BIBLIOTECA CASTRO - OBRAS COMPLETAS VALLE-INCLAN

Obras completas de Valle-Inclán (Tomo III)
Ramón del Valle-Inclán

Como advertíamos en la reseña de la biografía del escritor gallego a cargo de Manuel Alberca, La espada y la palabra. Vida de Valle-Inclán (que puede leer aquí), nuestro protagonista es una figura enigmática, controvertida, pasional, polémica, magnética, cautivadora, extraordinaria… No hay adjetivos suficientes para describir la compleja y poliédrica personalidad de Don Ramón del Valle-Inclán. Sus amigos, entre los que se encuentran las grandes personalidades de la cultura española del primer tercio del siglo XX, nunca fueron capaces de comprenderle ni, en realidad, tan siquiera de conocerle realmente. Sus extrañas afinidades políticas (gran parte de su vida se declaró carlista), su carácter irascible e independiente y su peculiar forma de expresarse polarizaron el mundo del arte entre aquellos que le admiraban “incondicionalmente” y quienes le tenían una manifiesta aversión (la eterna disputa en torno a su acceso a la Real Academia de la Lengua es buena prueba de ello). En palabras de Manuel Alberca, “como tantas veces se ha dicho Valle-Inclán ha sido, junto a Quevedo, el escritor español que ha atraído a sus contemporáneos tanto o más por su singular figura que por su obra, con lo que esto tendrá de rémora para aquella”.

Se cumplen ochenta años de la muerte del genial escritor gallego y, conforme a la normativa de propiedad intelectual, sus obras pasan al dominio público. A partir del uno de enero de este año, todos podemos disponer de ellas sin necesidad de requerir autorización. Ahora bien, que los textos de Valle-Inclán estén libres de derechos no debería implicar que su edición se convierta en un elemento menor o secundario. Todo lo contrario. Ahora que es ilimitado el número de editoriales con opción a publicar sus escritos, se hace indispensable un tratamiento ordenado, académico y de calidad de su obra. La Fundación José Antonio de Castro, cuya labor de perpetuar la literatura hispanoamericana es digna de todo elogio, ha publicado, bajo la dirección de la profesora Margarita Santos Zas, las obras completas de Valle-Inclán en cinco volúmenes que recogen sus escritos poéticos, narrativos, teatrales y ensayísticos.

No solemos hacer reseñas de obras literarias, pues el enfoque de Metahistoria es eminentemente histórico. De ahí que esta recensión no se ocupe de la faceta artística o crítico-literaria de la obra del escritor gallego (existen voces mucho más autorizadas para emitir ese juicio), sino del contexto historiográfico en que se encuadra la obra de Valle-Inclán. A pesar de que se aleja de nuestro habitual campo de análisis, no queríamos perder la oportunidad de adentrarnos en el trabajo de uno de los grandes genios que ha tenido España en el siglo XX. La cuidada edición que ha elaborado la Fundación José Antonio de Castro nos invita a recuperar el legado de un escritor por todos conocido, pero no tan leído como debería.

Dada la magnitud del trabajo acometido por el equipo de la profesora Margarita Santos, nos limitaremos, únicamente, a comentar alguna de las implicaciones historiográficas del tercer volumen de la colección, que, como se explica en su introducción, “está integrado por las obras que conforman El Ruedo Ibérico, en las ediciones indicadas en su lugar; al igual que por La Lámpara Maravillosa, incorporada como broche de este volumen, con un criterio que obedece básicamente a razones editoriales, aunque su carácter excepcional (mirada que integra pasado y futuro) en la producción del escritor gallego permite adjudicarle simbólicamente en su trayectoria literaria un papel de alfa u omega”.

El Ruedo Ibérico fue el proyecto editorial más ambicioso del escritor gallego. Al final, por desgracia, sólo se quedó en eso, en proyecto. Valle-Inclán no pudo concluirlo y únicamente redactó parte de la primera serie, de las tres que, previsiblemente, habrían de constituir la obra. Las novelas cortas que integran este bloque (entre las que se incluyen La corte de los milagros o Viva mi dueño) están ambientadas en la España isabelina de mediados del siglo XIX y se publicaron durante los años veinte, de forma caótica y desordenada, tanto en folletines editados por los periódicos, como en colecciones de novelas —lo que ha dificultado enormemente su localización y ordenación—.

Afirma el profesor Javier Serrano en el estudio preliminar del libro que, aunque muchos han querido ver en El Ruedo Ibérico un símil de los Episodios Nacionales de Galdós, el escritor gallego se inspiró más en la monumental obra de Tolstoi, Guerra y paz, para describir uno de los períodos más bajos de nuestro pasado reciente. Así lo percibe el profesor de la Universidad de Santiago de Compostela: “Al margen de las variaciones en el tiempo de la historia que pretendía narrar en este ciclo ibérico, el objetivo de Valle-Inclán era relatar, desde una perspectiva desgarradora y crítica, un amplio momento histórico que a su entender era la piedra angular del desastre español, protagonizado por el régimen conocido como Restauración. No era otra la España contra la que habían clamado los escritores del Fin de Siglo. Pero el fenómeno de la decadencia hispana no partía de la guerra colonial de 1898, y por lo tanto no era producto de un conflicto absurdo, sino del modelo de estado que se había generado tras un laberíntico período en el que ocurrieron demasiadas cosas en un país desestructurado como era este en la segunda mitad del siglo XIX. Para nuestro autor, el sinsentido de la vida española empieza a germinar en el desastroso reinado de Isabel II”.

Junto a El Ruedo Ibérico, este tomo incluye el ensayo La Lámpara Maravillosa. Ejercicios espirituales, un complicado y oscuro tratado de estética en el que Valle-Inclán desgranó su concepción del arte y del papel del artista. Es un texto no apto para lectores profanos en el pensamiento “valleinclaniano”, pues adopta tintes esotéricos y filosóficos (con un marcado trasfondo pitagórico y neoplatónico) expresados en una prosa densa, en la que las ideas fluyen de manera críptica y en el que el ocultismo juega un papel muy destacado. La obra se organiza en siete partes, donde la simbología del número y los saberes pitagóricos han sido introducidos intencionadamente por el escritor gallego. La influencia del quietismo y de La guía espiritual del místico español del siglo XVII, Miguel de Molinos, es evidente. Para Carmen E. Vílchez Ruiz, autora del análisis preliminar, “La Lámpara Maravillosa constituye el tratado de estética de Valle-Inclán, en el que expuso no solo su doctrina estética y su concepción del arte y de la función del artista en el mundo, sino también su cosmovisión. En Valle-Inclán arte y vida están íntimamente entrelazados, pues el primero resulta ser un medio de trascendencia espiritual que le permite desvelar los misterios de la existencia. Se trata, pues, de un libro de madurez creativa, de sistematización de su pensamiento, cifra y clave de toda su producción. Por eso Valle-Inclán, cuando inició la publicación de su Opera Omnia en 1913 le reservó el primer volumen de la colección, confiriéndole simbólicamente el papel de guía en 1916, fecha en que se edita por vez primera”.

La obra de Valle-Inclán es imprescindible para conocer el modernismo español. Aunque fue un verso libre dentro de la cultura literaria del primer tercio del siglo XX, su influencia en otros autores es notoria. Ochenta años después de su muerte, su estilo sigue manteniendo la extraña frescura que supo darle el escritor gallego. Releer sus textos más emblemáticos no sólo sirve para disfrutar de un novelista genial, sino, igualmente, para comprender la España que intentaba recuperarse del desastre del 98 y de una decadencia arrastrada desde hace mucho tiempo.

*Los tres primeros tomos de las Obras Completas se han publicado en enero de 2017.