La palabra “crisis” se ha convertido en un término habitual en el vocabulario del siglo XXI. En especial, en los últimos años da la sensación de que todo se halla al borde del abismo: crisis económicas, crisis políticas, crisis climáticas, crisis de la democracia, crisis de la familia… Y así ad infinitum, pues aquel sintagma se aplica a cualquier rasgo de la sociedad. Le sucede como al adjetivo “histórico” , empleado casi a diario por periodistas y medios de comunicación, sin ningún tipo de filtro, para calificar a cualquier suceso que se salga de la norma. En los tiempos que corren, en los que prima la inmediatez frente a la reflexión sosegada, se intenta atraer a un lector continuamente bombardeado por noticias y cuyo acceso a un repertorio casi interminable de fuentes de información es inagotable: el único mecanismo con el que cuenta el medio de comunicación para atraer su atención es cargar las tintas en el titular, con expresiones a cual más exagerada.
¿Estamos en un momento crisis y de tránsito, como parece desprenderse de noticias, libros y ensayos? Es difícil dar una respuesta que no esté impregnada de subjetividad. Solo con el tiempo los historiadores del futuro podrán determinar si la sociedad de este periodo se hallaba en un momento de impasse o no. Crisis ha habido siempre, algunas con profundas implicaciones en el devenir de la humanidad, otras olvidadas y sin apenas efectos. Una vez más, retamos al lector a que haga memoria y trate de identificar momentos en los que el mundo conocido se tambaleó y nuevas ideas o sucesos provocaron un terremoto que abrió un nuevo curso en la historia. La mayoría de esos episodios no tuvo un impacto inmediato, pues, si algo nos ha enseñado la historia, es que para que las “crisis” tengan un efecto real, han de venir precedidas de transformaciones que faciliten su estallido y propicien los cambios que implican.
En realidad, no hay una noción unívoca de crisis. Nos adentramos en un terreno resbaladizo, en el que especialistas de la ciencia política, de la historia y de la economía han ofrecido distintas definiciones, en no pocas ocasiones contradictorias. Determinar este concepto es el punto de partida de la obra colectiva Pensar las crisis políticas en la España contemporánea* dirigida por los profesores Antonio Robles Egea y Manuel Menéndez Alzamora y que recoge las ponencias de los Congreso de la Asociación Española de Ciencia Política y de la Administración celebrados en 2021 y 2022. Trabajo que recorre los doscientos últimos años de la historia española, intentando descifrar cómo vivieron algunos de sus protagonistas las transformaciones que se iban produciendo en el marco político del país.
Así se pronuncia la introducción de la obra, escrita por los dos directores: “En suma, el tema constituye uno de los actuales retos globales por el retorno cíclico de las crisis en el mundo actual que pronostican un futuro incierto. Enfocando de cerca las teorías y el pensamiento sobre las crisis políticas se observa que éstas pueden ser analizadas a través de reflexiones intelectuales de numerosos y relevantes autores, desde los clásicos a los actuales, desglosando los conceptos que manejan en sus teorías, el papel que asignan a la genealogía, la descripción de los procesos y la consideración de las transformaciones habidas en las crisis. Incluso se incidirá más en el tema atendiendo a la diversidad tipológica de la crisis que afectan a los sistemas políticos. En este sentido, cabe pensar las crisis políticas como si fueran manifestaciones genuinas de las plurales formas de organización del poder bajo circunstancias específicas. […] Se trata por tanto de estudiar las crisis políticas a través del pensamiento de protagonistas de la Historia contemporánea de España, fueran intelectuales, fueran políticos, o ambas cosas al mismo tiempo. Para ello se requiere el conocimiento de los hechos históricos y su interrelación, a cuyo conjunto denominamos crisis”.
Como sucede con toda obra colectiva (más aún si proviene de las actas de un Congreso), predominan en ésta la heterogeneidad de los capítulos y la pluralidad de enfoques por los que optan los autores. Obviamente, todos giran en torno a un eje, pero cómo se orbita alrededor de este núcleo es una decisión que corresponde a cada colaborador. La originalidad e interés del libro radica en que la mayoría de epígrafes se construye teniendo como protagonista a un testigo directo de esos momentos turbulentos (“críticos”) que marcaron la historia de la España contemporánea, desde la Guerra de la Independencia hasta 2008. Este personaje-testigo conoció (y reflexionó) sobre lo que estaba sucediendo, consciente, por lo general, de la situación extraordinaria que atravesaba. El análisis de sus reflexiones y cómo se engarzan con el discurrir histórico determina el contenido de la obra.
Los directores han optado por hacer una división tripartita de los capítulos, acotando los tres bloques a un esquema temporal. El primero abarca el conjunto del siglo XIX y se centra en cuatro figuras un tanto olvidadas por el gran público y poco conocidas para un lector menos versado en estas lides: Blanco White, Donoso Cortés, Ramón de la Sagra y la dupla Castelar-Pi y Maragall.
El segundo bloque engloba seis capítulos y se centra en el primer tercio del siglo XX, desde la “crisis del 98” hasta la Segunda República. Los intelectuales analizados son Rafael Altamira, Ortega y Gasset, Fernando de los Ríos, Adolfo Posada, Marcelino Domingo y un amplio grupo de pensadores que abordaron la crisis finisecular (entre los que destacan Azorín, Unamuno, Maeztu o Ganivet). La mayoría de los textos se centran en la “decadencia” en la que entró la Restauración tras el cambio de siglo y cómo la afrontaron quienes veían que el equilibrio político que había sostenido al país hasta entonces se estaba desmoronando.
El último bloque se ocupa del franquismo y de la Democracia. Sus epígrafes se apartan de la tónica previa y abordan cuestiones más amplias, sin personajes que protagonicen los respectivos capítulos. Entre los temas tratados se hallan los efectos que provocó la dictadura franquista y cómo se articuló la política represiva del régimen; los estertores del franquismo y el intento de solventar la crisis económica en la que estaba sumido el país de la mano de uno de sus ministros (Villar Mir); la crisis del régimen tras la muerte de Franco y cómo se planteó el cambio de sistema político; las consecuencias del atentado del 11M, el encaje político de Podemos y su respuesta a la situación en la que se encontraba España.
Como puede observar el lector, los temas tratados son de lo más variado. Citando nuevamente a los directores de la obra, “cada crisis crea el desafío de la adaptación a la complejidad de la situación provocada por los cambios. De ahí la necesidad política y científica de conocer los mecanismos de resolución de las crisis, máxime cuando la complejidad de las interrelaciones de campos temáticos afectados por las crisis, especialmente aquellas que estructuran el tiempo cronológico e histórico, es de tal tamaño que se requiere la investigación disciplinar para llegar a una somera comprensión de los avatares del cambio experimentado. Aquí se trata, sobre todo, de analizar las ideas que brotaron en la mente de algunos pensadores “crisólogos” al contemplar y ser conscientes de los problemas y cambios de la sociedad española en la época que vivieron, o bien en etapas anteriores a su existencia”.
*Publicado por la editorial Tecnos, mayo 2024.