BAHAMONDE - CATEDRA - MADRID 1939

Madrid 1939. La conjura del coronel Casado
Ángel Bahamonde

Poco más puede escribirse (o quizás sí) de la Guerra Civil española. Son miles, por no decir decenas de miles, las monografías que han abordado el más triste acontecimiento de nuestra historia contemporánea. España dividida en una lucha fratricida durante tres largos años, seguidos de una posguerra cruel y vengativa, con un balance desolador: el país quedó arrasado y fracturado, no sólo físicamente, y se abrió una brecha entre vencedores y vencidos que aún hoy sigue sin estar del todo cerrada.

Los estudios sobre la contienda han adoptado posiciones muy diversas y a menudo contradictorias entre sí, al igual que sucede con el análisis del franquismo. En un par de años se cumplirán ochenta desde que se produjo el levantamiento militar y todavía nos cuesta separar lo que es historia de lo que son sentimientos personales, aunque no dejan de aparecer obras que explican de forma objetiva aquellos aciagos años de 1936 a 1939.

El trabajo del catedrático Ángel Bahamonde Madrid 1939. La conjura de Casado*, estudia un momento muy concreto de la Guerra Civil: su desenlace. En febrero y marzo de 1939, tras la batalla del Ebro y la toma de Cataluña, la situación en el bando republicano era muy delicada y la autoridad del presidente del gobierno, Juan Negrín, cuestionada. Los militares al servicio de la República, encabezados por el coronel Segismundo Casado, empezaron a planear (aunque esta idea ya venía cobrando fuerza tiempo atrás, afirma el profesor Bahamonde) un golpe de Estado que permitiese alcanzar la paz honrosa con el bando nacional, una repetición del abrazo de Vergara. Los detalles de esa operación, las personas que en ella intervinieron, su desarrollo, la pequeña guerra civil interna que desencadenó y las posteriores negociaciones con Franco constituyen el eje de esta interesante obra que explora uno de los acontecimientos quizás menos conocidos de la Guerra Civil.

RENDICION CORONEL CASADO GUERRA CIVILJunto a los pormenores del golpe de Estado, Ángel Bahamonde describe el estado en que se encontraba un desmoralizado ejército republicano durante las postrimerías del conflicto, cuando la superioridad militar de los nacionales era evidente gracias al apoyo alemán e italiano. Las divisiones internas en su seno y las últimas derrotas habían mermado considerablemente las posibilidades de una hipotética victoria republicana. Además, como destaca el autor, la inmensa mayoría de los militares profesionales que sirvieron en el Ejército Popular «[…] forzada o voluntariamente, con independencia de su grado de lealtad, mantuvieron líneas de comunicación constantes con sus compañeros de armas de la zona nacional» y «nunca creyeron en la posible victoria republicana, ni probablemente la desearon. Se sintieron incómodos en su servicio, buscaron destinos burocráticos y de retaguardia, estuvieron sometidos a la desconfianza política permanente y pretendieron la protección de partidos y organizaciones del Frente Popular, sin que ello supusiera adscripción ideológica«. Sorprende igualmente que un considerable número de oficiales de alto rango tuviesen un trato habitual con miembros del SIMP (Servicio de Información y Policía Militar) o directamente colaborasen con él.

En aquellos momentos finales el descontento general derivó hacia una crítica a los comunistas, quienes fueron acusados de continuar la guerra a instancias de Moscú. El coronel Casado, una de las figuras más destacadas del ejército republicano, impulsó el golpe dirigido contra el gobierno de Negrín, materializado el 5 de marzo de 1939, que tuvo un éxito contundente en casi todo el territorio aún controlado por la República, con la excepción de Madrid donde el Partido Comunista contaba con mayor presencia. Ahora bien, como expone el profesor Bahamonde, «[…] el golpe de Estado no puede explicarse únicamente por la iniciativa o la acción personal del coronel Casado […] Sin lugar a dudas su intervención resultó determinante para el desarrollo de los hechos, pero tal vez no habría conseguido imponerse de no haber concurrido una serie de elementos internos y externos, muchos de los cuales estaban lejos de su radio de acción. Y, desde luego, no habría conseguido aunar tantas voluntades sin la complicidad del Cuartel General de Burgos«.

La introducción y el primer capítulo del libro («El marco histórico de una conspiración«) sirven para contextualizar el golpe de Estado en el marco de los acontecimientos previos más destacados: la constitución del Gobierno de la Victoria en mayo de 1937 (con sus equilibrios de poder en las carteras ministeriales), la secuencia de derrotas sufridas que partieron en dos a la República durante 1937 y 1938, la política de resistencia de Negrín recogida en el lema resistir es vencer y la aproximación de los británicos y franceses a Franco.

ENTREGA DE MADRID GUERRA CIVILLos siguientes capítulos están dedicados a las principales figuras del golpe. Por supuesto, a quien más atención se presta es a Casado (Ángel Bahamonde llega a afirmar que el coronel «nunca deseó la victoria militar republicana, incluso sintió un cierto repudio hacia esta posibilidad«), pero también a los generales José Miaja, Manuel Matallana y Leopoldo Menéndez, al capitán de Estado Mayor, Antonio Garijo, o al coronel Adolfo Prada, entre otros muchos. Será en estos capítulos donde descubramos una de las principales fuentes de información de la obra: los expedientes judiciales de los procesos incoados a los militares profesionales tras la conclusión de la guerra. Para sostener sus defensas, los conspiradores expusieron en aquellos procesos las acciones que habían llevado a cabo durante el conflicto y especialmente antes del golpe. Generalmente eran exageraciones dirigidas a ensalzar su actuación pero aun así constituyen unos testimonios valiosos, en especial para comprender el estado de ánimo del ejército republicano.

Bahamonde analiza asimismo el apoyo que la CNT brindó al coronel Casado, decisivo para controlar Madrid. Los grandes valedores de esta alianza fueron el propio Casado y Cipriano Mera, jefe del IV Cuerpo del Ejército del Centro. Su razón de ser, nos explica el autor, debe hallarse en el intento de contrarrestar el poder que habían ido adquiriendo los comunistas (se extendió la idea de que existía un complot de éstos para hacerse con el poder absoluto) y en las luchas internas por la hegemonía política, constantes en el Frente Popular desde el inicio de la Guerra Civil.

Existe un personaje omnipresente en toda la obra pero que casi siempre aparece en ella a través de personas interpuestas: Francisco Franco. Ángel Bahamonde apenas se ocupa de la figura del Caudillo, pero lo convierte en principal agente de la gestación y preparación del golpe. Una de las motivaciones que llevaron al coronel Casado a conspirar contra Negrín era su convencimiento de que «entre militares nos entenderemos» y que Franco sería clemente con los militares no milicianos. La creencia de que se lograría una paz honrosa facilitó la adhesión de otros oficiales. Nada de esto sucedió y Franco sólo buscó una rendición incondicional que vengase la afrenta sufrida al no haber podido tomar Madrid al comienzo de la guerra.

RENDICION MADRID 1939Los capítulos «Hacia el golpe de Estado de 5 de marzo de 1939» y «Los comunistas frente a Casado y la soledad de Negrín» detallan cómo transcurrieron los días previos al levantamiento y los enfrentamientos entre conspiradores y comunistas en Madrid, una vez producido el golpe. El apoyo a los sublevados fue general y muestra la desmoralización y el cansancio de las filas republicanas. Casado había sabido atraerse al Estado Mayor del Ejército Popular y poco pudo hacer Negrín salvo huir.

Los últimos capítulos del libro están dedicados a examinar las consecuencias del golpe de Estado. Franco desvela sus cartas y se olvida de cualquier tipo de concesión en una última ofensiva hacia Madrid. Los conspiradores descubren tarde las verdaderas intenciones del bando nacional y no les queda otra alternativa que aceptar la rendición incondicional. También abordan el éxodo masivo a los puertos levantinos en busca de medios para escapar de la península, algo que sólo lograran unos pocos, entre ellos el coronel Casado y sus más allegados gracias a la connivencia de Franco. Quienes no tuvieron la suerte de exiliarse serían juzgados (y la mayoría condenados) por los tribunales militares franquistas, como acredita el apéndice que recoge el destino sufrido por los principales responsables de la sublevación y los oficiales comunistas y del Ejército del Centro.

Concluimos con la reflexión final que Ángel Bahamonde vierte en las últimas páginas de su obra: «Y fue la coincidencia en el tiempo de ambos intereses, el de Franco por liquidar la guerra y el de Casado por deshacerse de un gobierno civil al que no respetaba – y de paso, culminar su particular misión de erradicar el comunismo-, lo que permitió a Franco ganar la batalla simbólica, cuyo valor le dio crédito para mantener durante largo tiempo, después«.

Ángel Bahamonde Magro es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Carlos III de Madrid. Ha mantenido abiertas varias líneas de investigación sobre Historia Contemporánea de España: la ciudad, las comunicaciones, las élites económicas del siglo XIX y la Guerra Civil; sobre esta última cuestión ha publicado Así terminó la Guerra de España (2000) en colaboración con Javier Cervera.

*Publicado por Cátedra Ediciones, abril 2014.