Hablar del siglo XX cuando no hace ni veinte años que ha quedado atrás es aventurado. Nos falta perspectiva para comprender qué ha sucedido en ese período de la historia humana. Son muchos quienes, como testigos directos de los acontecimientos más importantes de la centuria, cuentan con impresiones personales y sentimientos que pueden nublar su juicio cuando se dispongan a estudiarlo. Si, al tratar la Revolución francesa, aún se observan sesgos ideológicos y subjetivos de los historiadores, pensemos qué puede suceder cuando se aborda, por ejemplo, la caída del muro de Berlín o el fin de la dictadura soviética. Por lo demás, el siglo pasado presenta peculiaridades que impiden considerarlo como un período homogéneo. La Europa de 1900 en nada se parece a la de 1950, de 1970 y qué decir a la de 1990, tales son sus diferencias. Concebir estos cien años como un bloque monolítico solo puede conducir a una visión parcial e incompleta.
Peter Sloterdijk, reconocido como uno de los filósofos alemanes más importantes de nuestro tiempo, ha reunido en su obra ¿Qué sucedió en el siglo XX?* unas conferencias impartidas entre los años 2005 y 2014, en las que aborda, desde perspectivas y contextos distintos, qué cargas, doctrinas y esperanzas lega el siglo XX al actual. Es el suyo un libro intenso, erudito y complejo (aviso para lectores inexpertos o despistados) en cuyos capítulos se diseccionan desde la ecología general, la interpretación de los sueños de Jacques Derrida, hasta los aspectos filosóficos de la globalización o la construcción de la estación espacial, entre otros. Alejado de las monografías sobre historia que solemos reseñar, en esta ocasión no adentramos en el mundo de las ideas, de la mano de un autor original y fascinante, que nos ofrece un enfoque distinto al que estamos acostumbrados.
Veamos un ejemplo de las reflexiones de Sloterdijk: “Dado que en el corazón del siglo XX se implantó una gigantomaquia casi formal como combate singular entre las lógicas de la complejidad y de la simplificación polémica, no ha de extrañar que, en mirada retrospectiva, esa época se nos aparezca también como un siglo de las confusiones, como un tiempo sin perspectiva de conjunto y como una era de las exageraciones de puntos de vista ocasionales, en la que la forma fundamental de la exageración consistía en la remisión de todas las cosas a un fundamento o factor básico que supuestamente lo dominaba todo (una observación que ya en 1924, en su olvidada obra maestra Verkappte Religionen, el publicista Carl Chrstian Bry había formulado de modo extremadamente lúcido, sin que por ello ningún seguidor de religiones reduccionistas-extremistas se sintiera conmovido en su fe)”.
El título del libro (que proviene de una de las conferencias recogidas en la obra) puede inducir a confusión, haciéndonos creer que estamos ante un manual de Historia Contemporánea o ante una narración de los acontecimientos más relevantes de la pasada centuria. La impresión es completamente engañosa. Sloterdijk nos brinda, por el contrario, un conjunto de ensayos cuyo único hilo conductor es la idea del siglo XX (a veces, ni tan siquiera eso), en los que explora algunos de los conflictos, acontecimientos, ideas o preocupaciones de la humanidad (ya sean recientes o milenarios) que construyen hoy nuestra realidad. El capitalismo exacerbado, la hiperrealidad constituyente o el avistamiento de un colapso global y terrestre son solo algunos de los más cercanos.
El objetivo de Sloterdijk es renovar nuestra forma de proceder en todos los campos, desde la economía hasta la filosofía, adentrándose en materias que la mayoría de los pensadores no se atreven a tocar, por miedo a ser tachados de políticamente incorrectos. Atribuye una posición central a la naturaleza (a la que equipara con la nave espacial Tierra, aludiendo a la metáfora del escritor y diseñador Buckminster Fuller), contra el extremismo que caracterizó el siglo pasado.
Las reunidas en el libro son conferencias con tal grado de disparidad que resulta difícil reconocer una idea central que las rija. La selección de textos es sumamente heterogénea y, además, el pensamiento de Sloterdijk, como la propia imagen que se ha construido (es habitual verle en la televisión y leerle en los medios germanos, como si de una gran estrella mediática se tratase), rompe los cánones de la filosofía actual. El autor nos fuerza a abandonar los cauces habituales del pensamiento y a replantearnos todo lo que conocemos y damos por sentado del siglo pasado y de nuestro presente.
Concluimos con esta reflexión de Sloterdijk que se adentra en el XXI: “Solo dos cosas son ciertas en este momento: por un lado, que la reforma meteorológica, cuyos inicios estamos viviendo, abre la perspectiva a una era de máximos conflictos; por otro, que el siglo XXI entrará en la historia como una feria de las vanidades de salvadores, a cuyo final los seres humanos han de sentir nostalgia de salvarse de los salvadores y redimirse de los redentores. Se anuncia a la vez como una época de hipocresía y doble moral. Y, sin embargo, en ese tiempo, más allá de vanidad, pánico y retórica hipócrita, se tratará siempre de la grave cuestión de si en la nave espacial Tierra puede establecerse un régimen global de estabilización. Hay que considerar al respecto que las expectativas puestas en el concepto «estabilización» han de mantenerse moderadas desde el principio. La evolución cultural no conoce equilibrios estables. En el mejor de los casos puede conducir de un estado soportable de desequilibrio al siguiente”.
Peter Sloterdijk (Karlsruhe, Alemania, 1947) es uno de los filósofos contemporáneos más prestigiosos y polémicos. Rector de la Escuela Superior de Información y Creación de Karlsruhe y catedrático de Filosofía de la Cultura y de Teoría de Medios de Comunicación en la Academia Vienesa de las Artes Plásticas, de su extensa obra pueden destacarse, entre otras, su novela El árbol mágico y sus libros de ensayo El pensador en escena, Eurotaoísmo, Extrañamiento del mundo (Premio Ernst Robert Curtius 1993) y El desprecio de las masas.
*Publicado por la editorial Siruela, marzo 2018. Traducción de Isidoro Reguera.