Elaborar una historia del siglo XX es una de las empresas más valientes que un historiador puede intentar acometer. En primer lugar, porque el siglo XX, con sus terribles y asombrosos acontecimientos (sólo en la batalla de Stalingrado murieron aproximadamente 2 millones de personas; o el primer paseo lunar del hombre, por destacar dos de ellos), sigue determinando hoy en día nuestras vidas de tal forma que es dudoso calificar ese periodo como ‘historia’, cuando en verdad sigue siendo, en muchos sentidos, un siglo de plena actualidad. Pero más difícil aún es hacerlo mediante una pretendida historia mínima, que, en menos de 300 páginas, consiga resumir los fenómenos sociales y políticos más relevantes y exponer convincentemente al lector el guión de un siglo tan intenso.
A esto hay que añadir que las propias fronteras del siglo XX son difusas y discutidas, por lo que toda obra sobre este siglo requiere de una decisión previa y deliberada (y justificada) sobre qué incluye el siglo XX. Además, la cantidad de fuentes y de información existente dificulta la tarea de selección, ordenación y descripción de los fenómenos y acontecimientos más importantes. Por su cercanía, el siglo XX es un siglo “sincronizado” con nuestro tiempo en el sentido más etimológico de la palabra (sýn, «unido» y chrónos), de forma que es prácticamente imposible distanciarse de él y observarlo con perspectiva.
Sin embargo, John Lukacs vadea todas estas dificultades con maestría y elegancia, y soberanamente va guiando al lector a través de los distintos escenarios y actos que componen el siglo XX. Y es que en efecto, el autor no pretende exponer una historia exhaustiva y aséptica del siglo XX, como una mera sucesión de acontecimientos y fenómenos sociales, políticos y humanos engarzados con mayor o menor fortuna. Por el contrario, Lukacs comienza el viaje con una declaración de principios total, al reconocer que va a mostrar al lector un siglo XX desde unas premisas muy concretas, a saber: (i) que el conocimiento histórico es, inevitablemente, un conocimiento personal y participativo, (ii) que no existe de momento ninguna historia seria del siglo XX y que él no pretende hacerla tampoco, (iii) que el siglo XX va desde 1914 hasta 1989, (iv) que ha sido un siglo occidental, (v) y que su percepción personal, muy influida por sus convicciones cristianas, es que la historia, avanza y progresa hacía un mundo mejor.
Pues bien, este ambicioso objetivo es el que se ha propuesto John Lukacs con la presente ‘historia mínima’ del siglo XX y que forma parte de la serie ‘historia mínima’ de la editorial Turner. El libro se divide en 17 capítulos, de los cuales 15 están dedicados a Europa y EE.UU. y tan sólo 1 a la historia del siglo XX en el resto de continentes. Es por tanto una historia claramente eurocéntrica, que él justifica en base a la importancia de las dos guerras mundiales. Razón no le falta al autor, pero tal vez hubiese sido deseable un mayor equilibrio y abordar con un poco más de extensión la historia no occidental del siglo XX, que suele ser, además, por lo general, la historia más desconocida para el lector medio.
Es importante destacar que este libro no es un manual de consulta. Aunque está dividido en numerosos capítulos y su contenido se resume brevemente al inicio de cada uno, lo cual facilita la búsqueda de la información, no está pensado para la consulta. Por el contrario, esta obra, gracias a su prosa fácil y amena está pensada para ser leída del tirón, además de que contiene numerosas referencias internas.
En cuanto a la división sistemática del libro, como ya se ha dicho, este se divide en 17 capítulos. El primero se titula “Dios escribe derecho con los renglones torcidos” y en él se introduce al lector en la finalidad de la obra y se resume brevemente el contenido de la obra. En él encontramos ya muestras del estilo tan personal y directo de Lukacs en forma de declaraciones como “La Edad Europea ha terminado y, con ella, uno de sus logros preciosos y frágiles: la democracia liberal” o “Todo patriota tiene algo de nacionalista, pero pocos nacionalistas son verdaderos patriotas”.
Los capítulos II y III versan a su vez sobre primera Guerra Mundial y las graves consecuencias de los tratados de paz. En ellos, el autor combina con maestría las causas sociales, políticas y económicas de la Gran Guerra y la historia de los movimientos de masas, con brillantes caracterizaciones de algunos de los principales protagonistas de aquella época. Sirve además esta parte para adelantar las razones a su vez del ascenso de las ideologías totalitarias en las siguientes décadas, ya que “al finalizar la Primera Guerra Mundial, sin embargo, […] no emergió ningún tipo de nostalgia, ni popular ni intelectual por la era victoriana ni nada parecido. Una tenue capa gris cubrió casi toda Europa y las mentes de sus habitantes. El optimismo hacia el futuro parecía desterrado.”
Rusia, EEUU y Latinoamérica son objeto de estudio en los capítulos IV, V y VI respectivamente, mientras que el capítulo VII (“Clase media no es burguesía”) trata sobre las causas y consecuencias de la Gran Depresión, contraponiendo el auge de las dictaduras y gobierno autoritarios con la suerte de las democracias liberales. En este punto, el autor argumenta en los siguientes términos que la gran depresión no fue una causa directa del auge del nazismo: “Extrañamente, los sufrimientos y el pesimismo palpable que produjo la gran depresión no causaron revoluciones ni trastornos políticos de otro género. Quienes atribuyeron a la depresión la llegada de Hitler al poder en 1933 se equivocaron. En aquellos años, los partidos comunistas y socialistas no vieron incrementados su apoyo; el principal ejemplo fue EE.UU”.
Los siguientes 4 capítulos se dedican al nacionalsocialismo y a la II Guerra Mundial, enfatizado la importancia de las acciones y de la psicología de los líderes para el devenir de la historia. No en vano, según Lukacs, “La creencia vigente que pasa por científica, es que la historia es el resultado, especialmente quizá en la era democrática, de grandes factores materiales y económicos, factores de los que la vida, los actos y los pensamientos de las personas son, en gran medida, consecuencias. […] Lo que la gente pensaba (y piensa), lo que cree, lo que elige pensar, lo que prefiere creer: esto es lo que constituye la esencia principal de su vida. Las condiciones materiales y los deseos económicos suelen ser la consecuencia de todo esto, y no al revés.”
Los siguientes capítulos (XII a XV) los dedica el autor al estudio de la Guerra Fría y el liderazgo de EEUU, mientras que el capítulo XVI trata, por fin, sobre la historia del Tercer Mundo y el último, sobre “Los límites del conocimiento humano”, donde se cuestiona la creencia en la idea misma del progreso tecnológico.
Evidentemente, la brevedad de la obra conlleva necesariamente una serie de carencias y el hecho de que estamos ante una obra con una importante cargar valorativa y subjetiva. Sin embargo, que sea una historia mínima escrita en una amena y elegante prosa constituye también su principal valor. Ciertamente, la principal utilidad de la obra de John Lukacs, ‘Historia mínima del siglo XX`, es que permite al lector adquirir una visión general y sistemática de la historia del siglo XX y contextualizar los diferentes fenómenos que se produjeron en ese siglo. Así es posible poner en valor de forma más equilibrada los diferentes acontecimientos del siglo XX y conectar las causas y las consecuencias de forma mucho más fácil que a través de la lectura fragmentada en diversas obras de los distintos periodos del siglo XX.
Joh Lukacs (Budapest, 1924) fue profesor de Historia en el Chestnut Hill College de Philadelphia durante casi cincuenta años, pero la faceta por la que es más conocido es la de escritor. De hecho, gracias a los más de veinticinco libros que ha publicado, es, desde hace décadas, uno de los historiadores más importantes de la Segunda Guerra Mundial. Conocido por su habilidad para combinar diferentes tipos de vista, sus libros se han convertido en auténticos best-sellers internacionales.
*Publicado por la editorial Turner, noviembre 2014.