Overlord. El Día D y la batalla de Normandía. 1944
Max Hastings

Pocos conflictos bélicos han despertado tanto interés como la Segunda Guerra Mundial, a cuyo estudio se han consagrado miles de publicaciones. La documentación disponible ha permitido tener un conocimiento muy detallado, prácticamente al segundo, sobre cómo evolucionó la refriega y sobre las decisiones adoptadas por el Alto Mando de cada ejército. Por no contar los testimonios de muchos de los que vivieron en primera persona (y sobrevivieron) los horrores de la guerra. A pesar de esa ingente cantidad de información y de las excelentes monografías que analizan hasta el último aspecto de la contienda, todavía perviven algunos “mitos” entre el gran público que no se ajustan a la realidad de lo sucedido. Lo mismo sucede con algunos divulgadores, que buscan dar un aire de sensacionalismo, magnificado en ocasiones, para idealizar o denigrar la actuación de unos y de otros.

Quizás el suceso más ensalzado (incluso mitificado) de la guerra fue el desembarco de Normandía. El 6 de junio de 1944, los ejércitos aliados arribaron a las playas francesas, cuatro años después de huir precipitadamente de Dunkerque. Las incontables anécdotas e historias que envuelve este acontecimiento han impedido, en ocasiones, analizar en profundidad qué ocurrió realmente en aquellos trascendentales días. Además, la campaña de desinformación para esconder a los alemanes cuándo y dónde sucedería el desembarco ha generado todo tipo de literatura.

La impresión general es que los aliados lograron una victoria decisiva en las playas de Normandía, tras aplastar a las defensas alemanas, y que cumplieron los objetivos propuestos. La realidad admite una interpretación más matizada sobre el triunfo angloestadounidense. Obviamente, se consiguió el propósito marcado, pero a un coste mayor del previsto y con una demora considerable. Hubo, además, momentos en los que la victoria pendió de un hilo. El ejército alemán, en condiciones más precarias que las de sus oponentes y con unos recursos notablemente más escasos después de casi cinco años de guerra ininterrumpida, puso en serios aprietos el avance aliado, revelando sus carencias y sus deficiencias. El mérito del resultado final recayó, más que en las cualidades militares del ejército invasor, en su enorme capacidad logística y humana, que logró avasallar a un digno rival.

El historiador y divulgador inglés Max Hastings, uno de los mayores expertos de la Segunda Guerra Mundial, publicó en 1984 un controvertido pero aclamado libro titulado Overlord. El Día D y la batalla de Normandía. 1944*. La editorial Esfera de los Libros recupera este “clásico” que aborda desde una perspectiva crítica y objetiva lo acaecido en aquel verano de 1944 en el norte de Francia. Un trabajo excepcional que desentraña las incógnitas y las leyendas que rodean al desembarco aliado.

Como explica el autor, “la lucha por Normandía fue la batalla decisiva de la Segunda Guerra Mundial en el oeste; quizá, la última vez que el ejército alemán pudo haber salvado a Hitler de la catástrofe. La generación de posguerra creció con el mito de la triunfal campaña aliada de 1944-1945 a través de Europa, desconectada en cierto modo de la terrible, aunque decisiva, lucha que había tenido lugar en el este. Hoy en día reconocemos que los rusos hicieron una contribución determinante a la guerra en el oeste con la destrucción de lo más granado del ejército alemán y la muerte de unos dos millones de hombres antes de que los soldados aliados pusieran el pie en las playas el 6 de junio de 1944. Es precisamente el hecho de que la batalla por Normandía se produjese en este contexto lo que hace que los acontecimientos de junio y julio sean tan destacables. […] En las semanas que siguieron, a pesar del dominio absoluto aliado del mar y del aire, sus ataques fueron repelidos una y otra vez con fuertes pérdidas por unas unidades alemanas en gran inferioridad numérica y armamentística. Por supuesto, nada de esto empaña la verdad histórica esencial de que los Aliados se impusiesen en última instancia, pero si hace que la campaña no parezca un asunto tan simple como sugieren los clichés chovinistas”.

Aunque el desembarco de Normandía, el famoso Día D, tuvo lugar el 6 de junio, la batalla de Normandía duró varios meses más. Sobre este período, y sobre los preparativos de la operación, versa la obra de Hastings, que nos brinda un vivo y detallado retrato de la campaña aliada en el norte de Francia. El historiador inglés analiza casi todos los aspectos del combate: su planificación, las dudas aliadas, el colosal despliegue logístico, los planes estratégicos, las armas y vehículos utilizados, la personalidad de los generales al frente, la disposición de las defensas alemanas y un largo etcétera que hará las delicias de los amantes de la historia bélica. La ingente cantidad de información que recoge el libro no dificulta su lectura, ya que Hastings, con la maestría característica de los historiadores anglosajones, sabe combinar con soltura la prosa ágil y el relato histórico.

El historiador británico no duda en criticar a las fuerzas aliadas cuando cometen clamorosos errores tácticos y estratégicos. Subraya la sobresaliente calidad de las fuerzas alemanas, que con medios precarios supieron hacer frente al contingente angloestadounidense, así como la bisoñez de los ejércitos aliados, en especial de los oficiales intermedios, que no estuvieron a la altura de las circunstancias. Sirva como ejemplo la incapacidad aliada para cerrar la brecha al sur de Falaise, que permitió la huida del ejército nazi. Evidentemente, hubo excepciones, pero la tónica general transcurrió por esos derroteros. Los retrasos y el continuo acoso germano dificultaron enormemente el avance aliado, llegando a detenerlo en determinados momentos. La abrumadora superioridad aérea y la información obtenida al descifrar las comunicaciones alemanas no supusieron una ventaja significativa durante el combate: ayudaron, pero no fueron decisivas. Al final, son las tropas terrestres las que ganan o pierden las batallas.

No es fácil narrar una operación militar que cuenta con distintos frentes y que se prolonga en el tiempo. Hastings opta por dividir su obra por en función de los sectores correspondientes a cada nación (americanos, británicos, alemanes), aunque ello implique alguna disrupción en la cronología. También se detiene en episodios menos conocidos, pero igual de relevantes, que el inicial desembarco e intenta dar protagonismo a los hombres que combatieron sobre el terreno. Junto a la descripción del avance aliado, la obra está salpicada por las vivencias y las historias de personas anónimas que participaron en la batalla. Se intenta humanizar el relato y concienciar al lector de que no está ante meras cifras y datos, sino ante hombres de carne y hueso, forzados a soportar situaciones extremas con muchísima tensión.

Concluimos con esta reflexión del autor: “Normandía fue una campaña que ejemplificó a la perfección las fortalezas y las debilidades de las democracias. La invasión fue el producto de un deslumbrante trabajo de planificación y de estado mayor, a lo que había que sumar un ingenio técnico soberbio. Una vez estuvieron los ejércitos en las playas no hubo exhibición de fuegos artificiales ni brillantez militar. En su lugar, lo que experimentaron los ejércitos fue un gradual, y a veces torpe, proceso de aprendizaje. Cada operación se benefició de los errores cometidos en la inmediatamente anterior y sus responsables emplearon potencia de fuego masiva con el fin de desgastar a los alemanes y encajaron las decepciones sin trauma. Esto último constituye un auténtico reflejo de la naturaleza del conflicto: la mayoría de los comandantes alemanes, entre las dificultades insuperables de luchar a un mismo tiempo contra Hitler y los Aliados, se precipitaron hacia un estado que bordeaba la histeria. Sin embargo, entre los ejércitos aliados hubo en algunas ocasiones pesimismo, pero nunca una verdadera alarma o nerviosismo”.

Max Hastings (Londres, 1945), periodista e historiador militar, ha sido corresponsal de guerra de la BBC y director de The Daily Telegraph y del Evening Standard. Algunas de sus obras más destacadas son Armagedón. La derrota de Alemania, 1944-1945, Némesis. La derrota del Japón, 1944-1945, La guerra de Churchill, Se desataron todos los infiernos. Historia de la Segunda Guerra Mundial, La guerra secreta: Espías, códigos y guerrillas, 1914. El año de la catástrofe y Vietnam. Una tragedia épica, 1945-1975. Su labor de investigación y divulgación histórica le han valido el Pritzker Military Prize en 2012 y la Medalla de Bronce del US Council on Foreign Relations Arthur Ross en 2019, entre otros galardones.

*Publicado por Esfera de los Libros, marzo 2021. Traducción de Hugo A. Cañete.