No solemos comenzar una reseña transcribiendo los comentarios que, sobre el mismo libro, hayan realizado otros. En este caso, sin embargo, haremos una excepción, que corresponde al carácter también excepcional del texto.
Los imperios ibéricos y la globalización de Europa (siglos XV a XVII)*, de Bartolomé Yun Casalilla, es un trabajo de madurez al que el autor llega después de haber dedicado muchos años y muchas horas de investigación a los temas sobre los que versa: basta para corroborarlo dirigir una mirada a la lista de sus publicaciones precedentes, que se incluye en la abundante bibliografía recogida en uno de los apéndices. Las primeras que corresponden a las cuestiones ahora tratadas datan de los años 1987 y 1990 y revelan el interés de Yun Casalilla por aproximarse a su objeto de estudio desde la perspectiva histórica sin duda más adecuada, que va desde los fenómenos particulares a las tesis o propuestas más generales. Sin el análisis concienzudo de aquellos, las grandes interpretaciones son gigantes con pies de arena.
El texto que se ofrece al lector español corresponde a otro, publicado recientemente en inglés, bajo el título análogo Iberian World Empires and the Globalization of Europe 1415-1668. Dada su continuidad temática y de planteamiento, se pueden aplicar al de ahora los comentarios vertidos sobre el anterior, a los que antes nos referíamos. De hecho, así lo hacen los editores de la obra.
El primer elogio, quizás particularmente significativo por razón de su origen (la historiografía anglosajona, no siempre muy proclive a las alabanzas de otras), es el de Patrick Karl O’Brien, FRA Emeritus de las Universidades de Oxford y Londres: “Este libro es trascendental. Nos ofrece los hechos y la historia necesarios para superar las versiones, elaboradas con un cierto desdén por economistas e historiadores neoliberales, acerca de la formación del estado, el desarrollo institucional y la expansión imperial de Iberia, destacando la contribución de la Europa meridional a la preparación, durante la Edad moderna, de las condiciones que conducirían a la aparición de la economía industrial de mercado en la Europa del norte”.
Las alabanzas de Sir John Elliott, Regius Professor Emeritus de la Universidad de Oxford, van en la misma línea: “En este importante y ambicioso libro, basado en el dominio de una masiva literatura [sobre el tema], Yun Casalilla desafía el estereotipo de una España en la Edad moderna como sociedad incapaz de responder a los requerimientos de un mundo crecientemente globalizado. Empleando un enfoque comparativo que incluye a otros Estados europeos del mismo período, explora con resultados sorprendentes lo que supuso para los pueblos de la península ibérica el hecho de que España y Portugal creasen el primer imperio global de Europa”.
En fin, desde la otra orilla del Atlántico, Carlos Marichal, de El Colegio de México, destaca que “mientras la historia de la globalización en la Edad moderna ha hecho grandes progresos, sorprendentemente ha habido una tendencia a mantener en la periferia a los imperios ibéricos. El nuevo trabajo de Bartolomé Yun Casalilla corrige este enfoque y [pone de relieve cómo] España y Portugal construyeron los primeros imperios de dimensión mundial y, por tanto, se convirtieron en los primeros actores para sentar las bases políticas, militares y económicas de una inicial globalización”.
La obra de Bartolomé Yun Casalilla se inscribe en la tendencia, cada vez más asentada en la historiografía reciente, a matizar, cuando no a negar, el pretendido excepcionalismo de la historia de España y de Portugal. A partir de datos contrastados empíricamente, y no de meros planteamientos a priori o de intuiciones, describe cómo las realidades de la sociedad, de la economía y de la política de las Monarquías compuestas en los dos países ibéricos no divergían tanto de las que, en los mismos períodos, se desarrollaban en Francia, en Inglaterra, en Italia o en el resto de Europa. Ese mismo enfoque lo extrapola a la dimensión imperial: los imperios español y portugués, fusionados bajo la unión dinástica desde Felipe II (Felipe I de Portugal, como matizan los portugueses y Yun Casalilla recoge), no presentaban problemas muy distintos de los que aquejaban a otros análogos, ya fuesen el turco o el ruso, por ejemplo.
El libro presenta los fenómenos que analiza en su contexto histórico, esto es, sin aplicar -como desgraciadamente es frecuente- las categorías contemporáneas para enjuiciarlos. A partir de esta premisa, trata de “(re)construir la historia” de los dos imperios ibéricos “desmontando los estereotipos” que han conducido a calificarlos de aberraciones, sin advertir que, para la historia comparada, se trató más bien de variantes de un modelo general.
El lector no encontrará en este trabajo una exposición de hechos políticos, militares o dinásticos que figuran en otras obras sobre la historia de España y Portugal en los albores de la Edad moderna. Lo que ahora se le ofrece es un estudio sobre la creación de los respectivos imperios desde la perspectiva de la economía política y de las relaciones sociales, singularmente entre las élites y los verdaderos centros de poder en cada uno de ellos. El impulso que dieron a la globalización, fruto de su expansión ultramarina hacia los océanos Atlántico, Indico y Pacífico, hizo de España y Portugal protagonistas de un proceso que, a la larga, afectaría decisivamente a otros países con ambiciones mercantiles (Inglaterra, los Países Bajos) contrapuestas.
La obra de Yun Casalilla no podría adscribirse sin más a la historia económica, tan en boga desde hace años. Es, más bien, una pretensión de comprender en su totalidad el proceso de formación de los imperios, con la globalización que supusieron, desde la perspectiva de la historia total. La comprensión de esta requiere extender el ámbito de estudio a las relaciones de poder entre las élites y el poder real en los diversos territorios, por supuesto, pero también a las instituciones informales, a las redes de contactos, a las instituciones políticas con capacidad de arbitraje en los diferentes niveles. La manera en la que el autor afronta esta tarea, en un permanente diálogo con el resto de autores cuyas opiniones comparte o de las que discrepa, es ejemplar, y de ahí las (merecidas) alabanzas que su trabajo ha cosechado.
Concluimos con un pasaje del libro (que corresponde al final de su parte segunda) en el que, al hacer el balance de las fortalezas y las debilidades de la Monarquía compuesta, se ofrece, a título de ejemplo, una muestra de la cohesión que caracterizaba a sus actuaciones. Al referirse a su capacidad militar, puesta de relieve en su enfrentamiento al peligro turco en Lepanto, se expone cómo “los bosques del Mediterráneo, el hierro de Iberia, los impuestos de Castilla y las minas americanas, de Nápoles y de Milán, las finanzas de Génova, los soldados y mercenarios de Castilla, de Suiza y de los territorios imperiales, el trigo de Sicilia, la tecnología militar y naval italiana, la tecnología minera alemana y, sobre todo, la capacidad de los Habsburgo para combinarlas, son quizá la máxima expresión de la fortaleza de un sistema de negociación, dominio y violencia del que siempre se subrayan las debilidades por lo lejano que estaba del modelo de estado nacional actual. Este es un error típico de los historiadores: todo lo que no se parece a nuestro mundo es imperfecto y deficiente. Sea como fuere -la defensa frente al Turco no es sino un ejemplo- este sistema funcionó como un motor de dominio político en el interior de Europa y el reconocimiento de los muchos problemas que entrañaba no debería hacernos pensar que era débil desde el punto de vista militar y político”.
Bartolomé Yun Casalilla es catedrático de Historia Moderna de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla. Ha sido, asimismo, profesor del Instituto Universitario Europeo de Florencia (2003-2013), cuyo Departamento de Historia y Civilización dirigió desde 2009 a 2012. Su investigación se ha centrado en la historia comparada de los imperios y en las relaciones de poder y económicas en el marco de las Monarquías compuestas.
*Publicado por Galaxia Gutenberg, diciembre 2019. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia