TAURUS - MIGUEL DE CERVANTES

Miguel de Cervantes. La conquista de la ironía
Jordi Gracia

Cuatrocientos años hace que moría uno de los mayores genios de la literatura española. Sesenta y ocho años contaba Miguel de Cervantes Saavedra cuando expiraba en Madrid, dejando tras de sí una vida vivida intensamente, abarrotada de gestas y de empresas heroicas, pero también de penalidades, de tristes reveses, de escasez y de sufrimiento. Nada hay de normal en la biografía de Cervantes, quien, ya en la vejez, nos legó una obra inconmensurable, un tratado de la naturaleza humana que pocos han sabido igualar. Sin embargo, con el tiempo y a medida que el mundo descubría El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, se olvidaba de su autor. Pocas veces hemos asistido a tal grado de fagocitación de un escritor por su obra. Cuanto más se leían las aventuras de Alonso Quijano y de su fiel escudero Sancho Panza, más se borraban de la memoria la participación de Cervantes en la batalla de Lepanto, su cautiverio en Argel, su labor como comisario de abastos (que no pocas cuitas le trajo, la cárcel entre ellas) o el resto de su producción literaria. La figura de Miguel de Cervantes, rica en contrastes y matices, parecía quedar reducida a la de mero autor de el Quijote.

Con motivo del cuarto centenario de su muerte se está realizando un encomiable esfuerzo por rehabilitar y conocer a Miguel de Cervantes (porque lo cierto es que apenas sabemos gran cosa de él). Los fastos se van sucediendo y, como suele pasar en este país en lo que a nuestra historia se refiere, todo se gesta de forma desorganizada, a trompicones, casi pidiendo permiso y sin querer ofender a nadie, como si nos hubiese cogido por sorpresa. Cervantes es un personaje capital de nuestras letras, de cuya vida —al igual que sucede con otros grandes escritores como Shakespeare— apenas contamos con información fidedigna. Casi todo está sujeto a controversia y polémica, y lo que predomina es el desconocimiento generalizado del gran público: al margen de saber que era manco, que luchó en Lepanto y que escribió el Quijote, la mayor parte ignora cualquier otra información del escritor alcalaíno. De ahí que sean tan necesarias biografías como la que acaba de publicar Jordi Gracia, Miguel de Cervantes. La conquista de la ironía*.

El catedrático de Historia de la Literatura de la Universidad de Barcelona ha escrito, como ya hiciera con la figura de José Ortega y Gasset, un valioso trabajo, que podría calificarse de canónico (aunque esto ya no se lleve), sobre la vida de Cervantes. Con una prosa inconfundible, un tanto barroca pero elocuente, nos conduce por los recovecos de la vida del escritor y nos descubre a la persona que está detrás de El Quijote. Jordi Gracia nos presenta a un hombre —aunque parezca una obviedad, esa es la clave: estamos ante un hombre— que, sin ser extraordinario, supo crear algo extraordinario.

DIBUJO DEL QUIJOTE HONORE DAUMIERSirva como ejemplo de lo que se encontrará el lector al recorrer las páginas de esta obra, el siguiente párrafo introductorio de Jordi Gracia: “Cuando ya nada importaba demasiado, y cuando nadie esperaba nada de él, ni siquiera él mismo, Cervantes imaginó un relato inimaginable e imposible, sobre todo en su tiempo y casi en el nuestro también. El descubrimiento de don Quijote hizo a su autor dueño de una invención que cuajó más allá de sus 50 años, porque solo con la madurez encontró en la novela el taller de la ironía y la libertad para contar la realidad. Supo entonces desatarse de los dogmas de todo, incluidos los suyos, y, sin saber bien cómo, exprimió las virtudes del soldado católico y luchador que había sido en un libro sin ley, genuinamente nuevo e inimitable (o, por lo menos, no imitado) durante cincuenta años. Se adelantó a su tiempo en la invención de un artefacto que duplicaba la realidad mientras la imitaba y desmontaba cualquier coartada que redujese a razones simples o totalizadoras la complejidad de lo real”.

La vida de Miguel de Cervantes poco ha de envidiar a la de su insigne loco de La Mancha. Escritor, soldado, comisario de abastos, secretario, cautivo, marido, hermano… Jordi Gracia explora todas estas facetas de su biografía. Sin llegar nunca a perderle completamente el rastro, hay ocasiones en que la ausencia de testimonios creíbles obliga al autor (y al lector) a hacer un acto de fe e imaginar los pasos que hubo de recorrer el manco de Lepanto en determinados momentos de su vida. El catedrático barcelonés ha escrito una biografía de fuerte carga psicológica, en la que los hechos, eje vertebrador de cualquier trabajo histórico serio, no anulan la relevancia del estudio del carácter y del comportamiento del biografiado. Su conocimiento, certero y bien aprehendido, por el historiador termina por ser más útil y decirnos más del personaje que muchas de las fuentes escritas.

Parte del ejercicio intelectual que lleva a cabo Jordi Gracia en su obra, no exento de complicación según él mismo reconoce, consiste en hallar pautas biográficas de Cervantes en sus escritos (“En su obra habla poco en primera persona pero la literatura habla siempre de forma compleja e indirecta del yo del escritor”). No es tarea sencilla, pues la ficción y la realidad, aunque próximas, siempre se encuentran separadas por la imaginación del escritor. Aun así, como reitera el biógrafo en el prólogo del libro, “es un disparate descartar que su obra de ficción proyecta, recrea y transmite hasta el presente su personalidad y su temperamento a través de la literatura”.

Junto a la difícil tarea de reconstruir las distintas piezas de la vida de Miguel de Cervantes, esperando que todas encajen armoniosamente (lo que no siempre sucede), Jordi Gracia aborda la conquista de la ironía, a su juicio el mayor triunfo del Quijote y el núcleo estructural de la novela. No se trata de esa ironía burlona y ácida, tan propia de los ingleses, que también destila en abundancia el Quijote, se trata de una ironía más profunda y compleja, una ironía que resquebraja los principios de una sociedad estática y jerárquica como la española de los siglos XVI y XVII. Dejemos que sea el propio Jordi Gracia quien lo explique: “Esta invasiva duplicidad irónica contagia la novela entera, y don Quijote es víctima de su mala cabeza y de sus múltiples calamidades como el lector es víctima a la vez de la inextricable sensación de que reírse es a la vez admirarle, de que escuchar su desvarío caballeresco es el requisito para respetarlo. El mundo ha dejado de ser en esta novela un mapa de verdades excluyentes y absolutas porque en el corazón de la novela se ha instalado una ironía esencial que no va a dejar de estimular la inteligencia narrativa de Cervantes para suspender o incluso socavar las convicciones dogmáticas y apodícticas de la tradición idealista donde las cosas son lo que son y no pueden ser otra cosa”.

RETRATO MIGUEL DE CERVANTESNunca descifraremos del todo si Cervantes fue consciente de la envergadura de su empresa antes de coger la pluma o si la fue descubriendo mientras escribía el Quijote. Lo que sabemos con certeza es que, a pesar de la cálida acogida que tuvo la obra, sus coetáneos no supieron captar, al menos la mayoría, qué había detrás de las peripecias de un loco y su escudero (“Y yo creo que está contento del éxito sin duda, pero no está contento del modo en el que demasiados lectores rebajan el libro a ser solo, o únicamente, un libro cómico”). Cervantes, que rondaba los sesenta años cuando publicó su opus magnum, poco tenía que demostrar ya al mundo. La frustración, no obstante, le invade cuando tiene que escribir el prólogo y la dedicatoria, prácticamente obligatorias en aquellos tiempos ¿A quién dedicárselo? ¿Qué decir de este libro único? Al final opta por el duque de Béjar y por un prólogo que “va a ser un antiprólogo concebido irónica y desdramatizadamente para decir todo lo contrario de lo que suelen decir los prólogos”. Proceder que no le granjeó muchos amigos y puso en su contra a otro genio de las letras española, Lope de Vega.

No toda la producción literaria de Miguel de Cervantes se reduce a las andanzas del Quijote, ni, por supuesto, toda su vida gira en torno a esa obra. La Galatea, las Novelas ejemplares, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, Ocho comedias y ocho entremeses nunca representados o Viaje del Parnaso fueron creaciones del escritor alcalaíno, algunas con relativo éxito, otras completamente ignoradas. Jordi Gracia las explora, estudia su composición, el contexto de la vida de Cervantes en el que se elaboraron y la repercusión que tuvieron. Pero no estamos ante un trabajo filológico sobre la obra cervantina; su interés es más biográfico que literario, pues nos ayudan a comprender las inquietudes del personaje. Por cierto, que Cervantes empezara a escribir tarde —la Galatea, su primera obra, se publicó cuando contaba treinta y ocho años— no significa que fuese un advenedizo en el mundillo literario. Como señala Jordi Gracia, su relación con los libros y las letras era una constante desde su infancia y nunca la perdió, ni tan siquiera cuando anduvo cautivo en Argel.

No solemos tropezarnos con biografías como esta. Mucho se ha escrito sobre Cervantes, pero poco como lo hace Jordi Gracia. Estamos ante un trabajo singular, como también lo es el biografiado. Un libro muy humano, donde el protagonista sufre, llora, sonríe, sobrevive y es capaz, dentro de su normalidad, de construir un relato que rompe con siglos de tradición literaria para inventar todo un nuevo género. La ironía que impregna cada página del Quijote agita los cimientos de una sociedad anquilosada, varada en su inmovilidad, que Cervantes, quien la conoce bien pues lleva años transitando por ella, es capaz de desentumecer con su prosa, aunque crea seguir dormida. Así lo describe Jordi Gracia: “Los mejores libros lo tienen todo y el suyo ha de tenerlo todo también porque todo ha de caber ahí, sin resignarse a que sea solo pastoril o caballeresco o aventurero o amoroso o poético o heroico, sino todo a la vez y sin desdeñar a ninguno. Así en el suyo habrá héroes y villanos, pastores y cabreros, damas y caballeros, cultos e ignorantes, humos y solemnidad. Ese es su libro ya, o lo es al menos el experimento revolucionario que está en marcha, sin género clásico y sin modelo noble que lo acoja”.

Tienen ante sí la oportunidad de adentrarse en el alma del gran escritor español del Siglo de Oro, no la pierdan.

Jordi Gracia (Barcelona, 1965) es catedrático de literatura española en la Universidad de Barcelona y colaborador habitual de El País. Ha publicado varios libros de historia intelectual, entre ellos, Estado y cultura, La resistencia silenciosa (premio Anagrama de Ensayo 2004 y premio Caballero Bonald 2005), A la intemperie, con nuevas perspectivas en torno al exilio, y La vida rescatada de Dionisio Ridruejo. También ha escrito un ensayo sobre heterodoxos catalanes, Burgueses Imperfectos, y es coautor con Domingo Ródenas del tomo de historia de la literatura española Derrota y restitución de la modernidad, 1939-2010. De 2011 es su panfleto contra el catastrofismo cultural El intelectual melancólico, y de 2014 su prestigiosa biografía de José Ortega y Gasset.

*Publicado por la editorial Taurus, marzo 2016.