Lerroux. La República Liberal
Roberto Villa García

La política española de finales del XIX y principios del XX fue muy personalista. Aunque los partidos empezaban a despuntar y una incipiente sociedad de masas modificaba las reglas del juego, lo cierto es que el Parlamento se hallaba controlado por unas pocas figuras. Cánovas, Sagasta, Dato, Maura o Canalejas, entre otros, fueron los próceres de la época. No hay que olvidar a los militares, pues el ejército, tras la monarquía, era la institución más importante del régimen. La relación entre el estamento militar y la sociedad civil era muy fluida y no era de extrañar que un alto cargo del ejército ocupase alguna cartera ministerial. Por otro lado, las elecciones, casi siempre amañadas, limitaban el acceso a nuevos pretendientes y “condicionaban” la voluntad popular. De ahí que los políticos que se alternaban en el poder fuesen casi siempre los mismos y que conocer sus biografías resulte tan importante para hacerse una idea cabal de aquella España.

Aunque otros factores ayudan a comprender mejor la historia de nuestro país, solo si nos acercarnos a esos personajes políticos clave, vislumbrando su comportamiento y los motivos que los indujeron a tomar ciertas decisiones, estaremos en condiciones de valorar los sucesos de aquellas décadas. Quizás sea injusto afirmar que esos políticos eran mejores que los de ahora —el tiempo suele blanquear bastante el legado de unos y de otros—, pero lo cierto es que, pese a los errores que cometieron, tenían una visión de Estado más elevada. Se primaba la inteligencia, la retórica, la educación y la habilidad política, lo que explica que muchos intelectuales transitaran por los escaños del Parlamento. En todo caso, aún con esas cualidades, en su conjunto no lograron enderezar la lastimosa deriva del país y acabaron arrastrándolo a una cruenta guerra civil.

Entre las principales figuras del primer tercio de siglo XX español sobresale Alejandro Lerroux, rara avis dentro de la política. Casi una centuria después, sigue despertando un enconado debate entre los especialistas y resulta difícil encajarlo en las categorías tradicionales de los políticos de la época. Comenzó encendiendo la calle en Barcelona (siendo él mismo de Córdoba), para acabar liderando a la derecha republicana y alcanzar la presidencia del gobierno. El profesor Roberto Villa García repasa su trayectoria vital y política en una sugestiva biografía titulada Lerroux. La República Liberal*.

Como recoge la contraportada del libro, “Uno de los personajes más sugestivos de la España contemporánea, Lerroux encarna como nadie el nexo entre dos maneras distintas de entender la política, a caballo entre los siglos XIX y XX. Educado en un movimiento dogmático y abonado a la conspiración y el pronunciamiento, se convirtió en el creador de un republicanismo de masas pragmático e interclasista, que articularía además en uno de los primeros partidos modernos y competitivos de nuestra historia. Joven adversario de la política constitucional, Lerroux acabó liderando, a partir de 1910 y hasta 1936, el intento más alentador y coherente de hacer compatibles la democracia liberal y la República en España”.

Alejandro Lerroux escapa a la visión clásica que se tiene del político decimonónico. No fue un gran intelectual (apenas destacó como periodista) ni contaba con una posición económica holgada (tuvo que ganarse el jornal día a día, hasta que consiguió labrarse una pequeña fortuna). Tampoco sobresalió en el ejército (su paso por la carrera militar fue más bien anecdótico) ni pertenecía a los partidos tradicionales, conservador o liberal, que habían controlado la vida política desde la Restauración. Acudiendo a la terminología anglosajona, Lerroux podría ser calificado como un outsider que logró hacerse un hueco en la compleja situación de España a principios del siglo XX, cuando el desastre del 98 había provocado una catarsis y el equilibrio institucional establecido por Cánovas del Castillo comenzaba a desmoronarse. Nuestro protagonista supo, desde los márgenes de la política, construir su propio relato hasta llegar a ser el “Emperador del Paralelo”.

Su biografía, narrada por Roberto Villa con notable precisión, también es peculiar, como corresponde a uno de los personajes más controvertidos de la historia contemporánea española. Sus orígenes se sitúan en la izquierda republicana y anticlerical (cuando en España reinaba Alfonso XIII y los republicanos eran una minoría), en la que se hizo un nombre gracias a los periódicos El País y El Progreso así como, especialmente, a sus dotes de orador y a su capacidad para movilizar a la clase obrera catalana. Sin ser oriundo de Barcelona, su Unión Republicana (fundada en 1903) fue la principal fuerza política de la región durante los primeros años del siglo XX. Enfrentado a nacionalistas y a los movimientos obreros, la Semana Trágica y su desencanto con la política catalana le empujaron a trasladarse a Madrid. Lerroux fue uno de los primeros políticos españoles en aprovechar la nueva cultura de masas.

A partir de 1909, Lerroux gira hacia posiciones más posibilistas y se aviene a “conspirar” para instaurar la República. Su Partido Republicano Radical se hallará, de una forma u otra, en todos los cónclaves organizados en los años sucesivos, hasta el cambio de régimen. Como va desgranando Roberto Villa, Lerroux a pesar de sus claras posiciones respecto al sistema político que prefería, era consciente de los riesgos de una ruptura drástica. Paulatinamente fue empujando a su partido a una posición más centrista y liberal y, por esta razón, cuando se proclamó la Segunda República, en 1931, se convirtió en el partido de oposición a la coalición republicano-socialista liderada por Manuel Azaña. El antiguo Emperador del Paralelo llegó a ser, de un día para otro, la principal opción de la derecha republicana, lo que le permitió presidir el gobierno en varias ocasiones entre 1933 y 1935. En esos años tuvo que lidiar con una izquierda levantada en armas en Asturias, con un golpe de Estado en Cataluña y con unas fuerzas políticas, a izquierda y derecha, que no le pusieron las cosas fáciles. Al final, un escándalo de corrupción terminó por hundirle. Durante la Guerra Civil se exilió en Portugal, desde donde volvería a España en 1947 para fallecer dos años después.

Roberto Villa disecciona con precisión la trayectoria política de Lerroux que acabamos de sintetizar a muy grandes rasgos, pero además se adentra en su vida personal. De este modo, nos permite conocer mejor al hombre que se encuentra detrás del mito. Nada omite, tanto de las cualidades como de los vicios del biografiado, destacando sus aciertos y sus errores. Sin tomar partido, el autor profundiza en la poliédrica figura de Alejandro Lerroux, al mismo tiempo que nos ofrece una nítida descripción de la España del primer tercio del siglo XX.

Concluimos con esta reflexión del autor: “La falta de un asidero doctrinal que pudiera otorgar coherencia a su larguísima trayectoria política facilitó que sus críticos a izquierda y derecha lo presentaran como el arquetipo del político tornadizo. Una imagen que Lerroux desmintió en los años treinta. La Segunda República fue el punto de llegada de una evolución, iniciada precisamente en la segunda década del siglo XX, que le llevó de la izquierda republicana a posiciones liberales. Su discurso y su acción política muestran que el jefe radical fue quien entendió mejor en qué condiciones podía consolidarse una República en España. Antes de pensar en transformaciones, había que darle un sólido fundamento y eso suponía entroncarlo con la experiencia constitucional anterior a 1923. En su madurez no concibió la República más que como una democracia representativa, cuya misión primordial radicaba en cancelar la dinámica exclusivista e insurreccional reabierta con la Dictadura de Primo de Rivera. No es extraño, por tanto, que la talla de aquel ‘politicien’ se acreciera entre 1930 y 1935”.

Roberto Villa García, profesor titular de Historia Política en la Universidad Rey Juan Carlos, ha investigado y escrito varios trabajos sobre partidos, elecciones y violencia política durante la Monarquía liberal y la Segunda República españolas. Ha sido investigador invitado en las Universidades de Wisconsin- Madison (USA) y de la Sorbonne-IV (Francia). Sus últimos libros publicados son España en las Urnas. Una Historia Electoral (2016) y, en unión con Manuel Álvarez Tardío, 1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular (2017).

*Publicado por Gota a Gota, marzo 2019.