GALAXIA GUTENBERG - STALINGRADO

Stalingrado. La ciudad que derrotó al Tercer Reich
Jochen Hellbeck

Si hubiese un panteón de grandes batallas de la historia de la humanidad, la de Stalingrado se hallaría, sin duda, en un lugar preeminente. Aportar cifras veraces siempre es difícil cuando se abordan sucesos bélicos, pero, en este caso, quizás no sea descabellado afirmar que nos encontramos ante el enfrentamiento más sangriento de nuestra historia. Se calcula que perecieron en torno a un millón y medio de personas, tanto civiles como soldados, sin contar heridos ni desplazados. Por supuesto, se produjo, además, la total aniquilación de la ciudad. Los recursos empleados también fueron apabullantes y muestran las proporciones titánicas de los intereses en juego. Todo este infierno de caos y destrucción se prolongó durante algo más de seis meses (de mediados de 1942 hasta febrero de 1943). El Ejército Rojo, tras un esfuerzo sobrehumano, salió victorioso y derrotó a la Wehrmacht en una hazaña épica que cambió el curso de la guerra.

En el escenario político de la Europa de los años cuarenta, donde la propaganda jugaba un papel primordial, la derrota del ejército nazi en Stalingrado supuso un golpe demoledor para las aspiraciones germanas. Muchos historiadores han calificado este momento como un punto de inflexión en el devenir de la Segunda Guerra Mundial. A partir de él, asistimos a un continuo repliegue de las fuerzas alemanas hasta la derrota final, habiendo llegado la Wehrmacht al límite de sus capacidades materiales y humanas. Más allá de la contundente victoria, Stalingrado confirmó que el Ejército Rojo había madurado y que se estaba convirtiendo en una potencia temible. La visión de un mapa del continente europeo bajo la dominación nazi permite comprender la proeza lograda por su ejército, pero también testimonia el esquizofrénico plan de Hitler al invadir la Unión Soviética, lo que implicó un esfuerzo desorbitado que le conduciría a la derrota.

Suele ser frecuente que, al repasar un episodio bélico en el que intervienen decenas o cientos de miles de soldados, los análisis de los historiadores acaben por deshumanizar a sus participantes. Todo se reduce a cifras y estadísticas tratadas con frialdad, o a bloques compactos de hombres sin rostro que se mueven bajo el mando de sus oficiales. Frente a este proceder, el historiador alemán Jochen Hellbeck trata de visibilizar en su obra Stalingrado. La ciudad que derrotó al Tercer Reich* a los verdaderos protagonistas de una batalla: sus combatientes.

Así explica el autor el objeto de su estudio: “Con este coro de diferentes voces soviéticas de la guerra como protagonista, este libro permite a los lectores imaginar por primera vez a los soldados del Ejército Rojo y otros defensores de la ciudad como personas que piensan y sienten. Dando presencia a estas voces, el libro representa una gran aportación a la literatura sobre la Segunda Guerra Mundial que, en parte por la falta de acceso a documentos personales, retrata al Ejército Rojo como una maquinaria despersonalizada y a menudo se alimenta de tópicos sobre «el soldado ruso» carentes de una base real. El libro también sirve de contrapeso a los numerosos estudios sobre Stalingrado que en gran medida presentan el choque a través de los ojos de los alemanes que quedaron atrapados en la ciudad. En cambio, las entrevistas de Stalingrado muestran con apasionante detalle cómo y desde qué posición entendieron la batalla los ciudadanos rusos”.

Para lograr su cometido, Hellbeck introduce un elemento novedoso en su trabajo: el testimonio de los protagonistas de la batalla (generales, oficiales de Estado Mayor, jefes de sección, simples soldados rasos, comisarios políticos, agitadores, marineros de la Flotilla Militar del Volga, enfermeras y civiles). Hasta el momento, la mayoría de las fuentes utilizadas provenían del bando alemán, dado que los soviéticos siempre han sido muy recelosos a la hora de compartir su información. Además, durante el desarrollo de la contienda no se permitió el acceso a periodistas extranjeros, lo que limita las observaciones imparciales. El historiador alemán, no obstante, ha conseguido acceder a los archivos de una delegación de historiadores moscovitas que había iniciado un proyecto a gran escala, dirigido a conservar registradas las voces de los defensores de Stalingrado. Pertenecían a la conocida como Comisión de Historia de la Gran Guerra Patriótica, fundada por Isaak Mints, catedrático de la Universidad Estatal de Moscú, que, durante las semanas y meses siguientes a la batalla, llevó a cabo numerosas entrevistas individuales (se recopilaron 215 relatos).

Esos relatos constituyen el núcleo de la obra y sobre ellos se construye el libro. Algunos son más extensos, otros más breves y de todos se extracta la información que Hellbeck considera pertinente. La suma de esas teselas de un mosaico nos ofrece una visión de conjunto de la batalla y de cómo la vivieron sus participantes. Más allá de las proclamas políticas (muy escasas) y de la interpretación personal de cada testigo, las entrevistas recogidas muestran el día a día de la batalla, las penurias, las heroicidades, las rutinas y los anhelos de quienes durante meses soportaron el peso de la defensa de Stalingrando. A través de sus descripciones nos imaginamos el horror de la guerra y la capacidad del ser humano por sobreponerse a las situaciones más desesperadas. Al mismo tiempo, nos ayudan a entender algunas de las grandes preguntas sobre Stalingrado: ¿cómo fue capaz el Ejército Rojo de imponerse a un enemigo considerado superior en planificación operativa, disciplina militar y técnicas de combate? ¿De qué recursos se valieron los defensores de Stalingrado para parar los pies a los invencibles alemanes que hasta ese momento habían tenido a Europa de rodillas?

Aunque el relato se conforma en torno a esos testimonios, el autor también realiza un análisis histórico. Especialmente en el primer capítulo, examina el contexto en el que se enmarcarán las transcripciones generadas por la comisión Mints. Comienza ofreciendo una panorámica de la batalla y el tratamiento que le han dado los historiadores, seguida de una breve historia del Ejército Rojo y de la sociedad soviética, hasta culminar con la guerra. Analiza, a continuación, los acontecimientos políticos y militares del frente de Stalingrado, a través de una lente microscópica, y presenta la creación de la Comisión Histórica, sus objetivos y sus métodos, así como su viaje a Stalingrado. Termina con un comentario sobre las entrevistas incluidas en el libro y la forma de presentarlas.

Sobre la Segunda Guerra Mundial se ha escrito hasta la saciedad, pero aun hoy el interés por el desarrollo de la contienda sigue muy vivo. Entre la amplia oferta editorial que podemos encontrar, la obra de Hellbeck resulta sumamente original. Poner el eje del relato en los hombres nos ayuda a comprender mejor las penurias de la guerra, a conocer el desarrollo de la batalla en primera persona y a descubrir el sentimiento que recorría el mundo cuando se convirtió en inmenso campo de batalla. Pocos trabajos son tan intensos y tan cercanos como el texto que nos ofrece el historiador alemán. Si bien la derrota nazi en Stalingrado alteró el destino de la Segunda Guerra Mundial (y de la humanidad tal como la conocemos), para quienes combatieron en ella se trató de un ejercicio de supervivencia, de lucha contra el enemigo y contra las adversas condiciones climáticas. Nos hallamos ante un retrato de la muerte, pero también de la vida y de cómo el hombre puede sobreponerse a las dificultades más insalvables.

Jochen Hellbeck (Bonn, 1966) es catedrático de Historia en la Universidad de Rutgers (Estados Unidos) y especialista en la Rusia del siglo XX. En su libro Revolution on My Mind exploró los diarios personales escritos en la Unión Soviética bajo Stalin. La edición alemana de Stalingrado ganó el Premio Damals al mejor estudio histórico del año.

*Publicado por la editorial Galaxia Gutenberg, febrero 2018. Traducción de Alejandro Pradera y Victoria Eugenia Gordo del Rey.