Romanones. La transición fallida a la democracia
Guillermo Gortázar

A comienzos del siglo XX, España atravesaba un profundo proceso de transformación. Las estructuras decimonónicas empezaban a tambalearse a consecuencia de los cambios políticos y sociales que estaban surgiendo. Aunque el año 1898 se ha tomado como punto de inflexión, las raíces de la nueva realidad eran más hondas. La pérdida de las últimas posesiones de Ultramar vino a confirmar lo ya sabido por todos: que el país se había convertido, a escala mundial, en una potencia menor y que era incapaz de enderezar el rumbo. La Restauración había permitido cierta estabilidad institucional, tras un sexenio caótico en el que se sucedieron varios regímenes políticos y enfrentamientos civiles. Después de veinte años, el sistema daba síntomas de agotamiento y estaba inerme ante las nuevas corrientes ideológicas (socialismo, republicanismo o anarquismo, entre otras) que contaban con crecientes fuerzas y apoyos y cuyas acciones se volvían más osadas.

Un rasgo característico de la política de la época era la preponderancia de ciertas figuras sobre el conjunto del régimen. Unas cuantas personas controlaban y se repartían el poder y protagonizaban la toma de decisiones. Los partidos políticos empiezan a surgir por entonces, pero no se consolidarán hasta años más tarde. Mientras tanto, las distintas facciones se articulan en torno a unos pocos líderes visibles. El turnismo, ese endiablado invento que permitió que la Constitución del 76 durase media centuria, se asentaba sobre el acuerdo tácito de que las dos principales fuerzas del sistema, capitaneadas por Cánovas del Castillo (padre de la criatura) y Práxedes Mateo Sagasta, se alternarían en el poder. Alrededor de Cánovas y de Sagasta revoloteaban una serie de prohombres que se repartían ministerios, escaños y cargos municipales. Todos actuaban al compás de un mecanismo relativamente bien engrasado, pero que colapsó a comienzos del siglo XX. Las causas de ese colapso son múltiples y el resultado es conocido por todos.

El derrumbamiento de la Restauración trajo consigo, primero una dictadura militar, encabezada por Primo de Rivera; y a continuación, una República que vivió permanentemente tensionada y concluyó de forma abrupta por un golpe de estado. ¿Podía haberse encauzado la vida política española de otra manera, hasta alcanzar un sistema democrático estable, cincuenta años antes de lo que hizo? Es probable, pero entramos en el mundo de las especulaciones. Lo cierto es que hubo personajes que trataron de reformar y democratizar la sociedad española tras el fin del turnismo. Por un motivo u otro, fracasaron y la realidad fue la que hoy se estudia en los libros de historia.

Una de estas figuras fue Álvaro Figueroa y Torres, más conocido por su título nobiliario de conde de Romanones. Arquetipo del político de finales del siglo XIX, su vida personifica como pocas los avatares del régimen parlamentario de la época. Fue alcalde de Madrid, ministro (en varias ocasiones y de distintas carteras), presidente del Consejo de Ministros, del Congreso y del Senado, además de ser uno de los principales líderes del Partido Liberal durante tres décadas. Jugó un papel destacadísimo en los grandes sucesos que tuvieron lugar en aquel período. Sin él sería difícil entender (o explicar) la vida política española del primer tercio del siglo XX.

El historiador Guillermo Gortázar ha elaborado una biografía (bien podríamos considerarla como canónica) de este personaje en Romanones. La transición fallida a la democracia*. La obra toma pie de la vida del protagonista para construir un retrato fascinante de uno de los períodos más convulsos de nuestra historia reciente. Como explica el autor, “La historia de España entre 1923 y 1936 es la historia de una transición fallida a la democracia. Ni los monárquicos reformistas ni los republicanos fueron capaces de consolidar un régimen parlamentario y democrático inclusivo que garantizara, en paz y estabilidad, las libertades y derechos de los españoles. La biografía y la larga experiencia política del conde de Romanones son un buen exponente de los intentos de democratización del régimen liberal de la Restauración (1876-1923) y del proyecto fallido de la siguiente generación de políticos que intentaron arraigar la democracia y el parlamentarismo durante la Segunda República”.

El conde de Romanones vivió ochenta y siete años y entró en política a los veinticinco. Toda una vida consagrada a lo público. Raros son los períodos en los que no estuvo desempeñando algún cargo o maniobrando en la oposición. Esos paréntesis se debían más a motivos forzados (por ejemplo, durante la Guerra Civil hubo de exiliarse en Francia) que a un deseo personal de alejarse de la arena política. Guillermo Gortázar recorre la biografía de este extraordinario personaje dando cuenta de las distintas etapas de su vida (y de sus orígenes familiares) y centrando su atención en la actitud y en las decisiones que adoptó en los momentos cruciales de la vida política española de finales del XIX y principios del XX, en los que tuvo una presencia muy notable. La obra permite al lector conocer de primera mano las reflexiones del biografiado a través de los numerosos testimonios directos (correspondencia, actas del Congreso, memorias…) que recoge.

El libro se articula alrededor de las tres etapas principales de la vida de Álvaro Figueroa y Torres. Primero aborda los orígenes familiares y el período de formación; a continuación, examina la conquista de una posición política hasta llegar a la cima de su poder y, por último, la fase de retirada, forzada por la edad y por los acontecimientos.

La historiografía ha situado (y criticado) a Romanones como uno de los principales artífices del turnismo y de las manipulaciones electorales que marcaron su época. La realidad es más compleja y está llena de aristas, como se encarga de demostrar Gortázar (“Esta biografía pretende también deshacer mitos y maledicencias sobre Romanones y desvelar la dimensión y reconocimiento que tuvo el conde en vida”). Juzgar con criterios actuales el enrevesado mundo parlamentario de la España de principios de siglo es una invitación a equivocarse. Hay que contextualizar aquel momento, en el que se iban introduciendo medidas encaminadas a reformar y dotar de mayor aperturismo a un sistema que muchos consideraban acabado. A la postre, las ansias de regeneración se tradujeron en dos grandes intentos de transformar España (dictadura y república) que acabaron en sonoros fracasos.

Junto al relato biográfico del conde de Romanones, la obra tiene un objetivo más ambicioso: indagar qué sucedió en el período crucial que va desde principios de los años veinte hasta la caída de la República. En esa década larga convivieron distintos proyectos que pretendían modernizar la política española. Nuestro protagonista lideró uno de ellos y apostó por reformas graduales, pero se vio superado por los acontecimientos, como tantos otros políticos similares a él, muchos de ellos herederos de la Restauración. Gortázar ahonda en los debates que se produjeron y en las opciones que defendían unos y otros, del mismo modo que se ocupa de la controvertida labor llevada a cabo por el monarca Alfonso XIII.

Con estas palabras resume Guillermo Gortázar su tesis sobre los motivos del fracaso regenerador: “Me propongo también contribuir a situar el eje de la historia de la crisis política española del siglo XX, abusivamente ubicada en la Guerra Civil, en un periodo anterior. A mi juicio, la quiebra de la convivencia en libertad, estabilidad e inclusión, iniciada en 1876, se produjo entre 1923 y 1936. Es lo que denomino la «transición fallida a la democracia» de los partidos dinásticos y el fracaso de la consolidación de la democracia republicana. Lo que vino después es consecuencia de aquellos trece años mal dirigidos y administrados. El lector juzgará si los argumentos y fuentes que a continuación expongo contribuyen a la elaboración de un discurso diferente, quizá políticamente incorrecto, pero más comprensivo y menos cainita”.

Guillermo Gortázar es historiador y abogado. Ha sido diputado en Cortes, Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil y patrono-fundador y presidente de la Fundación Hispano-Cubana. Autor de varias obras de historia, ha publicado numerosos artículos y colaboraciones en libros colectivos, en la prensa diaria y en revistas especializadas de historia y de política. Es columnista en El Español.

*Publicada por Espasa, febrero 2021.