Tras varios años de rigurosa investigación, el profesor Fernando Checa saca a la luz un nuevo libro en que hace un original y sugerente recorrido por la actividad profesional y personal de uno de los más destacados artistas del Renacimiento: Tiziano. El trabajo no está concebido como un estudio más del pintor, ni tampoco como una biografía al uso. Su enfoque se ha orientado a clarificar las complejas estrategias artísticas, intelectuales y personales de Tiziano encaminadas a lograr uno de sus objetivos primordiales al establecer estrechas relaciones con las principales cortes italianas y los más señalados príncipes europeos de la época. La finalidad de este empeño era su promoción personal y alcanzar un alto estatus como pintor. Desde esa privilegiada situación y mediante los sucesivos encargos recibidos por parte de sus mecenas y promotores, Tiziano buscó también expresar su idea de la pintura. Bajo esta óptica, el libro puede entenderse también como un brillante estudio sobre el coleccionismo y el patrocinio artístico de la Europa del siglo XVI, del que el pintor fue destacado protagonista durante los 65 años de su vida como artista, tal y como lo demuestra su continua colaboración al servicio de las cortes italianas de Ferrara, Mantua, Urbino, Pesaro y Roma y, sobre todo, en la corte de los Habsburgo, con especial interés en los ejemplos de Carlos V, María de Hungría y Felipe II.
En la primera parte del libro y bajo el epígrafe «Cortes y Familias», el autor nos introduce en la cultura y estética cortesana de la primera mitad del siglo XVI, cuyos valores y conceptos preparan el camino para comprender los preceptos artísticos y el refinamiento del nuevo ornato palaciego de las cortes italianas en las que se centran los apartados siguientes del trabajo. En un segundo capítulo se aborda la temprana colaboración de Tiziano con la corte de Alfonso d’Este, en Ferrara, donde el profesor Checa subraya el papel desempeñado por el pintor en la configuración del famoso Studiolo, incidiendo en la valoración por la Antigüedad heroica y las propuestas novedosas que marcaron el inicio de sus posteriores relaciones con otras personalidades tan significativas, como Federico II Gonzaga, Isabella d’Este y la corte de Mantua, seguidas de sus realizaciones en Urbino y Pesaro, para Francesco I della Rovere y Guidobaldo II della Rovere. A lo largo de cuatro apartados sucesivos de esta primera parte del libro, se pone de relieve la intensa actividad que Tiziano llevó a cabo, materializada en un grupo de sobresalientes encargos pictóricos, representativos del deseo de magnificencia de las citadas familias cortesanas en Italia. A través de esos lienzos el autor nos va mostrando las posibilidades de interpretación plástica y nos descubre una nueva valoración de los temas a partir de la Antigüedad clásica, la creación de prototipos de belleza y de desnudo, y la formulación de un modelo ideal de retrato femenino. Las distintas pinturas realizadas por Tiziano para estas personalidades italianas son analizadas por Fernando Checa con profundidad y rigor, tanto en el plano artístico, como iconográfico e histórico. Cada obra pictórica queda perfectamente integrada en su contexto original lo que facilita la plena compresión dentro del patrocinio y del coleccionismo artístico, así como el papel desempeñado por la imagen plástica como representación del poder.
El título de la segunda parte del libro, «Ante el Imperio», resume los temas que el autor va desgranando en los capítulos que conforman este amplio bloque. Se inicia con esta parte una interesante introducción, en la que se pone de manifiesto el papel de Tiziano y de su cercano círculo de eruditos, literatos, humanistas y embajadores, en el desarrollo de la nueva situación artística y cultural italiana, contextualización indispensable y preámbulo que abre el camino para el encuentro entre el pintor y el emperador Carlos V, punto álgido de la actividad creativa y promoción personal del artista.
Uno de los capítulos más sobresalientes del libro es el dedicado a la relación de Tiziano al servicio de Carlos V. En él se desgranan diversas referencias y fuentes documentales sobre el tema, con especial atención a las relaciones epistolares entre ambas figuras, a través de las cuales el autor sustenta la propuesta de que, tanto desde los primeros encargos, como los sucesivos retratos del emperador, de la emperatriz Isabel, y de otros miembros de la familia imperial, Tiziano fue formulando una nueva imagen visual que culminaría en el retrato ecuestre de Carlos V en Mühlberg. El conjunto de estos encargos contribuyó a la construcción de una imagen imperial que Tiziano supo asumir perfectamente y potenciar. En ella partía de un lenguaje de lo natural, completado con abundantes referencias simbólicas, donde la Antigüedad clásica romana se fusionaba con la tradición bíblica y cristiana, sin olvidar algunas citas a la corte borgoñona, para ofrecer un modelo de retrato que era la perfecta síntesis del Imperio.
No menos interés tienen los apartados dedicados a los encargos de María de Hungría, a quien el autor considera artífice de muchas de las iniciativas artísticas de la corte entre 1548 y 1555. Como prueba de este papel, se dedica una especial atención a la galería de retratos y a la serie de las denominadas Furias o Penas infernales, que se colgaron en los palacios de Bélgica. Junto al estudio de este conjunto de lienzos y sus complejos problemas de identificación y ubicación, se analizan los encargos de otras personalidades influyentes en la política cultural y artística de los Habsburgo, como fue el cardenal Gravelle. Las aportaciones dedicadas a la etapa imperial concluyen con el lienzo de la Gloria, encargado por Carlos V, donde se anotan sugerentes interpretaciones iconográficas que ayudan a comprender el interés del monarca por esta obra, una de las pocas que le acompañó hasta sus últimos días en el retiro de Yuste.
Finaliza el trabajo con un amplio apartado dedicado a los encargos de Felipe II y a la relación entre el pintor y el monarca, cuyo mutuo contacto se remonta a la etapa en la que Felipe, aún príncipe, realizó el viaje a Italia, en 1548. Esta nueva relación adquiere un enfoque diferente a la etapa de su padre, ya que para el rey hispano la obra de arte constituye una parte esencial de la magnificencia del poder. Como se demuestra abiertamente en el libro, muy pronto captó Tiziano esa nueva realidad. El encargo de las Poesie es una de las pruebas más evidentes de esa estrecha relación. Para facilitarnos el conocimiento de estos encargos y su importancia dentro de la cultura y de la corte madrileña de la época, el Doctor Checa recurre a las continuas referencias que se insertan en la correspondencia epistolar que mantuvieron ambas figuras, generalmente centrada en alusiones y comentarios sobre estos lienzos. A través de tales citas se analizan y cuestionan hipótesis y se plantean dudas sobre la discutida temática y cronología de las Poesías. El autor considera que son obras eróticas destinadas a los espacios privados de Felipe II, para quien el valor estético y el placer contemplativo se situaban por encima de otras ideas. Por su parte, para Tiziano fueron la ocasión de llevar a cabo su compleja reflexión sobre la pintura, donde la visión de la Antigüedad, el color, la luz, los escorzos y la expresión pasional generan un lenguaje pictórico de plena madurez y sobrada calidad plástica, donde sobre todo prima la invención. Como buen coleccionista, el monarca encargó otras muchas obras profanas y religiosas al pintor, hasta convertirse en su principal patrocinador.
Al final de sus días, Tiziano había logrado sus propósitos iniciales, la fama, la estima de los príncipes y de los poderosos. Sus habilidosas relacionas cortesanas e imperiales se sustentaron en el hecho de haber sido capaz de formular unas obras de arte al servicio del poder, teniendo siempre presente las cuestiones culturales, políticas, sociales y estéticas a las que la pintura respondía, tanto en su invención profana, como devocional.
Por todo ello el trabajo que nos ofrece Fernando Checa constituye una aportación esencial para colmatar determinados aspectos de la cultura artística de la Europa del Renacimiento.
Fernando Checa Cremades (Madrid, 1952) es doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid y licenciado en Derecho. En 1981 obtuvo el premio extraordinario de doctorado y en 1993 el Premio Nacional de Historia. En 1976 comienza a ejercer la docencia en la Universidad Complutense de Madrid, donde desde 1999 es catedrático. Fue director del Museo del Prado de 1996 a 2001. Su campo de estudio abarca fundamentalmente el arte de la época del renacimiento y el barroco, con especial dedicación al tema del coleccionismo y mecenazgo regio en la España de los siglos XVI y XVII, así como al de las relaciones artísticas de la monarquía hispánica con Europa en esta época. Entre sus obras destacan: Felipe II, mecenas de las artes, Tiziano y la monarquía hispánica. Usos y funciones de la pintura veneciana en España. Siglos XVI y XVII, Las maravillas de Felipe II, Carlos V. La imagen del poder en el renacimiento y El emperador Carlos v, a caballo, en Mühlberg, de Tiziano.
*Publicado por Marcial Pons Ediciones de Historia, octubre 2013.