TUSQUETS - VIAJES POR LA HISTORIA DE EUROPA

Una lección olvidada. Viajes por la historia de Europa
Guillermo Altares

Las naciones que conforman Europa, por mucho que algunos se empeñen en negarlo, tienen un pasado común, unas raíces que se hunden en el tiempo y que nos unen más que nos separan. Ignorar o rechazar estos cimientos supone rebatir nuestra propia identidad y desconocer una realidad histórica incuestionable. Por supuesto, cada Estado cuenta con sus propias peculiaridades y tradiciones, distintas entre sí como son dispares el carácter de un finlandés y el de un portugués. Sin embargo, la expansión del Imperio romano, la influencia del arte gótico, la eclosión del Renacimiento o las guerras napoleónicas son fenómenos que afectaron, con diversa intensidad, a todos los países del continente. La cultura, las instituciones políticas, los deportes o incluso los aspectos rutinarios de cada nación europea son difícilmente comprensibles sin relacionarlos con los de los demás. Mucho antes de la globalización o del desarrollo de las comunicaciones acaecido en el siglo pasado, esos lazos se venían tejiendo desde hace siglos.

Han sido numerosos los autores que han intentado retratar los rasgos comunes del continente europeo. En su magistral autobiografía El mundo de ayer Stefan Zweig ya consideraba a Europa como su patria, ilustrando a través de sus recuerdos los vínculos que nos unían (aunque la barbarie nazi acabaría por socavar los cimientos de la Europa hasta entonces conocida). En este mismo sentido se pronunciaba Ferdinand Seibt en La fundación de Europa, al afirmar que “Europa puede entenderse como la comunidad histórica que sus habitantes han conformado en los diferentes ámbitos de la vida durante los últimos mil años. No hace falta evocar esa comunidad en las escuelas, pues sigue viva en el quehacer cotidiano”.

Europa es una gran familia (esto también cuesta aceptarlo), con sus altibajos, sus periodos de grandes alegrías y otros de pesares y tragedias que han estado a punto de conducirla a la destrucción. En este marco, incluso el dolor y el sufrimiento aparecen como factores de cohesión entre los distintos pueblos. No debemos olvidar que la libertad que hoy disfrutamos ha costado mucho alcanzarla. El periodista Guillermo Altares se suma con su obra Una lección olvidada. Viajes por la historia de Europa* a esta corriente, en pro de recuperar la esencia de Europa.

En palabras del autor, “El pasado de Europa es un proyecto en construcción porque su presente es siempre móvil. Sin embargo, como los accidentes geológicos, permanece en forma de capas sobre las que se van asentando otras capas, a veces de olvido, a veces de recuerdo. El objetivo de este libro es precisamente recorrer diferentes espacios de Europa en busca de los estratos de su pasado, desde una cueva que los primeros sapiens europeos pintaron hace treinta y seis mil años hasta el escenario de una batalla que ha envenenado durante siete siglos el presente balcánico, desde los combates más espeluznantes de la primera guerra mundial hasta el asesinato de un primer ministro en Suecia, el país donde este tipo de cosas no podían ocurrir. En todos los casos, el peso del pasado es rotundo, incluso en aquellos lugares en los que se impone la tentación del olvido”.

Cada capítulo del libro esboza diferentes momentos o episodios de la historia que, unidos, sirven para reconstruir la civilización del continente europeo. Los heterogéneos sucesos que se abordan en él van desde el descubrimiento de la cueva de Chauvet, en la que los primeros homo sapiens europeos pintaron verdaderas obras de arte, hasta el derrumbamiento de la antigua Yugoslavia. En la selección de sucesos objeto del relato se hallan Nerón y el famoso incendio de Roma; la cruzada contra los albigenses; el asalto a la judería de Sevilla en 1391; el descubrimiento y la colonización de Australia; el París revolucionario del siglo XIX; la sangrienta batalla del Somme; el Londres de Sherlock Holmes y Jack el Destripador o el terremoto de Lisboa de 1755. Cada uno de estos acontecimientos obliga al lector a reflexionar sobre la condición humana y sobre el papel de la violencia y el olvido en nuestra historia.

No se trata de un libro de historia al uso, pues no ofrece sesudos análisis historiográficos ni quiere sentar cátedra. Guillermo Altares tampoco busca transmitirnos la mayor cantidad de información y datos posibles sobre acontecimientos concretos, de modo que la exactitud histórica (siempre presente en la obra) no es un fin, sino un medio para esbozar el verdadero propósito de su trabajo: sondear nuestro pasado para ensalzar lo que nos une y evitar que olvidemos el dolor que tal unión ha acarreado. Con este propósito, y apoyándose en su experiencia periodística, imprime a cada capítulo un tono humano y personal, en el que el “yo” se cuela en numerosas páginas del libro. Así, vemos al autor pasear como mochilero por las grandes urbes del continente o cubrir los conflictos bélicos que recientemente han azotado a Europa. Cada epígrafe, por tanto, se halla a medio camino entre la crónica periodística y el ensayo histórico.

A través de su sentida narración, el autor logra humanizar la historia europea y nos demuestra que, detrás de las fechas y de los grandes hitos que (más o menos) conocemos, existía un descomunal número de personas anónimas que hubieron de superar incontables obstáculos para sobrevivir. Quizás sea excesivo afirmar que Europa se construyó sobre el dolor, pero no se puede negar que su presencia se halla muy presente en las etapas que conforman su historia, de la que, por cierto, los españoles somos también protagonistas. La selección de los episodios analizados revela ese propósito de Altares, pues la mayoría de ellos hacen referencia a catástrofes, guerras o sucesos violentos (aunque el arte y la cultura también ocupan un lugar destacado). La combinación de pesar y superación ha convertido a Europa en lo que es hoy. Algo que algunos están tentados de olvidar, permitiendo que se desvanezca el recuerdo de lo que ha costado construir una sociedad como la europea. Repetir las mismas pautas de nuestros antepasados sería tanto como permitir que la senda del dolor emerja de nuevo con fuerza.

Así concluye la obra de Altares: “Si podemos extraer una sola lección de la historia de Europa es que deberíamos aprender a vivir con el pasado para que nos ayude a comprender el presente, pero sin contaminarlo con sus fantasmas y sin pensar que nos pertenece. Si algo nos debe enseñar viajar por hechos remotos es que la historia, ante todo, forma parte del pasado. […] Puede servirnos de advertencia y enseñarnos a estar vigilantes cuando descubrimos que algunas cosas riman […], pero no puede servirnos de pretexto para construir el presente. […] La historia puede servirnos para construir una identidad colectiva, porque es importante reconocer que todos los Estados europeos están conectados en su pasado de una forma u otra, que los lazos que hemos construido no son políticos o artificiales, todo lo contrario. El pasado del continente se podría dibujar como una inmensa tela de araña que une decena de miles de pequeños hilos para crear una estructura con sentido. Y tenemos que construir sobre ese pasado, no desde ese pasado”.

Guillermo Altares (Madrid, 1968) ha sido redactor jefe de Elpais.com y de Babelia, el suplemento cultural de El País y en la actualidad dirige el suplemento Ideas de este mismo diario. Antes de incorporarse a Babelia, fue redactor y reportero de la sección de Internacional, para la que cubrió acontecimientos como la caída de los talibanes en Afganistán en 2001, la posguerra de Irak en 2003, o la guerra de Israel contra Líbano en 2006.

*Publicado por la editorial Tusquets, septiembre 2018.