del siglo XVI, momento en que el Imperio Otomano asestó un golpe casi decisivo a los intereses comerciales venecianos, arrebatándole varias de sus colonias. Creta, baluarte del imperio, permaneció en manos venecianas hasta 1669, cuando, tras veinticinco años de asedio, claudicó ante los ejércitos de la Sublime Puerta. Para entonces, la República ya sólo era una sombra de lo que había sido. Gran parte del relato engloba los siglos XII a XIV, el cenit del poder de la Serenissima. Hacia el año 1400 el mar Adriático se había convertido en el mare veneziano, desde Corfú hasta el río Po; mientras las posesiones del Stato di Mare incluían las islas de Creta y Eubea, varias otras del mar Egeo y numerosos enclaves en los Balcanes. Las flotas venecianas atravesaban el Mediterráneo extendiendo su red de contactos mercantiles por toda Europa y Medio Oriente.

Junto a Venecia, aparecen como protagonistas secundarios Constantinopla y Génova. La historia de la ciudad italiana no podría entenderse sin esos dos adversarios, que condicionaron su destino. Constantinopla, como capital de Bizancio y del Imperio otomano, era la llave del lucrativo y codiciado negocio del mar Negro, además de controlar parte del Mediterráneo oriental, clave para la supervivencia veneciana. No es de extrañar, por tanto, que su presencia sea recurrente a lo largo de todo el libro, teniendo en cuenta, además, que Venecia fue la principal promotora de la Cuarta Cruzada, que acabó con la conquista de Constantinopla y dio lugar a la instauración del efímero Imperio latino. Génova, por su parte, fue el principal enemigo comercial de Venecia, con la que guerreó durante siglos, sin que hubiese un claro vencedor.

A diferencia de otros grandes imperios, el motor del expansionismo veneciano no fue la defensa de una religión, la propagación de unos ideales o la mera ambición de sus soberanos. La inspiración principal fue mucho más mundana y material: la simple avaricia, el ánimo de obtener mayores beneficios. Así lo explica Roger Crowley: “Fue, en cierto sentido, la primera ciudad virtual: un almacén offshore sin medios visibles para sustentarse, casi asombrosamente moderna. Como dijo Priuli, la ciudad se levantaba sobre una abstracción. Era un imperio de dinero. […] La tremenda atención que prestaba la República a los asuntos fiscales y económicos estaba siglos por delante de sus tiempos. Fue el único Estado en el mundo cuyas políticas de gobierno estaban únicamente dirigidas a fines económicos. No había ninguna fisura entre su clase política y sus comerciantes. Era una república dirigida por y para emprendedores, y su Gobierno legislaba a tal efecto. […] Remplazó al galante caballero medieval por un nuevo tipo de héroe: el hombre de negocios. […] Fue la aventura marítima la que hizo todo esto posible. En el proceso, Venecia cambió el mundo”.

En España conocemos poco la historia de Venecia. Apenas si sabemos dónde está y lo hermosa que es, pero poco más. A partir del siglo XVI tuvimos más contacto con los genoveses, quienes llegaron a convertirse en los principales banqueros de la monarquía hispana, mientras que Venecia se ocupaba principalmente de Oriente, razón por la que apenas hay textos editados en España sobre la República. El libro del historiador británico es una excelente oportunidad para descubrir los entresijos del Imperio veneciano (en definitiva, una parte esencial de la Historia de la Europa mediterránea), además de brindarnos una lectura sumamente amena y entretenida. Un gran libro.

Roger Crowley nació en 1951, pasó parte de su infancia en Malta y ha vivido en Grecia y en Estambul. Su padre fue oficial de la marina británica y el joven Roger le acompañó en muchos de sus destinos. Estudió en la universidad de Cambridge. Su libro Imperios del mar fue, para el Sunday Times, el Libro de historia del año 2009 y apareció en las listas de los más vendidos del The New York Times. Es autor también de Constantinopla 1453. El último gran asedio (cuya reseña puedes leer aquí).

*Publicado por la Editorial Ático de los Libros, octubre 2016.