ATICO DE LOS LIBROS - MONTY Y ROMMEL

Monty y Rommel. Vidas paralelas
Peter Caddick-Adams

Cada conflicto bélico cuenta con ciertas operaciones (no siempre las más relevantes) cuyas repercusiones se amplifican exageradamente, mientras que otras pasan desapercibidas aunque su trascendencia sea mucho mayor. Así se crean mitos y leyendas que perviven con el paso del tiempo. La batalla de Rocroi en 1643, por ejemplo, ha quedado marcada como el fin del poderío militar de los Tercios españoles en el continente europeo, cuando en realidad su impacto en la Guerra de los Treinta Años fue bastante más comedido. Durante el siglo XX, las dos guerras mundiales han dado pie a un sinfín de gestas heroicas y enfrentamientos épicos de los que, a veces, tendemos a olvidar los errores cometidos y las pérdidas humanas ocasionadas. Se crea un escenario de nobles lances y gallardas batallas que, en ocasiones, poco se ajusta a lo que sucedió realmente. Uno de estos duelos inolvidables, que ha perdurado en la memoria colectiva, tuvo lugar en las arenas del norte de África, entre el británico Bernard Law Montgomery y el alemán Erwin Rommel.

La Segunda Batalla de El Alamein (octubre-noviembre de 1942) enfrentó a dos de los generales más reputados de ambos contendientes. Ganaron los aliados, pero la resistencia de las fuerzas del Eje es hoy casi más admirada que la táctica utilizada por el vencedor. El Afrika Korps, apenas sin recursos y acosado por un enemigo mucho mejor equipado, logró plantar cara durante varios días al bien pertrechado ejército británico, aunque finalmente hubiese de retirarse. La victoria, la primera clara victoria de las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial, fue ampliamente explotada por la propaganda inglesa, a pesar de la escasa relevancia que tuvo en el desarrollo de la contienda. La fama que adquirieron Montgomery y Rommel les abrió las puertas para acceder a los escalafones más elevados de sus respectivos ejércitos. En menos de dos años se volverían a ver las caras en un escenario muy distinto, aunque también cubierto de arena, las playas de Normandía. El Día D supuso el cenit de ambos generales. Rommel se verá conducido al suicidio y Montgomery será muy cuestionado desde entonces.

La obra más famosa del historiador griego Plutarco son sus Vidas Paralelas. Su propósito era lograr que el lector intuyese, a través del relato de la vida de grandes hombres, unos principios éticos y unas virtudes para orientar sus propias acciones. Aunque el historiador británico Peter Caddick-Adams no se arroga tan ilustre propósito cometido en su obra Monty y Rommel. Vidas paralelas* (sus pretensiones son más modestas), se deja influir por el estilo y el talante del clásico griego. Con la biografía de estos dos grandes soldados nos acercamos a la historia bélica de la primera mitad del siglo XX, en la que ambos ocupan un lugar preeminente. Sus vidas, además, nos sirven como modelo de los hombres que integraron los ejércitos alemanes e inglés en la centuria pasada.

Rommel - Monty y RommelAsí explica el autor el objetivo de su trabajo: “¿Tenían un carácter similar o solamente recorrieron el mismo camino en la vida y en la guerra?” Ambos fueron tremendamente polémicos y estuvieron en guerra tanto contra el enemigo como contra sus superiores. Y, sin embargo, sus nombres todavía son célebres a pesar del tiempo transcurrido desde sus hazañas. Quizás sea importante comprender a ambos comandantes en el contexto del liderazgo militar moderno, especialmente ahora que estamos de nuevo en una época de guerras, para no perpetuar sus defectos, en ocasiones ocultos por el brillo de su reputación”. Como se puede entrever en este breve comentario, al historiador inglés no le tiembla el pulso cuando critica a sus biografiados. No idealiza, no magnifica, ni tan siquiera toma partido, tan solo expone los hechos. Una objetividad encomiable, rara en este tipo de obras.

La labor de investigación llevaba a cabo por Peter Caddick-Adams es sencillamente colosal. Pocas biografías descienden a tal nivel de detalle sin acabar aburriendo al lector. La capacidad del historiador británico para alternar las peripecias de sus dos protagonistas es también admirable. Salta de una vida a otra sin perder el hilo narrativo y sin que el lector haya de preocuparse por el vasto escenario bélico que fueron las dos Guerras Mundiales, en las que ambos militares participaron. Caddick-Adams no se limita a comparar la personalidad de uno y otro, prefiere que sean sus biografías las que muestren al lector sus similitudes (que son considerables) y sus discrepancias. Tan solo en determinados momentos el autor confronta a los dos generales y muestra aquellas peculiaridades que les alejan y acercan. La obra se organiza, por tanto, siguiendo un orden cronológico. Las trayectorias vitales de Montgomery y Rommel no siempre son coincidentes, pero varias veces, incluso sin saberlo, estuvieron al mismo tiempo frente a frente en el campo de batalla.

Ninguno de los dos provenía de una familia con tradición militar; ambos eran provincianos, de pequeña estatura, austeros, enfermizamente trabajadores, muy preocupados por la forma física, metódicos y algo despóticos. Se formaron en la Primera Guerra Mundial y sus trayectorias en el escalafón militar fueron parecidas, incluida la relación con sus superiores, complicada y en ocasiones tormentosa. Si estos son algunos de los rasgos que comparten Montgomery y Rommel, sus diferencias, como explica el historiador británico, eran también evidentes, en especial las concernientes a sus planteamientos tácticos y sus experiencias en el frente. Así lo expresa Caddick-Adams: “Para recapitular sobre lo que acababan de experimentar nuestros dos protagonistas: a nivel de pelotón y compañía, Monty pasó aproximadamente dos meses hasta que fue herido en el frente en 1914, y tomó parte en dos acciones, en Le Cateau y Méteren. Tras su recuperación, pasó el resto de la guerra, cuarenta y seis meses, llevando los galones rojos de un oficial del Estado Mayor General. […] Rommel pasó treinta y siete meses en el frente o cerca de él, y luego once meses siendo, en contra de su voluntad, oficial del Estado Mayor”.

Montgomery - Monty y RommelQuizás la principal disonancia entre ambos militares residiera en la forma que tenían de afrontar la guerra. Rommel era, como señaló el mariscal de campo de la Luftwaffe, Albert Kesselring, “el mejor líder de tropas en rápido movimiento, pero solo hasta el nivel de ejército. Por encima de ese nivel, todo le venía grande”. Caddick-Adams recoge algunas acciones del Zorro del Desierto realmente increíbles, de las que destaca su habilidad táctica. Pensaba más rápido que el resto, lo que permitía responder antes a cualquier obstáculo que se le planteara. Su campaña en el norte de Italia durante la Primera Guerra Mundial es digna de estudio. No obstante, la guerra moderna no consiste solo en ganar batallas, dada la primacía del componente logístico. Para desplazar y coordinar ejércitos inmensos se requieren recursos y armamento de una proporción gigantesca. Rommel y su proverbial impaciencia encajaban mal en este esquema. De hecho, se le acusa de haber perdido la batalla de El Alamein al estirar demasiado la línea de abastecimiento, hasta hacerla insostenible.

De Montgomery se puede decir justamente lo contrario. Con una capacidad táctica cuestionable, como gestor de hombres y medios era único. Aunque la inteligencia británica ayudó (y mucho) al ejército aliado tras haber descifrado el código de comunicaciones germano, Caddick-Adams señala que “la fuerza del carácter de Monty, su capacidad de dominar el escenario y su profunda profesionalidad alteraron el equilibrio en el Norte de África de la noche a la mañana”. Por eso se le encomendó la organización del Desembarco de Normandía, el mayor despliegue de materiales y hombres de la guerra, cometido que cumplió con éxito. Pero cuando tuvo que dirigir a sus hombres por la campiña francesa, la situación se torció y arreciaron las críticas. Su carácter férreo y un tanto vanidoso casó mal con el resto de líderes aliados, siendo muy cuestionado por otros generales como Patton, Eisenhower o Coningham.

Junto a las biografías de Monty y Rommel, la obra de Caddick-Adams presenta un formidable estudio sobre las dos Guerras Mundiales, la organización de los ejércitos en liza y la propia guerra como concepto. Para explicar los avatares de la vida de estos dos generales, examina el contexto en que se movieron y el mundo que les tocó sufrir. Al final, la Segunda Guerra Mundial la ganó quien pudo movilizar un mayor número de recursos. Los aliados aplastaron al Eje, que solo pudo aportar la pericia de sus soldados y oficiales, contribución a todas luces insuficiente. De ahí que la virtud de Montgomery se demostrase, a la postre, más decisiva que el ingenio de Rommel.

Concluimos la reseña con la comparación que realiza el historiador inglés en el epílogo de la obra, síntesis de la opinión que tiene de sus dos biografiados: “Monty sería un pintor cortesano reconocido que creería que su influencia era mucho mayor de lo que realmente era, célebre por sus muchas manías personales, y mantendría un taller lleno de aprendices, mientras que puede que Rommel fuera reconocido finalmente como lo que siempre fue: un hombre descuidado, inspirador y a menudo brillante pero, sobre todo, un solitario”.

Peter Caddick-Adams es profesor de Estudios Militares y Seguridad en la Academia de Defensa del Reino Unido. Se ha especializado en análisis militar, doctrina, liderazgo y campos de batalla. Fue el historiador oficial de la OTAN en Bosnia durante 1996-1997, así como el historiador oficial del Reino Unido durante la guerra de Iraq de 2003. Entre sus obras destacan: By God They Can Fight (1996), The Fight for Iraq (2004) o Monte Cassino: Ten Armies in Hell (2012).

*Publicado por la editorial Ático de los Libros, abril 2016.