RENACIMIENTO - PEDRO DE VALDIVIA

Pedro de Valdivia. Conquistador de Chile
Robert B. Cunninghame Graham

Escribir sobre la conquista del Nuevo Mundo se ha convertido en los últimos años en un asunto delicado. Lo políticamente correcto ha impregnado parte de la historiografía y el historiador corre el riesgo de verse sepultado por una avalancha de críticas si algunas de sus afirmaciones lo contradicen. Cada vez que se acerca una fecha señalada en relación con el Descubrimiento de América (el propio término está sujeto a controversia), se multiplican las acusaciones, a veces muy severas, sobre la actuación de los españoles en el continente americano. También es cierto que empiezan a editarse obras que cuestionan la leyenda negra y ponen en perspectiva el proceso de colonización habido en aquellos territorios durante los siglos XVI y XVII. No existe, probablemente, una verdad absoluta y tampoco colores puros, blancos o negros, en esta materia, pero no deberíamos juzgar con los ojos del siglo XXI el pensamiento y las acciones de la Edad Moderna. Nuestra realidad poco tiene que ver con la suya.

Al margen de disquisiciones morales, los logros de los conquistadores españoles fueron extraordinarios. Apenas unos cientos de hombres se hicieron con el control de vastas extensiones de terreno y derribaron imperios milenarios. Contaron, para ello, con una clara superioridad tecnológica, además de la ayuda de las bacterias, y con la estupefacción de los pueblos indígenas que los veían, protegidos por sus armaduras, como semidioses. A pesar de estas ventajas, ante sí tenían a decenas de miles de potenciales soldados que, a la postre, descubrían cómo sus adversarios, que en un principio habían idealizado, no eran sino simples seres humanos con los mismos vicios que ellos. Pronto empezaron los levantamientos y las guerras, pero los conquistadores supieron, a pesar de la considerable desproporción de fuerzas, lidiar con ellas y salir victoriosos. Tan solo algunas regiones y pueblos plantaron batalla a lo largo de los siglos al invasor. Entre esos pueblos se hallan los araucanos, a quienes hubo de hacer frente Pedro de Valdivia.

La vida de Pedro de Valdivia no desmerece de la de cualquier otro famoso conquistador como Cortés, Pizarro o Almagro, a quienes conoció y frecuentó. A él se atribuye la consolidación de la presencia española en Chile y el descubrimiento de gran parte de aquella región. El aventurero, político y escritor inglés Robert B. Cunninghame Graham (cuya biografía no tiene mucho que envidiar a la de su biografiado) escribió, allá por el año 1926, la obra Pedro de Valdivia. Conquistador de Chile*, un ensayo sobre el hidalgo extremeño reconvertido en conquistador que hoy recupera la editorial Renacimiento. Al libro también se incorporan como apéndice las seis cartas que Valdivia envió al emperador Carlos V y que Graham incluyó en su trabajo original, correspondencia sobre la que se basa principalmente este.

Si no hemos de juzgar desde nuestra perspectiva la labor de los conquistadores, tampoco deberíamos valorar el trabajo historiográfico de Graham con las pautas de los actuales ensayos históricos. Probablemente, nadie escribiría hoy (al menos si quiere ser tomado en serio) como el autor inglés. No es que lo haga mal (el trabajo rebosa amenidad y sencillez), pero hay algunas afirmaciones y observaciones sobre el protagonista que al lector actual le podrán resultar chocantes. Como señala Luis Navarro García, catedrático emérito de Historia de América, en el prólogo de la obra, “Se abre el estudio dedicado al primer constructor de Chile, obra de un Graham ya más maduro, con un prefacio que comienza por asegurar que el común de los hombres admiran más ‘las cualidades del coraje, la paciencia en las penurias y desdén por la muerte’, que el talento de un artista, de un hombre de ciencia o de un estadista, Y pasa a presentar, en efecto, a Valdivia como un ‘arquetipo de todas las cualidades elementales que la naturaleza imprime en el hombre’. De paso, nos deja la clara impresión de que él mismo, que quiso desempeñar como empresario o político, participa de ese modo de admirar o de sentir”.

PEDRO DE VALDIVIA - CONQUISTA DE CHILE

El mejor modo de afrontar la lectura del libro es ponernos en la mente de un lector inglés de principios del siglo pasado. Puede no ser sencillo, pero al menos la experiencia resultará curiosa. Las observaciones de Graham son sumamente interesantes y, aunque ensalza a su biografiado (y, en ocasiones, lo admira abiertamente), no estamos ante un panegírico. Su forma de relatar la vida de Valdivia muestra los claroscuros propios del estereotipo del conquistador: valeroso, aguerrido, resolutivo, orgulloso, fiel y cruel si la ocasión lo requiere. No duda en mostrar sus vicios y, cuando adopta una decisión equivocada (o que tenga consecuencias nocivas), la resalta. Así resume el autor la personalidad del hidalgo extremeño: “Sin ser uno de los conquistadores más notables, Valdivia era sin duda uno de los más interesantes, pues reunía todas sus faltas y sus virtudes. Sin el genio de Cortés, el talento militar de Pizarro, la humanidad de Álvaro Núñez o la capacidad administrativa de Domingo Martínez de Irala, sin la prestancia galante y la vida romántica de Pedro de Alvarado y sin la magnanimidad y venia literaria de Quesada, poseía Valdivia aquella fiera tenacidad en los propósitos y astucia y sentido común que caracterizaba a todos los demás”.

Como trasfondo de la obra emerge la conquista del continente americano. Graham es consciente de que la actuación de Valdivia se incardina dentro de un proceso mayor y sabe entrelazar los sucesos propios del biografiado con los conflictos que se estaban produciendo a medida que los españoles consolidaban sus posesiones. De ahí que personajes como Gonzalo Pizarro o Blasco Núñez Vela, protagonistas de la guerra civil en Perú, estén muy presenten en algunos capítulos de la biografía. Por supuesto, el trato a los indios también ocupa un lugar destacado. El escritor inglés no desmiente el uso indiscriminado de la fuerza por los españoles y las continuas matanzas (sería negar una realidad evidente), pero intenta hacer ver al lector que este comportamiento no difiere del seguido por los ingleses o franceses en África. En ningún caso busca justificar la violencia, tan solo la contextualiza en un mundo donde ese tipo de actuaciones no era tan reprochable.

Concluimos con esta reflexión de Luis Navarro: “Su ‘Valdivia’, basado en las crónicas y cartas, es una narración cronológicamente ordenada en diez capítulos en los que cubre una etapa más amplia y trata realmente muchas más historias que la del conquistador de Chile. Fuese por pedirlo así la materia —no se puede hablar de esa conquista sin tratar primero y a la vez de la del Perú con la que se va trenzando— o porque siente la necesidad de mostrar cómo terminó la empresa que interrumpió la muerte de Valdivia”.

Robert B. Cunninghame Graham (Londres, 1852-Buenos Aires, 1936) fue un empresario, aventurero, viajero y político. Pasó su primera juventud en las pampas, convertido en un completo gaucho. Visitó luego América numerosas veces y ese conocimiento, así como sus amplias lecturas de los cronistas españoles de las Indias del siglo XVI, le permitieron recrear la gesta de los conquistadores, ignorada o criticada en los países anglosajones. Publicó una docena de volúmenes de relatos, media docena de biografías de personajes hispánicos y algunos libros de viajes. Entre sus obras editadas en España destacan El río de la Plata (2004), Trece historias (2006), Cartagena y las riberas del Sinú (2010) y Bernal Díaz del Castillo: Historiador de la Conquista (2011).

*Publicado por la editorial Renacimiento, enero 2017. Traducción de Elvira Esther Romero.