PVE - TEXTOS FUNDAMENTALES PARA HISTORIA

Textos fundamentales para la Historia
Miguel Artola

No sería de extrañar que las próximas generaciones dejen totalmente de escribir a mano. El ordenador, las tablets y los teléfonos inteligentes están ya sustituyendo al papel y al lápiz, siguiendo la misma tendencia que el ser humano lleva practicando desde hace miles de años, es decir, la transformación de los medios con los que se comunica, ya sean representaciones pictográficas en una cueva, tablillas, papiros o libros. Poco a poco, el hombre se ha ido adaptando a las innovaciones tecnológicas, aunque siempre ha mantenido un elemento inalterable: la utilización de un sistema de símbolos para canalizar el mensaje que quiere transmitir. La fugacidad del lenguaje hablado obliga a crear un soporte escrito que perpetúe ese mensaje. Por mucho que la tecnología progrese, el hombre necesitará algún tipo de escritura.

Del mismo modo, el historiador necesita los textos que le permitan reconstruir nuestro pasado. La principal fuente de conocimiento es, para la historiografía, los escritos (literarios, políticos, técnicos o burocráticos) que se han conservado de las civilizaciones pasadas. En esos textos se preserva gran parte de la sabiduría del ser humano. Por supuesto, hay que interpretarlos y contextualizarlos, porque no es lo mismo leer la Ilíada de Homero que El Capital de Karl Marx.

Cada uno de esos textos aporta una exégesis de la realidad y nos ayuda a comprender el sentir del hombre del momento en que aparecieron: buena parte de los que nos han llegado fueron, precisamente, escritos por personajes relevantes de su época. Hasta hace pocos siglos, solo un porcentaje ínfimo de la sociedad sabía escribir y quienes cogían la pluma solían tener algo significativo que decir. Aunque por el camino hemos perdido un sinfín de grandes obras, la importancia de determinadas figuras en un momento dado hizo que sus pensamientos se trasladasen a la posteridad: San Agustín, Maquiavelo, Lutero, Newton o Voltaire se hicieron universales y cambiaron el mundo gracias a que sus ideas se difundieron por escrito.

Miguel Artola, uno de los grandes historiadores españoles del siglo XX, recoge en Textos fundamentales para la Historia* una selección de los documentos más importantes de nuestro pasado. Como explican los editores de la obra, “con este libro Miguel Artola ha querido poner al lector en contacto directo con documentos y obras de pensamiento fundamentales para comprender los grandes momentos que en el devenir de la historia han marcado el rumbo de la civilización occidental. Se trata las más de las veces de textos dispersos o de difícil localización reunidos aquí por su indudable valor histórico, precedidos de una introducción del autor con las claves necesarias para su lectura contextualizada y agrupados en grandes bloques: la formación de los poderes de la Iglesia y el Imperio, el feudalismo, la lucha por el dominium mundi, la recepción de la cultura clásica, el Renacimiento, la formación del capitalismo moderno, la Reforma, las guerras de religión, el individualismo político y las doctrinas contractualistas, la Revolución científica, la Ilustración y el despotismo ilustrado, la fisiocracia y el librecambio, el liberalismo y la democracia, la Revolución liberal-burguesa, la Revolución industrial, el Romanticismo, el socialismo y el marxismo”.

Un libro de estas características no está pensado para ser leído de corrido (alcanza el millar de páginas), sino como una obra de apoyo o de referencia. Si nos interesa un tema concreto o estamos llevando a cabo una investigación, Miguel Artola nos ofrece un excelente instrumento que facilita nuestro trabajo o sacia nuestra curiosidad. En su mayoría, son textos breves (normalmente, extractos) que nos dan una pincelada sobre el pensamiento del autor, relacionada con una cuestión específica. Así, podemos acercarnos a la idea que nos interesa de forma rápida y sencilla, en apenas unas páginas o incluso en unos párrafos, sin necesidad de bucear en la interminable bibliografía. Evidentemente, también pueden ser leídos de manera secuencial y quien se decida por esta opción verá cómo, a partir de cada tesela, se construye un mosaico que refleja la historia de la civilización occidental.

La obra tiene una clara finalidad didáctica, que el autor pone de manifiesto en su introducción: “El desarrollo y control de las capacidades del historiador imponen, a semejanza de lo que ocurre en las restantes ciencias, la necesidad de un entrenamiento que sólo puede practicar enfrentándose directamente con textos y documentos originales. Estos textos, sin embargo, no pueden consistir en relatos más o menos entretenidos o pintorescos según la vieja formula de las lecturas históricas, sino que deberán tener significado que permite ejercitar el análisis histórico, entendiendo por tal el poner de manifiesto los elementos conceptuales o reales que permiten vincular el texto a una época determinada o a un fenómeno histórico concreto, descubrir sus relaciones con otros y revelar su significado histórico”.

Artola expone, al principio de cada capítulo, unas páginas explicativas que condensan con maestría las cuestiones más relevantes de los escritos escogidos, a la vez que sirven de nexo entre ellos. Son notas esenciales para la comprensión de la obra y sirven como semblanza de sus raíces europeas, que todavía hoy están presentes. Los diversos bloques temáticos se centran, principalmente, en los aspectos sociopolíticos y en el mundo de las ideas (el Renacimiento, la Reforma o la Revolución Industrial, por ejemplo). No se examinan hechos singulares ni biografías de personajes famosos: el discurso del historiador vasco va un paso más allá, esto es, asciende a un plano superior para descifrar los rasgos de cada período, que sobrevuelan a los acontecimientos que en él tuvieron lugar.

El trabajo de Artola nos ayuda, pues, tanto a comprender nuestra historia como a mejorar el conocimiento de nosotros mismos, a través de los escritos de figuras tan relevantes como Lactancio, San Agustín, San Pablo, Lulio, Tomás de Aquino, Vasari, Juan Luis Vives, Montaigne, Pico della Mirandola, Petrarca, Erasmo de Rotterdam, Kempis, Leonardo da Vinci, Maquiavelo, Hernán Cortés, Bartolomé de las Casas, Francisco de Vitoria, Tomás de Mercado, Bodino, Lutero, Calvino, Ignacio de Loyola, Hobbes, Locke, Aristóteles, Galileo, Kepler, Newton, D’Alembert, Cadalso, Diderot, Swift, Voltaire, Kant, Jovellanos, Quesnay, Turgot, Adam Smith, Malthus, Montesquieu, Bentham, Rousseau, Marx, Sismondi, Herder, Fichte, Gautier, Hegel, Moser, Savigny, Burke, Müller, Proudhon, Saint-Simon, Owen o Engels, entre otros grandes personajes.

Miguel Artola Gallego (San Sebastián, 1923) es uno de los intelectuales e historiadores más prestigiosos de nuestro país. Académico de la Real Academia de la Historia y Doctor honoris causa por las Universidades del País Vasco y de Salamanca, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1991 y Premio Nacional de Historia en 1992, es autor de La burguesía revolucionaria (1808-1874), Los afrancesados, Antiguo régimen y revolución liberal, Los orígenes de la España contemporánea, La España de Fernando VII, La monarquía de España y El legado de Europa.

*Publicado por Punto de Vista Editores, noviembre 2017.