ACANTILADO - ORIGEN Y META DE LA HISTORIA

Origen y meta de la historia
Karl Jaspers

¿Qué es la Historia? ¿Qué podemos esperar de ella? ¿Qué utilidad tiene? Estos interrogantes llevan atormentando durante siglos a los historiadores y no parece probable que hallemos una respuesta unánime en un futuro inmediato. Cada estudioso ha propuesto una solución diferente a esas preguntas, por lo general atendiendo a sus creencias, a su ideología o a sus particulares interpretaciones. De ahí que el abanico de alternativas sea tan amplio: la forma de entender el pasado se vincula a opciones personales, de las que cada uno extrae sus propias conclusiones.

De todos modos, la historia no consiste sino en observar el legado de la humanidad, en destacar unos hechos que se hunden en la memoria de los tiempos y cuyas consecuencias se sienten todavía hoy y lo seguirán haciendo durante las centurias por venir. Ante este escenario, el historiador, con unos medios normalmente muy limitados, ha de reconstruir una realidad de forma verosímil y ofrecer un relato en el que, casi inevitablemente, se reflejan sus propias inquietudes y principios.

Una de las peculiaridades de la historiografía de finales del siglo XX y del XXI es su tendencia a la especialización, común a otros ámbitos de las ciencias sociales. Cada vez son más quienes se ocupan únicamente de aspectos muy concretos del pasado, ya sean temporales (períodos muy específicos que apenas superan unas décadas), territoriales (son incontables los estudios limitados a una región, a una ciudad o incluso a una pequeña localidad) o personales (biografías). Los trabajos clásicos sobre la Historia Universal, como los de Arnold J. Toynbee o Leopold von Ranke, han caído en desuso y, a lo sumo, se publican pequeños manuales que recorren brevemente, de modo divulgativo, la historia de la humanidad. Muy lejos quedan las grandes construcciones que intentaban desentrañar desde una perspectiva global la esencia del hombre a través de sus acciones a lo largo de los siglos. La fragmentación de la historiografía puede provocar que perdamos la perspectiva general: la concatenación de diminutos estudios no necesariamente tiene como resultado, o suma, una visión global de la historia. En ocasiones hay que tomar distancia para poder contemplar la imagen completa.

Todos estas inquietudes e interrogantes son magistralmente tratadas por el filósofo germano Karl Jaspers en la obra Origen y meta de la historia*. Publicado originalmente en 1949, a los pocos años del fin de la Segunda Guerra Mundial y la caída del nazismo (sucesos que vivió muy de cerca el psiquiatra alemán), fueron precisamente estos hechos lo que le llevaron a escribir el texto que ahora reseñamos.

El autor explica el propósito de su obra en estos términos de la introducción: “Por virtud de la extensión y la profundidad de las transformaciones que en ella ha experimentado toda la vida humana, recae sobre nuestra época la significación más decisiva. Sólo la totalidad de la historia humana puede suministrar los módulos para entender el sentido del acontecer actual. Pero cuando contemplamos la historia de la humanidad nos encontramos con el misterio de nuestro ser humano. El hecho de que tengamos historia, de que por virtud de la historia seamos lo que somos y de que esta historia haya durado hasta ahora un tiempo relativamente muy corto nos lleva a preguntarnos: ¿De dónde viene esto? ¿Adónde va? ¿Qué significa? […] Esbocemos ahora en una estructura de la historia universal nuestro esquema, que trata de dar a la historia de la humanidad la máxima amplitud y la más decisiva unidad”.

La obra de Jaspers es brillante, destila inteligencia y erudición en cada página, en cada reflexión. No obstante, puede ser excesivamente teórica para un profano o para un lector actual no acostumbrado a construcciones tan elaboradas que, si bien no revisten una complejidad excesiva (no estamos ante un escrito hegeliano), exigen una atención que no todos están dispuestos a prestar. La comprensión del texto se ve facilitada por la traducción que ha recuperado la editorial Acantilado, esto es, la versión publicada en la Revista de Occidente en el año 1951 por el filósofo e historiador español, Fernando Vela (seudónimo de Fernando Evaristo García Alfonso).

Para describir las tesis que recoge Jaspers en su trabajo, requeriríamos un espacio y tiempo de los que no disponemos, y tampoco es esa la finalidad de las reseñas de Metahistoria. Un estudio más pormenorizado de los planteamientos de la filosofía de la historia que adopta el psiquiatra alemán se puede encontrar en revistas especializadas, aun cuando cada lector podrá extraer sus propias conclusiones del presente libro. Por nuestra parte, nos limitaremos a condensar la estructura de la obra y las principales cuestiones abordadas a lo largo de los tres bloques que la integran.

El primer epígrafe está dedicado a plasmar la idea que Jaspers tiene de la Historia Universal, para él divida en cuatro etapas: la prehistoria o edad prometeica; el período de fundación de las grandes culturas más antiguas; la época de la fundación espiritual de la existencia humana y la época técnico-científica. De las cuatro, destaca la tercera, que él denomina tiempo-eje, cuya relevancia se debe, en sus propias palabras, a que “este eje de la historia universal parece estar situado hacia el año 500 antes de Cristo, en el proceso espiritual acontecido entre los 800 y 200. Allí está el corte más profundo de la historia. Allí tiene su origen el hombre con el que vivimos hasta hoy”.

Resulta obvio que esta clasificación difiere de las utilizadas tradicionalmente y se aleja de los cánones clásicos. Debido, en gran medida, a que Jaspers coloca al ser humano como elemento discursivo, los cambios en la mentalidad de la sociedad constituyen, por encima de los hechos, las claves para comprender los tránsitos de una época a otra. Dentro del universo conceptual del filósofo germano, el origen se hallaría en la “creación del hombre” y la meta en “el eterno reino de los espíritus”. Por cierto, la Historia Universal engloba tanto a Occidente como a Oriente: la visión eurocéntrica, tan extendida en la historiografía, queda desterrada en este trabajo.

El segundo bloque aborda el presente, y en él se analizan los cambios que la técnica y la ciencia han introducido en la vida del hombre. Para Jaspers, en el siglo XIX se produjo un corte radical del lento transcurrir de la historia. Su causa fue el extraordinario desarrollo de la ciencia moderna, que articuló una realidad diametralmente opuesta a la que venía existiendo en los cinco milenios anteriores. Tal fue su impacto que “la técnica está a punto de transformar juntamente con toda la vida de trabajo del hombre al hombre mismo”. Tras examinar esas transformaciones, el historiador se detiene en su presente (años 50 del siglo XX) para describir sus rasgos más peculiares, como la importancia de las masas o la disolución de los valores tradicionales. A continuación, se pregunta por el futuro, por cuáles deben ser los objetivos de la humanidad para sobrevivir, de los que considera más importante la búsqueda de la libertad.

El tercer y último bloque abandona el discurrir de la historia para centrarse en su sentido, ofreciéndonos las páginas quizás más interesantes para el apasionado de esta disciplina. Karl Jaspers indaga en sus límites, en su estructura fundamental, en su unidad, en la conciencia histórica que hoy prevalece y en la posibilidad de superarla: “Para nosotros, historia es el recuerdo, no sólo para conocerlo, sino para vivir de él. La historia es el fundamento ya asentado al cual quedamos vinculados cuando no queremos disolvernos en nada, sino que aspiramos a participar en el ser del hombre”.

No es posible trasladar a unas pocas líneas las múltiples ramificaciones del complejo pensamiento de Jaspers. Su ensayo aborda las grandes cuestiones de la historiografía y del ser humano, a veces de forma precisa y clara, otras de forma más velada y poliédrica, pero siempre despertando un vivo interés en el lector que se deje atrapar por su prosa. La historia, en concreto la historia universal, se levanta como un faro que guía nuestra existencia. El pasado, el presente y el futuro están íntimamente entrelazados, constituyen una unidad indisociable, y a nosotros nos corresponde descifrar y sus causas y no olvidar sus enseñanzas.

Concluimos con la advertencia que realiza el filósofo germano: “Ha surgido ahora en el mundo una preocupación completamente distinta sobre el futuro del hombre que nunca existió antes. Es la preocupación por el ser del hombre, la posibilidad que anunciaban Burckhardt y Nietzsche de que el hombre se pueda perder a sí mismo, de que la humanidad, en parte insensiblemente, en parte por virtud de violentas catástrofes, desemboque en una nivelación y maquinización, en una vida sin libertad y sin satisfacción, en una sombría maldad sin humanidad”.

Karl Jaspers (Oldenburg, 1883 – Basilea, 1969), psicopatólogo y filósofo, fue una de las voces más significativas del siglo XX. En 1909 se licenció en medicina, y en 1914 empezó su carrera docente, primero como profesor de psicología y, más adelante, en 1922, como catedrático de filosofía en la Universidad de Heidelberg. Entre 1930 y 1945 fue apartado de su cátedra por los nazis. Se reincorporó a la Universidad de Heidelberg al acabar la guerra y, en 1948, se trasladó a Suiza para enseñar en la Universidad de Basilea. De su vasta producción destacan Psicología de las concepciones del mundo, La filosofía desde el punto de vista de la existencia, El hombre en la Edad Moderna, De la verdad y Genio artístico y locura, Strindberg y Van Gogh.

*Publicada por la editorial Acantilado, enero 2017.