EDICIONES 19 - LOS GENERALES DE ISABEL II

Los generales de Isabel II
VV.AA.

Dentro del caos que fue la política española del siglo XIX, la única institución que mantuvo una cierta legitimidad y autoridad durante toda la centuria fue el ejército. No es de extrañar, por tanto, que nada se hiciese sin el beneplácito de la alta jerarquía militar. Los conocidos “pronunciamientos” (hoy los llamaríamos golpes de Estado) fueron la principal herramienta de cambio político en la España decimonónica; las urnas jugaban, por aquel entonces, un papel marginal. La gran mayoría de los hitos que marcaron el XIX (el Trienio Constitucional, la Revolución Gloriosa o la Restauración, por citar solo algunos ejemplos), estuvieron precedidos por el levantamiento de un sector del ejército, normalmente en consonancia con alguna facción política. La separación entre el estamento militar y el político era muy tenue y fue una práctica habitual que oficiales del ejército ocupasen la jefatura del gobierno, carteras ministeriales o escaños en las Cortes.

Tras la Guerra de Independencia y la pérdida de los territorios americanos, la actividad militar española se vio muy reducida. Salvo esporádicos episodios en Marruecos, en Cuba o en la Conchinchina, las operaciones de mayor envergadura tuvieron lugar en la Península Ibérica, especialmente durante las Guerras Carlistas. Los cuatro protagonistas de la obra colectiva Los generales de Isabel II* se hicieron un nombre en la primera de ellas. Joaquín Baldomero Fernández Álvarez (Espartero), Ramón Mª Narváez y Campos, Leopoldo O’Donnell y Francisco Serrano y Domínguez ocuparon distintos cargos en el escalafón militar durante la contienda, pero la fama que adquirieron les permitió labrarse una brillante carrera política. Los cuatro generales controlaron la política española desde 1840 hasta la Restauración borbónica en 1875. Aunque de ideologías (si se puede aplicar este término a la política decimonónica) distintas, los cuatro se conocían y respetaban y, si bien lucharon entre ellos en alguna ocasión, tuvieron una visión de Estado bastante similar.

La obra que hoy reseñamos tiene un doble cometido: por un lado, retrata, de la mano de varios especialistas, la vida y obra de aquellos cuatro militares (lo que necesariamente implica abordar también la política española del siglo XIX); y, por otro, explora la relación que cada uno de ellos tuvo con la Reina. Como explica el catedrático Germán Rueda, coordinador del libro, en su epílogo: “Los cuatro tienen una relación directa con Isabel II. Evidentemente la afinidad entre ellos e Isabel de Borbón fue distinta. Muy personal, hasta la intimidad, con Serrano. Muy cercana y sincera con Narváez y O’Donnell, sus auténticos espadones. Por último, con Espartero la relación fue muy distante, pero se aferró a él en dos momentos críticos como tabla de salvación”.

Para ofrecer una visión homogénea y de conjunto de la interacción entre la Corona y los adalides de la política decimonónica española, la obra se divide en dos grandes bloques. El primero corresponde a las biografías independientes de los cuatro generales: José Luis Comellas acomete la de Narváez, Ángel Ramón Poveda, la de Espartero, Francesc Martínez Gallego, la de O’Donnell y Trinidad Ortuzar, la de Serrano. Cada historiador se acerca a su biografiado atendiendo a su propio criterio, pero los cuatro mantienen la coherencia interna de la obra y no hay disloques significativos entre ellos. El segundo bloque, más transversal, está a cargo de Germán Rueda, quien elabora una tabla comparativa de los cuatro protagonistas, analiza y confronta sus rasgos personales, militares y políticos y, en fin, narra, desde la perspectiva de la Reina, sus relaciones con la titular de la Corona. Todo ello precedido de un primer capítulo que recoge decenas de imágenes en las que aparecen representados los generales en distintas poses y situaciones.

GENERALES DE ISABEL II - ESPARTEROUna de las primeras conclusiones que se entresacan de la lectura de la obra es el paralelismo de la vida política y militar de los cuatro militares. Ya sea en sus biografías, ya sea a través de la tabla comparativa, las similitudes que se observan entre ellos son evidentes. Así se desprende de este pequeño resumen que realiza German Rueda: “Los cuatro generales que estudiamos fueron miliares de vocación y los cuatro participaron en la guerra carlista, en la que obtuvieron un éxito notable. En esta contienda, Espartero y Narváez son considerados ‘caudillos’ de sus respectivos ejércitos y ambos se emulan para obtener mayores triunfos y prestigio que el otro. Los cuatro entran en política al finalizar la guerra carlista, sin abandonar del todo la vida castrense a la que vuelven en ocasiones. Los cuatro en algún momento son jefes de uno de los partidos liberales que ocuparon el poder en el reinado de Isabel II. Los dos citados, durante décadas, son jefes ‘naturales’ del progresismo y el moderantismo. O’Donnell y Serrano, que ocuparon ministerios y cargos importantes, crearon y lideraron la Unión Liberal, una fuerza intermedia que fue decisiva en la última década del reinado”.

La política del siglo XIX difiere enormemente de la actual, caracterizada aquella por la ausencia de partidos políticos, tal como los entendemos hoy, y por el sistema electoral censitario. En el XIX, la política era muy personalista y, aunque existían pequeños grupúsculos o camarillas que compartían unos principios, no había disciplina de partido ni programas electorales. De ahí que el ascendente de ciertas personalidades fuera fundamental para aglutinar intereses y cargos, y que Espartero, Narváez, O’Donnell y Serrano se constituyeran en las piezas angulares del régimen político isabelino. En la obra se cuenta cómo Narváez fue el autor de “la única revolución de la historia hecha por un solo hombre”: en 1847, tras año y medio retirado y cuando el poder moderado se tambaleaba, el general acudió a la sala del Consejo de Palacio, donde estaba reunido el gobierno, y lo disolvió con estas palabras “Señores, queda disuelto el Consejo de Ministros. Pueden retirarse ustedes a sus cosas”. Ninguno de los presentes se opuso y todos se retiraron obedientemente; a continuación Narváez se dedicó a dirigir el país. Tal era el grado de autoridad y poder que tenía.

El reinado de Isabel estuvo repleto de situaciones límite. Las guerras carlistas, el avance del republicanismo, los sonados casos de corrupción, el endémico estado de la Hacienda o la crónica inestabilidad política hicieron que tuviera que apoyarse en figuras de autoridad, como las estudiadas en esta obra (“Isabel II, desde niña, siempre necesitó uno o dos generales, que protegieran la Corona y que hicieran de dique frente a otros generales o los partidos políticos”). Si hasta hace poco conocíamos poco y mal la figura de la reina, en los últimos años han aparecido trabajos que nos ayudan a comprender mejor su personalidad y su trato con los dirigentes del país. Con algunos de los cuales, como el general Serrano, su relación fue más allá de lo meramente protocolario.

La Corona, los partidos políticos (en el sentido antes dicho) y el ejército fueron los tres pilares del régimen político español del siglo XIX. Estudiar las interacciones que entre ellos se produjeron es fundamental para descifrar la evolución de España en el período decimonónico. Espartero, Narváez, O’Donnell y Serrano, soldados y políticos, fueron las cuatro grandes figuras de estas décadas y dirigieron los designios de la nación durante treinta años. Su participación o su rechazo fueron indispensables para que los pronunciamientos triunfasen o fracasasen y, con ellos, los cambios políticos que postulaban. Esta obra colectiva constituye una excelente oportunidad para conocer a la Reina Isabel y a sus valedores, y para adentrarnos en un período el que se asentó el liberalismo y se inició el proceso de modernización del país.

José Luis Comellas es catedrático emérito de Historia Contemporánea, especialista en el reinado de Isabel II, en la Década Moderada y el general Narváez. Francesc Martínez Gallego es profesor de la Universidad de Valencia y Doctor en Historia con una tesis sobre la Unión Liberal y el general O’Donnell. Trinidad Ortuzar, catedrática de Enseñanza Media y Doctora en Historia, es especialista en el general Serrano, sobre el que hizo la tesis doctoral. Ángel Ramón Poveda es profesor de Historia en Enseñanza Media y especialista en la figura de Espartero, al que dedicó su tesis doctoral. Germán Rueda es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Cantabria.

*Publicado por Ediciones 19, marzo 2016.