El 7 de octubre de 1571, en el golfo de Patrás, también conocido como golfo de Corinto, tuvo lugar una de las batallas navales más famosas de la historia, la de Lepanto. La cristiandad, representada por el Papado, Venecia y la Monarquía Hispánica reunidos en la Liga Santa, se enfrentó al Imperio Otomano. Aunque el objetivo de ambos contendientes era hacerse con el control del Mediterráneo, a ninguno se le escapaba su carácter simbólico, que trascendía los aspectos puramente militares y estratégicos del combate. Entraron en liza las principales potencias del momento y miles de hombres lucharon (y miles de ellos perecieron) en las cubiertas de centenares de navíos. Tras sufrir décadas de derrotas frente a la Sublime Puerta, que cuarenta años atrás había llegado a asediar Viena, tomado Chipre a los venecianos y casi arrebatado Malta a los Caballeros Hospitalarios, los aliados cristianos consiguieron un triunfo incontestable.
¿Hasta qué punto la victoria de la Liga Santa asestó un golpe decisivo a las aspiraciones del Imperio Otomano en el Mediterráneo y, por extensión, en el continente europeo? La respuesta definitiva a esta pregunta, que lleva repitiéndose en los libros de historia desde hace mucho tiempo, parece estar aún lejos (si es que alguna vez se obtiene). Tras la batalla, las acciones de las fuerzas cristianas tuvieron poca repercusión y lo mismo sucedió al año siguiente. Túnez se tomó en 1573, pero se volvió a perder con la misma rapidez. La flota turca fue reconstruida y todo regresó a una especie de guerra fría que marcará la política mediterránea durante los siguientes años, rota tan solo por escaramuzas y enfrentamientos que no alcanzaron la escala de Lepanto. Se puede afirmar, por tanto, que, militarmente, la batalla naval apenas tuvo efectos inmediatos relevantes. Ahora bien, no se deben minusvalorar sus efectos psicológicos o emocionales, tanto para las aspiraciones turcas como para la mentalidad europea y la capacidad militar de las fuerzas cristianas, sobre todo de las españolas.
A pesar de ser un suceso muy popular entre el gran público, objeto de numerosos trabajos y obras literarias, los detalles que rodean a la contienda apenas son conocidos. Empezando por su escenario, que pocos sabrían situar en un mapa. A preguntas como ¿quiénes lideraron las flotas? ¿qué disposición adoptó cada adversario? ¿qué suceso decantó la victoria? ¿qué ocurrió tras la batalla? probablemente solo un número reducido de lectores respondería con certeza. También se suelen desconocer los entresijos diplomáticos y militares que preludiaron al combate, pues las dos flotas gigantescas no se encontraron por casualidad, sino que requirieron una preparación previa, con enormes problemas logísticos que afrontar.
Los autores de la obra colectiva, coordinada por Àlex Claramunt Soto, Lepanto. La mar roja de sangre* intentan arrojar algo más de luz sobre estas cuestiones. Su trabajo reúne a diversos especialistas españoles y extranjeros, que consiguen abordar todo cuanto rodea a la batalla de Lepanto con nuevas, o renovadas, perspectivas.
Como apunta el académico Hugo O’Donnell y Duque de Estrada en el proemio del libro, “cuando ya parecía que todo se había dicho sobre Lepanto, su interpretación y sus múltiples aportaciones resultan novedosas, destacando entre otras: la trascendencia que tuvo la negociación de la Liga Santa en la historia de la diplomacia europea; la concepción de la batalla y campaña como la primera guerra importante en la historia naval turca que resultó en una derrota y en la pérdida de la flota y, como tal, la más influyente de las contiendas navales otomanas, en cuanto a sus resultados; el estudio de la táctica de galeras desde la óptica de las instituciones y de los sistemas que las produjeron; la orden de don Juan de que se serraran las puntas de los espolones de sus galeras, hecho conocido, pero nunca hasta ahora bien explicado; la exaltación, con fines propagandísticos, de las pesadas y lentas galeazas que serían suprimidas al final de la guerra de Chipre; las críticas a Gian Andrea Doria por su actuación y su ardiente defensa por parte de Felipe II; el cómo España acabó por aceptar el hecho de que no podía superar a los otomanos en la carrera armamentística iniciada de construcción y armado de galeras, o la apreciación poética, contemporánea y ambivalente, del suceso”.
Llama la atención, por lo inusual, la coherente estructura del libro. Suele ser habitual que las obras colectivas (generalmente originadas en actas de congresos) se caractericen por cierto desorden, solapamientos y repeticiones en sus capítulos. En este caso, sin embargo, el encaje de los distintos epígrafes es ordenado y muy claro. Cada especialista se encarga de una cuestión bien engarzada con el resto, y si, por la propia naturaleza de los textos, se producen algunas reiteraciones, son pocas y nada molestas. El resultado es un retrato muy completo de la batalla de Lepanto y de todo cuanto la rodeó, pensado, en particular, para el lector no especializado. El enfoque es eminentemente militar, pero también tiene cabida el estudio de la diplomacia y del contexto político en el que se produjo el combate. Estas tres facetas son imprescindibles para conocer la importancia que tuvo Lepanto en el último tercio del siglo XVI.
La obra se compone de diez capítulos que se pueden agrupar en tres grandes bloques (el antes, el durante y el después de la contienda). Los cuatro primeros contextualizan la situación del Mediterráneo en el siglo XVI (“La guerra en el Mediterráneo durante el siglo XVI” de Phillip Williams), la compleja negociación diplomática entre las fuerzas cristianas, que hubo de superar la desconfianza entre ellas (“La batalla de las firmas: la negociación de la Liga Santa” de Gennaro Varriale) y los preparativos acometidos tanto por la Liga Santa (“Reunión en Mesina. Organización, logística y planes de la Liga Santa” de Miguel Ángel de Bunes Ibarra) como por la Sublime Puerta (“La armada otomana: de la conquista de Chipre a la batalla de Lepanto” de Idris Bostan). La importancia de la batalla de Lepanto se puede apreciar en estos textos por la movilización extraordinaria de hombres y de recursos. Ambos contendientes sabían lo que se jugaban y, como se dice coloquialmente, “pusieron toda la carne el asador”.
Los tres siguientes capítulos se adentran en la descripción del combate y lo hacen desde tres enfoques: lo acaecido en el centro del escenario naval (“La lucha en el centro: don Juan contra Alí Pachá” de Agustín Ramón Rodríguez González), especialmente el combate entre las dos naves capitanas; en el flanco izquierdo (“La lucha en el cuerno izquierdo: Barbarigo y Querini contra Suluk Mehmed Pachá” de Guido Candiani) y en el derecho (“La lucha en el cuerno derecho: Gian Andrea Doria contra Uluj Alí” de Àlex Claramunt Soto). En estos epígrafes se explican los motivos que condujeron a Liga Santa a la victoria (entre otros, un mejor uso de la artillería y una infantería embarcada de mayor calidad), así como los hitos más destacados del combate naval. Por cierto, a veces se olvida, pero el flanco derecho cristiano fue duramente diezmado por la habilidad del comandante turco.
Los últimos tres capítulos ahondan en las consecuencias de la contienda (“Repercusiones y consecuencias de la Batalla de Lepanto” de Hüseyin Serdar Tabakoglu), en la reacción del Imperio Otomano (“La reconstrucción de la armada otomana” de Idris Bostan) y en cómo se plasmó la victoria en la literatura y en la poesía de la época (“«El sangriento destrozo y crudas muertes». Gloria y miseria en la poesía de Lepanto” de Lara Vilà).
Como se puede observar, el libro presenta una imagen de conjunto muy completa. No se circunscribe, según es frecuente, a un participante concreto o a una visión nacional o parcial de la batalla, optando más bien por una interpretación global de lo acontecido, que da cabida a distintos ángulos y enfoques. En España, sin ir más lejos, hemos tendido a leer trabajos sobre Lepanto escritos en clave nacional. Esta obra, sin embargo, nos ayuda a comprender mejor los intereses implicados en la liza, tanto de los aliados como de los adversarios. Además, sus autores intentan, dentro de las limitaciones historiográficas, aportar su propia respuesta a la cuestión de si la Liga Santa perdió una oportunidad para asentar un golpe definitivo a las pretensiones turcas en el Mediterráneo y qué hubiese sucedido si el resultado hubiese sido el opuesto, es decir, una victoria de la Sublime Puerta. De ahí que la obra tenga un interés indudable no solo para los amantes de la historia militar, sino para cualquier interesado en la del siglo XVI.
*Publicado por Desperta Ferro, septiembre 2021.