GRANDE - SIRUELA - HISTORIA ESCRITURA

Historia de la escritura
Ewan Clayton

Los libros están siempre muy relacionados con la historia. Incluso existen libros que versan sobre la historia de los libros. Lo que sin embargo no resulta tan frecuente es encontrarnos con un libro, dirigido al público más o menos generalista, que se oriente a un aspecto mucho menos analizado: la historia de la escritura misma, y no solamente de la expresada en libros, sino también en otros medios y formatos como, por ejemplo, las cartas. Esto es lo que nos ofrece Ediciones Siruela en el libro que en esta ocasión reseñamos. Se trata de la reciente novedad del catálogo de dicha editorial titulada «La Historia de la Escritura»* cuyo autor es Ewan Clayton.

El autor tiene una biografía de lo más curiosa, algunas de cuyas anécdotas nos detalla en la introducción del libro (para mi gusto uno de sus pasajes más agradables). Cuando era niño, nos cuenta, tuvo que sufrir la terrible humillación de retroceder a los cursos escolares más básicos por, entre otros detalles de tipo caligráfico, la peregrina razón de que su letra «f», escrita a modo de imprenta, parece ser que «estaba mal» y que, por lo tanto, no sabía escribir correctamente. Los que, en su tiempo, padecimos (con acierto o desacierto, no me compete juzgarlo a mí) aquellos cuadernillos de caligrafía «Rubio» en el colegio hasta aprender la grafía que a los profesores les parecía correcta nos vemos, sin llegar a los extremos de lo que tuvo que pasar el autor del libro, en cierta medida identificados con Clayton. El autor, sin embargo, terminó ni más ni menos que haciéndose calígrafo, estas cosas tan extrañas que tiene la vida. Más tarde vivió anécdotas tan curiosas y dispares como su etapa en un monasterio o como asesor de Xerox PARC que, para quien no lo sepa, es el lugar donde se concibieron algunas de las ideas más innovadoras en el desarrollo de la informática de las últimas décadas (por ejemplo Windows o Apple).

El libro tiene la estructura habitual en la historiografía general: una serie de capítulos, en nuestro caso doce, que utilizando una línea cronológica abordan los diferentes elementos en las distintas etapas de la historia. Incluye asimismo la bibliografía, unos agradecimientos, un listado de imágenes (destaca por la gran cantidad de imágenes y representaciones gráficas, además de una cuidada edición, como no podía ser de otro modo en un libro que versa sobre la escritura) y un índice analítico que siempre facilita la búsqueda de temas y cuestiones concretas de una forma más cómoda y ágil.

VERMEER ESCRITURAEl objetivo del libro es, según su propio título indica, acercarnos a una historia de la escritura, y más concretamente de la escritura en alfabeto latino aunque haga referencia, sobre todo en el primer capítulo, a ciertos antecedentes. Lo consigue a base de una narración construida fundamentalmente sobre tres pilares o ejes temáticos presentes en los diferentes capítulos: el desarrollo y evolución de las diferentes formas de caligrafía y tipografía; el desarrollo de los medios técnicos de los que se vale la escritura (desde el cincel hasta los modernos ordenadores, pasando por la pluma de ave, el pergamino, la imprenta o la máquina de escribir entre otros); y el contexto biográfico o social en que se insertan los dos elementos anteriores. Los tres pilares se van entremezclando a lo largo de la obra en función de cómo se hayan ido desarrollando durante cada uno de los momentos históricos que se tratan, desde la invención de la escritura alfabética hasta la era digital.

El autor cuida notablemente no solamente su modo de redacción y su lenguaje técnico, sino también el encaje entre esos tres elementos a lo largo de las cerca de 400 páginas (incluidos todos los «anexos» antes mencionados) que contiene el volumen. Da muestras de una gran erudición, tanto en el aspecto podríamos decir más «técnico» como en su conocimiento profundo de la historia de la cultura europea.

El gusto del autor por la forma y la presentación de las letras (y no solamente en la obra manuscrita sino también en el resto de medios) es constante a lo largo de todo el libro. Demuestra un aprecio por la escritura que excede de la simple profesionalidad de su labor como calígrafo y asesor tipográfico, y deja claro su fascinación y emoción personal por las distintas formas de la letra escrita a lo largo del tiempo, sus cambios, su evolución, sus modificaciones y varias anécdotas interesantes al respecto (tanto autobiográficas como de contenido histórico).

Gran parte de la obra se destina a explicar y detallar las diferencias entre unos tipos de letras y escrituras y otros, con menciones al lugar del que surgen, quiénes la popularizan o inventan y cómo unas sirven de influencia para otras. Resulta un continuo baile de evolución e influencia mutuas entre las diferentes caligrafías, según los lugares y sujetos implicados. Si la escritura del monje copista y la nueva imprenta difundida gracias a Gutenberg parecerían no tener nada que ver para un observador normal, Clayton logra con su exposición cambiar esa visión, por lo menos en algunos aspectos.

Es cierto, sin embargo, que la frecuente utilización de un lenguaje técnico al abordar propiamente el estudio de la letra (algo con lo que el común del público, o incluso la gente culta, no suele estar familiarizado, ni tan siquiera pensar demasiado en ello a lo largo de su vida), puede hacer esta parte del relato más lenta y dificultosa. Para quienes no estamos acostumbrados a este tipo de enfoques, seguramente nos resultarán más atractivos los otros dos elementos que también ocupan una buena cantidad de la extensión del libro.

SIGLO XIX POSTERSUno de los aspectos sin lugar a dudas más interesante del planteamiento de Clayton es el de no dejarse llevar por los habituales «cantos de sirena» que practican los tecnodeterministas, ya sea en su versión optimista o catastrófica. Los progresos técnicos en el mundo de la escritura son incuestionables: el códice, la imprenta, la máquina de escribir, los ordenadores, Internet … sin duda han modificado en muchos sentidos nuestras formas de escribir y comunicar, nuestras letras y nuestras capacidades. Pero tampoco conviene llevarse a engaño, nos plantea el autor, pues en realidad la escritura, aun con diferentes medios técnicos, no ha cambiado tanto.

Como ejemplo de este fenómeno en el libro se nos propone el siguiente. Aunque en el tránsito entre la Edad Media y la Edad Moderna tiene lugar uno de los inventos más importantes para el mundo editorial, la imprenta, y aunque dicha invención transforma y facilita la elaboración y difusión de libros a un nivel impensable para los antiguos copistas de manuscritos, no por ello la escritura a mano desaparece. No solamente eso sino que, junto con la implantación de la imprenta en la producción de libros, renace un nuevo impulso de la escritura a mano, si bien orientado hacia otras áreas diferentes (por ejemplo, la correspondencia o los boletines manuscritos, que entre los siglos XVI y XVII tienen una difusión desconocida hasta entonces). Además, y enlazando con el primero de los elementos, vemos en las páginas de la obra de Clayton cómo existe una influencia mutua incontestable entre la grafía manuscrita y los tipos de la nueva imprenta, y que además dicha influencia va en ambos sentidos.

Los contextos históricos y las biografías personales son también fundamentales para poner en perspectiva los avances grafológicos y las nuevas tecnologías que van apareciendo en el mundo de la escritura. La evolución de las formas de escritura, el desarrollo de los géneros literarios y el contexto histórico en que esos fenómenos van viendo la luz y expandiéndose están mucho más intrincados de lo que parecen. Figuras como Petrarca, Gutenberg, Milton, Carlomagno, Bill Gates o Colbert, tan diferentes entre sí en épocas y ocupaciones, tienen sin embargo un espacio en las páginas de este libro. Pero no solamente individuos sino también colectivos que van desde los monjes copistas hasta los nazis, pasando por los vikingos o los libreros y editores de los diferentes lugares, tienen algún hueco, por algún motivo de relevancia, en esta historia de la escritura.

CUADRO ESCRITURAEncontramos en la obra de Clayton anécdotas como el desarrollo de los derechos de propiedad intelectual o el modo en que los nazis impusieron una tipografía oficial que, a pesar de su empeño de «pureza» para eliminar la que venía siendo frecuente por supuestos orígenes judíos (conocemos la obsesión paranoide de Hitler y sus secuaces), debía su origen geográfico a dos de sus peores enemigos bélicos: Francia e Inglaterra. Y es que las soluciones simplistas siempre chocan con cosas que, como la escritura de la cultura europea, son mucho más complejas y ricas en matices e influencias mutuas de lo que a veces pensamos. Lo que no deja de ser un motivo más para abandonar las obsesiones particularistas, que en cierta forma es también a lo que en alguna medida contribuye este libro.

En definitiva, y por concluir de una forma resumida, Ewan Clayton ha llevado a cabo un libro de historia y un libro sobre escritura, integrados en un solo volumen. Un libro que en ocasiones puede resultar especialmente técnico para quien no esté familiarizado con disciplinas como la paleografía, caligrafía, tipografía, diplomática y otras que a muchos se nos escapan, pero que, no obstante y pese a todo, es mucho más que un simple libro técnico. Es un libro de historia, de nuestra historia occidental, desde un prisma (el de la escritura) al que no estamos quizás acostumbrados pero que puede arrojar una luz algo diferente y con ideas interesantes.

Estamos, no podemos dejar de mencionarlo, ante una edición muy bien cuidada en la que texto e imagen se integran prácticamente a la perfección, y con la que Ediciones Siruela ha llevado a cabo (generalmente lo hace, pero en ocasiones como esta de una forma muy especial) una gran labor en lo que a su ámbito corresponde.

*Publicado por Editorial Siruela, enero 2015.

Andrés Casas