SILEX - MONARQUIAS ENCONTRADAS

Monarquías encontradas
VV.AA.

Pocas naciones han tenido a lo largo de su historia una dependencia entre sí tan compleja como España y Portugal. Países vecinos y con características muy similares, su entendimiento recíproco no siempre ha sido fácil: ha habido momentos de complicidad y acercamiento seguidos de otros de gran distanciamiento, con guerras de por medio. Aún hoy algunos albergan la idea de una «unión ibérica», utopía de difícil realización.

Sin duda, el punto álgido de la relación entre ambos países se sitúa en los siglos XVII y XVIII, tras la rebelión portuguesa de 1640. A partir de entonces y hasta el matrimonio entre Bárbara de Braganza y Fernando VI un siglo más tarde se inicia un período de gran inestabilidad, especialmente en Portugal, durante el cual las intrigas y las conspiraciones están a la orden del día en las Cortes de los dos países. El libro Monarquías encontradas. Estudios sobre Portugal y España en los siglos XVII-XVIII* aborda esta época a través de una serie de artículos que analizan aspectos específicos de las coronas portuguesa y castellana, así como el juego diplomático que tuvo lugar entre ambas.

Tanto Portugal como España florecieron durante el siglo XVI gracias a los descubrimientos que les permitieron expandir su área de influencia por todo el mundo. La necesidad de asegurar sus costas y colonias, además del ímpetu conquistador y religioso, llevó al rey portugués Sebastián a iniciar una campaña para hacerse con el control del norte de África. En 1578 el monarca perecía en la famosa batalla de Alcazarquivir y dejaba huérfano a todo un país. Tres años más tarde y tras una intensa actividad diplomática dirigida por el cardenal portugués Enrique y Cristóbal de Moura, las cortes de Tomar reconocían al rey español como Felipe I de Portugal. La nobleza veía con buenos ojos la unión, pero el pueblo afrontó la noticia dividido. La incertidumbre quedó resuelta con la toma de Lisboa por las tropas castellanas bajo el mando del Duque de Alba y del Marqués de Santa Cruz, que acabaron con cualquier oportunidad de hacerse con el poder al resto de los candidatos al trono.

PROCLAMACION REY PORTUGAL JOAO VDurante sesenta años Portugal formó parte de la Corona de España y en estos años las relaciones entre ambos países se intensificaron, aunque Portugal mantuvo su estatuto político y su autonomía político-jurisdiccional y seguían existiendo focos de resistencia que aspiraban a recuperar su total independencia. En 1640 la situación española era muy delicada (la guerra de los Treinta Años consumía sus recursos económicos y humanos) y para paliar dicha situación el Conde-Duque de Olivares ideó la denominada Unión de Armas que exigía una mayor participación financiera y militar a los reinos del Imperio. La oposición a este proyecto hizo que aumentase el descontento portugués con la monarquía española y el duque de Braganza se alzó como sólido pretendiente al trono y símbolo de la unidad nacional. El 1 de diciembre de 1640 se inició la insurrección, acontecimiento que señala el punto de partida de Monarquías encontradas.

El primer artículo del libro, La gobernación de Portugal: de los Austrias a los Braganza (1621-1667) de Pedro Cardim, aborda la transición en el seno de la Corte y de los órganos administrativos portugueses y las medidas (tributarias, políticas, económicas) adoptadas por el nuevo monarca tras la revuelta. La coronación de Juan IV provocó la marcha de muchos nobles afines a España y una restructuración de las élites dirigentes, así como un intento propagandístico por alejarse de la mala imagen del monarca español y dar la impresión de gobernar de forma diametralmente opuesta, con el apoyo de las Cortes. No obstante, afirma Cardim, las medidas promulgadas por el Braganza no difieren tanto de las promulgadas por Felipe IV: «Si bien, a través del examen atento a la dinámica política posterior a la revuelta portuguesa es posible detectar, como se ha podido ver en estas páginas, más continuidades y semejanzas que rupturas y diferencias. En el plano gubernamental, las decisiones aplicadas por los Braganza habían estado en buena medida inspiradas en lo que se había hecho antes de 1640«.

La guerra entre España y Portugal duró más de veinte años y aunque no hubo operaciones durante todo este tiempo, las intrigas y las conspiraciones estuvieron presentes en todo momento. La facción españolista en la Corte portuguesa, aún debilitada, seguía teniendo un fuerte ascendente y presencia. La muerte de Juan IV en 1656 avivó, más si cabe, la explosiva situación. Finalmente el 13 de febrero de 1668 se firmaba el Tratado de Lisboa que suponía el reconocimiento por parte de los españoles de la independencia portuguesa. El artículo de David Martín Marcos, 1668, una paz «inacabada» entre España y Portugal, analiza las consecuencias del Tratado de Lisboa, las repercusiones que tuvo en las relaciones entre ambos países (especialmente los clausulas relativas a las restituciones) y su influencia en el conflicto sucesorio portugués entre Pedro II y Alfonso VI.

Tras resolver las disputas dinásticas portuguesas, le tocó el turno a España. La muerte sin descendencia de Carlos II provocó la conocida Guerra de Sucesión en la que se implicaron todas las potencias europeas y cuyo resultado reconfiguró el sistema de equilibrios a través del Tratado de Utrecht. Dos artículos del libro tratan sobre esta cuestión: Portugal y la sucesión de España a finales del siglo XVII, de Luis Ribot, y Jus in Armis. Texto y contexto de la Alegación Jurídica de Alejandro de Herrera, de José María Iñurritegui. Ambos estudian las negociaciones que se produjeron antes de la muerte del monarca español, destacan las tímidas aspiraciones de Pedro II como candidato y la enconada lucha legal y de legitimación que se desató entre los partidarios de uno u otro aspirante.

PROCLAMACION FELIPE VTras finalizar la Guerra de Sucesión la llegada al trono de Felipe V dio paso a un período de acercamiento entre las coronas española y portuguesa. Aunque Pedro II había, en cierto modo, traicionado a Francia al romper el pacto alcanzado con Luis XVI y unirse a la candidatura del Archiduque Carlos una vez iniciada la contienda, la cercanía y los intereses en común de las dos naciones obligaron al entendimiento de sus dirigentes. Acercamientos que culminarán con el matrimonio entre Bárbara de Braganza y Fernando VI. Tres artículos abordan estos años: Os horizontes bourbónicos do reinado de D. Joao V de José Damiao (escrito en portugués), A diplomacia portuguesa e a negociaçao dos duplos esponsais dos infantes de Portugal e Espanha de Isabel Cluny (también en portugués) y Bárbara de Braganza, portuguesa y española, de María de los Ángeles Pérez Sámper. En ellos se analizan los entresijos diplomáticos de la época y las complicadas relaciones entre ambas coronas, a la vez que sus autores profundizan en el reinado de Fernando VI.

Los dos últimos capítulos del libro están dedicados a una cuestión esencial en las relaciones entre España y Portugal: las colonias americanas. El Tratado de Tordesillas había delimitado el área de influencia de las dos naciones pero el avance de los exploradores y los enfrentamientos bélicos habían difuminado las fronteras y se hacía necesario revisar y aclarar las disputas territoriales. Los artículos Las fronteras luso-hispánicas en América. El Tratado de Madrid (1750-1761) de Carlos Martínez Shaw y Expediçoes de demarcaçao luso-hispanicas na Amazonia Andina (1750-1804): leituras entrecruzadas dos diários, mapas e acuarelas de Beatriz Piccoloto e Iris Kantor (en portugués) dan cuenta de las negociaciones llevadas a cabo para alcanzar el acuerdo, las disputas y dificultades que se originaron una vez concluido el Tratado y las expediciones emprendidas para fijar definitivamente las fronteras.

Monarquías encontradas es una obra completa y amplia que incorpora buena parte de los trabajos presentados en el Congreso Internacional Una rainha entre duas monarquías. As relaçoes entre Portugal e Espanha de 1668 a 1758, organizado por el Centro de História de Além-Mar los días 12 y 13 de mayo de 2011. Los autores, profesores universitarios (dos de ellos académicos), son expertos en los temas que tratan y su conocimiento queda reflejado en los distintos artículos de una gran calidad histórica.

*Publicado por Silex Ediciones, noviembre 2013.