Al repasar la historia militar española, llama la atención el reducido número de batallas que han trascendido los siglos y de las que todavía hoy se guarda memoria. Invitamos al lector a pensar cuántos de estos combates le vienen a la cabeza: es probable que, para su sorpresa, no sean tantos. Si consigue recordar al menos diez, puede darse por satisfecho. Parece una cifra aceptable, salvo que en una historia como la de España, que engloba unos 1500 años (no vamos ahora a debatir cuándo empieza realmente nuestra historia común), la ratio quizás sea algo escasa. En contraste con ese dato, es creciente el número de monografías sobre historia bélica que se publican en España y en el mundo. Las batallas siguen teniendo “atractivo” para los especialistas y los lectores continúan comprando libros sobre ellas.
Si el interrogante sobre el número de combates que recuerda el lector lo acotamos a la Reconquista, probablemente la cifra se reducirá. Con mucha seguridad, destacará un nombre: las Navas de Tolosa. Calificada durante mucho tiempo como la batalla por antonomasia de la Reconquista, se trataría de la gran victoria cristiana frente al invasor musulmán (en este caso, las huestes almohades) que habría dado el empujón definitivo al avance de los reinos del norte para hacerse de nuevo con el control de la Península. Habrá que esperar casi trescientos años hasta ver completado este proceso, pero las bases ya estarían puestas en el aplastante triunfo de Despeñaperros en 1212.
La realidad, sin embargo, suele ser más compleja que la simplificación a cargo del imaginario popular. La batalla de las Navas fue una victoria importante, pero ¿tuvo tanto impacto como el que se le ha otorgado? A esta pregunta trata de dar respuesta la obra del profesor Francisco García Fitz, Las Navas de Tolosa. La batalla del castigo*, probablemente el trabajo más completo y mejor acometido que últimamente se ha publicado sobre este acontecimiento. Es una obra de referencia, editada por primera vez en 2005 y ahora recuperada por Desperta Ferro, que puede reputarse modélica en sus planteamiento sobre el estudio de una contienda y en el análisis del contexto y de los factores externos (políticos, sociales, ideológicos…) que la envuelven. En su actual edición, el libro, excelente y sumamente recomendable, añade a las anteriores un análisis historiográfico sobre los avances publicados en los últimos años sobre las Navas de Tolosa.
Veamos cómo explica el propio autor el propósito de su trabajo: “El punto de partida de aquella monografía se sostenía sobre el convencimiento, avalado por el conocimiento de las fuentes y de la bibliografía entonces disponible, de que aquel suceso rompió los moldes de la cotidianidad para pasar a formar parte del «selecto club» de los acontecimientos extraordinarios. No obstante, también creíamos que, por muy excepcional que fuera, solo resultaba comprensible dentro del marco general en el que tuvo lugar. Partiendo de esta convicción, el objetivo que nos propusimos no fue otro que analizar esta importante batalla, por supuesto, pero también explicar las relaciones políticas entre diversos reinos en el momento en que ocurrió, aclarar los objetivos de los contendientes, estudiar los recursos que pusieron en liza y los movimientos tácticos que realizaron durante aquella jornada. Pero aspiraba a algo más. Aspiraba a poner en perspectiva lo que allí sucedió, a ampliar el foco para procurar una más amplia comprensión de aquel choque, a poner de manifiesto los diversos contextos en los que la batalla de las Navas de Tolosa se inserta y se explica”.
Como decíamos, la monografía no solo se centra en los pormenores tácticos de la batalla, que también son abordados en detalle. Se ocupa igualmente de cuestiones más complejas, en las que se combinan elementos políticos con los económicos y diplomáticos para retratar el estado de la Península Ibérica a finales del siglo XII y principios del XIII. Un período decisivo que marcará el punto de inflexión en el devenir de los reinos cristianos. Por cierto, el estudio se extiende tanto al bando cristiano como al bando musulmán. El autor se desenvuelve mejor con las fuentes latinas, pero los epígrafes dedicados a las fuerzas y reinos islámicos son muy enriquecedores y ofrecen la doble visión tan necesaria para conocer realmente lo sucedido.
Comienza la obra con una reflexión general sobre la desmedida relevancia que se ha dado a las batallas en la historiografía militar medieval, cuando lo cierto es que los enfrentamientos a campo abierto y de gran magnitud fueron una excepción. En aquella época predominaban las actitudes defensivas y los avances y retrocesos dependían de los enclaves tomados. La Reconquista no fue una excepción, ya que se erigió sobre la lenta ocupación del territorio enemigo. Los asedios y las razias fueron más frecuentes que los combates campales.
Tras esta reflexión, el profesor García Fitz se adentra de lleno en el trasfondo de la campaña militar capitaneada por el rey castellano Alfonso VIII, que contó con el apoyo del resto de reinos cristianos de la Península e incluso del Papado. Su alianza no fue fácil de lograr, pues, como se desprende de la obra, las relaciones entre estos reinos eran todo menos amigables y en no pocas ocasiones la violencia se convirtió en el recurso al que acudían para solventar sus diferencias. De ahí que la obra se detenga en los entresijos diplomáticos que permitieron la gran coalición frente al poder musulmán. También resulta interesante observar cómo se constituyó el otro bando: los almohades eran una “potencia” que procedía del Magreb y había sido reclamada por los reinos de taifas peninsulares, ante el miedo a su aniquilación por los vecinos del norte.
Una vez expuestas estas cuestiones, la obra se adentra en la campaña en sí. Describe, los recursos (hombres, materiales…) de cada adversario y analiza la cadena de mando de ambos ejércitos, así como la estrategia seguida por unos y otros. Se detiene en las razones que indujeron a ambos contendientes a plantear batalla precisamente en el lugar elegido, y en la evolución táctica que sufrió el combate, concluido con una victoria aplastante de las fuerzas de Alfonso VIII. Destaca la motivación que había detrás de los dos rivales: tanto la “Cruzada” como la “Yihad” desempeñaron un papel relevante para movilizar hombres y recursos y enardecer a los respectivos soldados. Un capítulo entero (el sexto) está dedicado a explorar el componente ideológico que envuelve la batalla.
Finaliza la obra con una reflexión sobre la pregunta que nos planteábamos, en cuya respuesta el autor se muestra tajante: “Así pues, conviene no dejarse deslumbrar por la percepción que tuvieron los contemporáneos: la “Reconquista” no se decidió definitivamente un día de 1212. No creemos que la batalla de las Navas cambiase el curso de la historia o la correlación de fuerzas entre cristianos y musulmanes en la península ibérica. Todo permite pensar que el impulso expansivo de los reinos del norte se hubiese sostenido a medio o largo plazo sin necesidad de una victoria o incluso a pesar de una gran derrota —recuérdese Alarcos—, porque aquel dependía de factores socioeconómicos, políticos e ideológicos mucho más profundos y determinantes que un choque frontal entre dos ejércitos, por espectacular y extraordinario que fuese. De la misma forma, puede afirmarse que el Imperio almohade hubiese entrado en crisis sin necesidad de un desastre campal, porque el contradictorio carácter de sus estructuras sociales y políticas —estatalismo versus tribalismo— y el propio escenario norteafricano lo abocaban a una disolución, tal como había ocurrido antes con los almorávides sin que pasaran por la experiencia de una gran batalla perdida”.
Francisco García Fitz es doctor en Historia por la Universidad de Sevilla y catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Extremadura. Es autor de un buen número de publicaciones –libros, artículos y ponencias– sobre guerra medieval, organización de los ejércitos, estrategias y tácticas de combate, fortificaciones e ideología de la guerra, referidas tanto al ámbito hispano como al europeo.
*Publicado por Desperta Ferro, marzo 2024.