Más de setenta y cinco años han transcurrido desde que concluyera la Guerra Civil. Varias generaciones de españoles han nacido durante ese tiempo y, por desgracia, todavía no podemos hablar de ella sin enzarzarnos en absurdas y eternas disputas. Cualquier trabajo que vea la luz sobre la contienda, o sobre los años previos y posteriores, por muy concienzudo y objetivo que sea, acaba inexorablemente clasificado en un bando (hoy ya imaginario). Al final, muchos historiadores, temerosos de las repercusiones que puedan tener, amoldan sus conclusiones a un discurso políticamente correcto en detrimento de la realidad histórica. Otras tantas obras abandonan directamente el rigor científico y se centran en la polémica, escritas como están para vender libros bajo una idea preconcebida que envuelven en un aura pseudohistórica. Afortunadamente empiezan a proliferar trabajos académicos que intentan ser eso, investigaciones especializadas sobre la Guerra Civil como un episodio más de nuestro pasado, pero por ahora son un oasis en medio de un desierto de incomprensión.
La lacra que pesa sobre los estudios de la Guerra Civil ha viciado también a todo lo relacionado con ella. La década de los treinta y principios de los cuarenta sigue siendo un período confuso donde los planteamientos de los historiadores son, en ocasiones, diametralmente opuestos. Uno de los temas que hasta el momento menos se había estudiado es el destino de los exiliados y refugiados españoles durante y tras el conflicto. Hoy se han multiplicado las investigaciones pero sigue habiendo todavía mucho por descubrir. De los españoles que hubieron de huir del régimen franquista, muchos se hacinaron en campos al sur de Francia y tras la guerra o permanecieron en Europa o emigraron al continente americano. Algunos de ellos, una fracción relativamente pequeña, se alistó en las fuerzas francesas para hacer frente a la amenaza fascista. La historia de estos 1.182 voluntarios ha sido recogida por Diego Gaspar Celaya en su obra La guerra continúa. Voluntarios españoles al servicio de la Francia libre (1940-1945)*.
No solemos reseñar libros que aborden la Guerra Civil o el franquismo, pues creemos que todavía no hay la suficiente distancia y profundidad de miras en algunas publicaciones (y así, además, evitamos reacciones desagradables). Preferimos centrarnos en el resto de la historia que, para sorpresa de algunos, va más allá del siglo XX. Por esta razón nos ha sorprendido gratamente el trabajo de Diego Gaspar: escrito con un impecable rigor histórico, analiza (al final es lo que tiene que hacer un historiador) el recorrido de los españoles que colaboraron con la Francia Libre durante la Segunda Guerra Mundial. Fuentes, datos y documentos sirven al doctor en Historia por la Universidad de Zaragoza para llevar a cabo una investigación seria y muy sugestiva. Quizás al lector no especializado su meticulosidad le llegue a apabullar, pues es una obra donde las fuentes están muy presentes en el texto. Para no incurrir en una narración demasiada impersonal y fría, Diego Gaspar introduce pequeñas biografías de algunos de estos voluntarios que ilustran de forma más gráfica y viva sus explicaciones.
El autor deja claro el objetivo de su obra en la introducción: “En esta obra planteó un estudio histórico-sociológico que analice el origen de todos aquellos españoles, hombres y mujeres, que de forma voluntaria se pusieron al servicio de la Francia libre; sus particulares características sociales; los diferentes itinerarios que protagonizaron antes y después de incorporarse a los ejércitos de la Francia libre; las motivaciones que les impulsaron a dar ese paso; el universo material y moral en el que convivieron bajo la bandera francesa; los teatros de operaciones y acciones militares en los que intervinieron; sus distracciones, dentro y fuera del campo de batalla, y sus destinos de posguerra”.
Aunque la obra gira en torno a las vivencias de los voluntarios, su enfoque es más amplio y ofrece a la vez una panorámica muy ajustada del estado en que se encontraba Francia durante la Segunda Guerra Mundial, con sus terribles vicisitudes internas, fragmentada en dos mitades opuestas. Aborda también el papel de la Resistencia en la lucha contra la ocupación alemana y la situación de los refugiados españoles que huyeron de la Guerra Civil española y de la represión iniciada tras ella por el régimen franquista. El marco temporal del trabajo abarca, con matices, desde 1939, cuando tienen lugar los primeros alistamientos, hasta la desmovilización general que se produce una vez concluida la guerra en 1945.
Antes de exponer las experiencias de los 1.182 voluntarios españoles, Diego Gaspar, juiciosamente, dedica los primeros capítulos del libro a revelar su metodología y a explicar los conceptos básicos que manejará. Aclara qué entiende por “francés libre”, qué requisitos utiliza para considerar a alguien como miembro de las Fuerzas Francesas Libres (FFL), y da cuenta de los problemas encontrados a la hora de determinar el número exacto de voluntarios, así como de las particularidades que presentaban los españoles en el encaje global del heterogéneo ejército francés. Quizás sean los epígrafes más técnicos, aunque su presencia es inevitable.
A medida que dejamos atrás las cuestiones preliminares, nos adentramos en una Europa azotada por la guerra y la sinrazón, donde la democracia y el totalitarismo se enfrentaban por el control del planeta. La Guerra Civil española, antesala del conflicto mundial, sirvió como escaparate de presentación de los dos grandes bloques. El resultado para la población civil, en particular para la que permaneció fiel a la República, consistió en el sufrimiento, la penuria, el exilio o la muerte. Quienes lograron huir a través de la frontera se encontraron con un duro recibimiento de las autoridades galas. Diego Gaspar estudia las sucesivas olas de refugiados que cruzaron los Pirineos durante los últimos años de la contienda y las gravosas condiciones de vida en los campos de internamiento (tanto en Europa como en el norte de África).
Fue en estos campos donde las autoridades militares francesas comenzaron a reclutar emigrantes españoles. A veces se usaban buenas palabras, en otras la simple coacción. Muchos de los refugiados se alistaron en la Legión Extranjera y en los Regimientos de Marcha de Voluntarios extranjeros (RMVE) huyendo de las pésimas condiciones de los campos o de la amenaza de una posible repatriación. Constituyen el núcleo de los voluntarios que más adelante engrosarán las filas de la FFL, pues muchos de ellos, una vez ocupada Francia, se incorporaron a la Resistencia y a los ejércitos del general De Gaulle.
¿Quiénes fueron esos denominados “españoles franceses libres”? Diego Gaspar realiza un análisis sociológico de los 1.182 voluntarios y concluye que fueron “Niños al declararse el primer conflicto mundial, adolescentes durante la dictadura de Primo de Rivera, jóvenes al declararse la Segunda República, combatientes en la Guerra Civil española y conocedores de la disciplina francesa antes de alistarse en las Fuerzas Francesa Libres (FFL). Éste es el perfil de la mayoría de los españoles, varones en su práctica totalidad, que entre el 18 de junio de 1940 y el 31 de julio de 1943 se alistaron voluntariamente en los ejércitos de la Francia Libre, por la duración de la guerra, fuera de la metrópoli francesa. Merced a dicho contrato sirvieron primero en las FFL y posteriormente en el Ejército Francés de Liberación hasta que al finalizar el segundo conflicto mundial, fueron desmovilizados y fijaron su residencia en Francia”. Aunque no aparezca en la definición también hemos añadir, porque así queda reflejado en la obra, que la mayoría eran solteros (86,2%), tenían cierto acento andaluz, de procedencia urbana (60,1%) y pertenecían a la clase media-baja.
Los últimos capítulos están dedicados en exclusiva a analizar todo lo concerniente a los “españoles franceses libres”: los períodos de alistamiento (divididos en tres fases: verano de 1940, verano de 1941 y mayo-julio de 1943); las unidades a las que fueron destinados (con especial incidencia en la conocida como la Nueva, a la que hoy se está dando mucha publicidad); los campos de combate donde batallaron; los motivos que les llevaron a alistarse; el estilo de vida que llevaban y qué fue de ellos tras la victoria aliada. Como se puede imaginar el lector, es una tarea ardua, que combina trabajo de archivo con relatos personales.
Concluimos con la acertada reflexión que Geneviève Dreyfus-Armand realiza en el prólogo de la obra: “Así pues, ¿cómo no hablar de memoria después de haber reconstituido la historia de la participación española en la Resistencia exterior? ¿Por qué su memoria ha sido enterrada y olvidada tanto en Francia como en España? ¿Por qué una historia herida durante muchos años y, al contrario, mitificada recientemente? Por fortuna, este libro rinde un homenaje, “justo” y altamente merecido a estos resistentes españoles?”.
Diego Gaspar Celaya es doctor en Historia por la Universidad de Zaragoza. Especialista en el exilio español en Francia tras la Guerra Civil, en particular en la Resistencia francesa, ha prestado también atención al estudio de las migraciones españolas contemporáneas, tanto a Europa como a América. Autor de varias exposiciones itinerantes dedicadas al exilio español, actualmente centra su trabajo en el estudio comparado de la participación extranjera en la Resistencia francesa, en la emigración española en Estados Unidos y su participación activa en la Segunda Guerra Mundial.
*Publicado por Marcial Pons Ediciones de Historia, noviembre de 2015.