UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA - SOLDADOS CAIDOS

Soldados caídos. La transformación de la memoria de las guerras mundiales
George L. Mosse

Algo cambió en la mentalidad bélica europea tras la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas. Si hasta entonces la profesión militar había estado en manos de mercenarios, con las levée en masse revolucionarias cualquier ciudadano podía acabar en el frente. El soldado dejó de ser un paria social, para convertirse en un modelo honrado con las más altas distinciones del Estado. La “veneración” por los caídos llegó a su apogeo tras las dos Guerras Mundiales, cuyas sobrecogedoras cifras de muertos obligaron a las autoridades de los Estados participantes a idear monumentos en su memoria. Pocas imágenes nos impactan hoy más que los cementerios americanos cercanos a las playas de Normandía o los memoriales en honor al soldado desconocido que podemos visitar en las grandes capitales europeas. El recuerdo y el respeto a los caídos en combate se han convertido en una liturgia cuya inobservancia levanta severas críticas.

No sólo cambió la visión que se tenía sobre la soldadesca, también se transformó la propia esencia de la guerra. Las dos contiendas mundiales forzaron a los gobiernos implicados a un construir un imaginario, normalmente irreal, del conflicto que justificase los millones de muertos en el campo de batalla. La fuerza adquirida por la opinión pública permitía tener bajo un cierto control a las autoridades, que no podían actuar en su contra, salvo riesgo de reprobación generalizada. Ahora bien, los gobiernos actuaron con habilidad y, en vez de oponerse a esta masa compacta de ciudadanos, conducta que sabían abocada al fracaso, la manipularon. La propaganda fue la herramienta principal para lograrlo y su efecto fue apabullante: obtuvo la adhesión prácticamente unánime de la sociedad. Con este propósito, se ideó un relato romántico de la experiencia bélica que condujo a su glorificación y facilitó el reclutamiento masivo y los esfuerzos sobrehumanos de la población ¿Cómo conseguir, de otro modo, que toda una generación se lanzase a una muerte segura?

Junto a la narración pormenorizada de las campañas militares, existe una considerable literatura histórica que ahonda en la forma de concebir la guerra. En cierto modo, estamos ante un relato cultural de la experiencia bélica. En esta categoría se incluiría el clásico de Paul Fussell, La Gran Guerra y la memoria moderna, que en su día reseñamos (puedes leer la reseña aquí), y que buscar captar la experiencia británica en el frente occidental, así como explorar las diversas formas de expresión en que este hecho fue recordado, vulgarizado y mitologizado. En esta misma línea (de hecho, la obra de Fussell aparece citada en varias ocasiones) se encuadra el trabajo del historiador George L. Mosse, Soldados caídos. La transformación de la memoria de las guerras mundiales*. Publicada en 1990, se convirtió inmediatamente en un texto de referencia internacional sobre la materia que, por desgracia, no había sido editado en español hasta ahora. Como explica el propio autor en su introducción, “Este libro trata de cómo los hombres hicieron frente a la guerra moderna y de las consecuencias políticas de tal confrontación. El encuentro con la muerte de masas es quizá la más fundamental experiencia de guerra y, por ello, constituye la clave de nuestro análisis. A través de la guerra moderna, muchas personas conocieron, cara a cara y por primera vez, la matanza masiva de seres humanos. La historia de este encuentro resulta crucial para entender las consiguientes actitudes hacia la eliminación a gran escala de vidas que, ya sea por medios bélicos o a través del asesinato masivo sancionado por el Estado, ha desgarrado repetidamente nuestro siglo XX. Sus consecuencias han persistido, penetrado y polarizado la vida política durante mucho tiempo, marcando una nueva etapa en la historia del nacionalismo”.

Para muchos lectores, este campo de la historia será algo totalmente novedoso. Aunque en Europa, y en especial en Inglaterra, tal acercamiento a la guerra resulta habitual, en España no ha llegado a cuajar. De ahí que el breve estudio introductorio llevado a cabo por Ángel Alcalde sea muy útil e ilustrativo, pues, además de acercarnos a la figura de George L. Mosse a través de su perfil biográfico, nos explica el contexto historiográfico en el que se inscribe la obra, la recepción y el impacto que tuvo cuando se publicó y el interés de la edición en español (“Un lector de este libro en castellano comprenderá rápidamente que las perspectivas que ofrece permiten iluminar acontecimientos históricos mucho más allá de la Primera Guerra Mundial o el nacionalsocialismo alemán”).

SOLDADOS CAIDOS - CEMENTERIO PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Tal como expone Ángel Alcalde, la obra de George L. Mosse se centra en el “mito de la experiencia de la guerra” (expresión acuñada por el propio Mosse) y ahonda en el halo glorioso con el que se envolvió, desde la Revolución francesa hasta la Segunda Guerra Mundial. Ese “proceso de enmascaramiento”, unido a la “brutalización” del comportamiento humano (consecuencia directa de la guerra y cuya definición no han compartido muchos especialistas), provocaron una insensibilización hacía el sufrimiento del hombre, que facilitó la germinación de ideologías totalitarias y el aniquilamiento discriminado de masas.

Para construir su trabajo, Mosse no acude a las fuentes habituales que utilizan la gran mayoría de los historiadores: él prefiere examinar otras en apariencia más insignificantes, como las postales de la época, la arquitectura y la disposición de los cementerios de guerra. Utilizando de nuevo las palabras de Ángel Alcalde: “El libro de Mosse nos demuestra, entre muchas otras cosas, que observar las variedades de flores y árboles plantados en un memorial alemán u hojear el anuario de grandes almacenes parisinos del periodo de entreguerras nos puede revelar claves sobre cómo se pudo llegar a legitimar la muerte masiva entre las dos guerras mundiales”. A través del estudio de pequeños detalles y de elementos de la vida cotidiana, el historiador berlinés elabora su relato. Los objetos y los hechos más rutinarios y del día a día son, al final, los que inconscientemente nos ayudan a construir nuestra visión del mundo; si sabemos manipularlos con destreza, tendremos a toda una sociedad bajo control. Los gobiernos de los países beligerantes tuvieron un cuidado extremo en todo aquello que hacían, de modo que cada decisión adoptada tenía un propósito concreto e incluso la forma de hablar se transformó. Así, la muerte y la destrucción del enemigo pasaron ser algo común en la sociedad de principios de siglo.

Pocas obras se acercan a las dos Guerras Mundiales desde un enfoque tan original como crudo y descarnado. Con un lenguaje sencillo y sin florituras, Mosse va desentrañando los mecanismos que se implantaron en Europa para deshumanizar la guerra y justificar atrocidades inimaginables. La aproximación cultural que utiliza muestra, una vez más, cómo el hombre es capaz lograr grandes cosas, pero también de sucumbir a las más viles y abyectas, aprovechando cualquier medio para lograr sus intereses. Al final todo se reduce a las dos preguntas que vierte Mosse al comienzo del libro: “¿Condujeron la confrontación y trascendencia de la guerra y la muerte en combate a lo que podría llamarse la domesticación de la guerra moderna, su aceptación como parte natural de la vida política y social?” “¿Implicó el mito de la experiencia de guerra un proceso de brutalización e indiferencia hacia la vida humana individual que se reproduciría con violencia, aún mayor, durante nuestra época?”.

George L. Mosse (Berlín, 1918 – Madison, 1999) fue uno de los más importantes historiadores del nazismo. Profesor en la Universidad de Madison-Wisconsin y en la Universidad Hebrea de Jerusalén, fundador y editor del Journal of Contemporary History, su influyente obra historiográfica abarcó temas como la masculinidad, el racismo y los fascismos, con una innovadora perspectiva culturalista. Entre otros libros, fue autor de La nacionalización de las masas; La imagen del hombre: la creación de la masculinidad moderna; La cultura europea del siglo XIX y La cultura europea del siglo XX. Al final de su vida publicó la autobiografía Haciendo frente a la historia.

*Publicado por Prensas de la Universidad de Zaragoza, mayo 2016.