En Julio de 1099 los Cruzados conquistan Jerusalem, tras un asedio de cuarenta días, respondiendo así al llamamiento del Papa a los cristianos para que se apoderaran de la tumba de Cristo. El saqueo de la Ciudad Santa por parte de esos guerreros rubios, cubiertos de armaduras, con las espadas desenvainadas, es el punto de partida de una hostilidad milenaria entre el Islam y Occidente.
Amin Maalouf nos relata en este libro la historia de las Cruzadas vista desde la óptica de los musulmanes: «Cruzadas» para los occidentales, guerras o invasiones francesas para los cronistas e historiadores árabes de la época que designaron a los cristianos con el vocablo «frany» tal y como el habla popular nombraba a los occidentales, más concretamente a los franceses: francos, «frany».
Maalouf ha consultado numerosas obras y autores en sus investigaciones sobre las Cruzadas pero ya nos indica en el apartado de «Notas y Fuentes» que no ofrece al lector una bibliografía exhaustiva sobre el tema sino unas referencias que permitan adentrarse en el conocimiento de esta «otra visión» de una época histórica, dos agitados siglos que transcurren desde la llegada de los primeros cruzados a Tierra Santa, en 1096, hasta su derrota en Acre sucedida en 1291.
Sin embargo, lo más interesante son las reflexiones que el autor nos propone en el Epílogo. «¿Puede afirmarse – se pregunta Maalouf – que las Cruzadas supusieron el punto de partida del auge experimentado por Europa Occidental, que llegaría a dominar el mundo? ¿Y que fueron el toque de difuntos de la civilización árabe?». El pueblo del Profeta, analiza Maalouf, había perdido ya en el siglo IX el control de su destino. A partir de entonces, los auténticos depositarios del poder eran los turcos; quienes fueron los principales héroes en la lucha contra los frany. Dominados, oprimidos, extraños en su propia tierra, los árabes veían cómo se apagaba su florecimiento cultural que comenzó en el siglo VII. Cuando llegan los frany su progreso ya se había detenido.
Durante todas las Cruzadas, reflexiona Maalouf, los árabes se negaron a abrirse a las ideas llegadas de Occidente. Mientras los frany, nada más llegar a Oriente, consiguieron fundar verdaderos estados, los árabes eran incapaces de crear instituciones estables.
En todos los terrenos, los cruzados aprendieron de los musulmanes: la herencia de la civilización griega fue trasmitida a los europeos a través de los traductores árabes. Los frany adquirieron conocimientos en medicina, astronomía, química, geografía, matemáticas y arquitectura de los libros árabes, saberes que asimilaron, imitaron y luego superaron. En cuanto a la industria, aprendieron de ellos cómo fabricar papel, trabajar el cuero y los tejidos, destilar alcohol etc…
Así, mientras para Europa Occidental la época de las Cruzadas significó el comienzo de una verdadera revolución, a la vez económica y cultural, en Oriente estas Guerras Santas van a desembocar en largos siglos de decadencia y oscurantismo: el mundo musulmán se encierra en sí mismo, se vuelve intolerante, se sitúa siempre a la defensiva; a partir de entonces, el progreso será algo ajeno, igual que la modernidad.
Para el invasor occidental aprender la lengua del pueblo conquistado constituye una habilidad; para el árabe conquistado, aprender la lengua del occidental suponía una traición. «¿Han necesitado los musulmanes rechazar la modernidad como símbolo de Occidente, y de esa manera afianzar su propia identidad cultural y religiosa?» se pregunta Maalouf.
El mundo árabe, fascinado y a la vez espantado por esos frany a los que conoció cuando eran unos bárbaros y a los que logró vencer, observó sorprendido cómo los cristianos consiguieron dominar la tierra.
Sostiene el autor que la actitud de los musulmanes en general, con respecto a Occidente, continúa todavía hoy, bajo la influencia de esos acontecimientos que terminaron hace siete siglos: «Oriente sigue viendo a Occidente como un enemigo natural. Cualquier acto hostil contra los occidentales – sea político, militar o relacionado con el petróleo – no es más que una legítima revancha«.
Termina Maalouf su análisis señalando que «la quiebra de estos dos mundos viene de la época de las Cruzadas que, aún en nuestros días, es considerada por los árabes como una violación«
Amin Maalouf (Beirut, Líbano, 1994) nació en el seno de una familia árabe católica. Estudió economía, política y sociología y, siguiendo una larga tradición familiar, se dedicó al periodismo. Trabajó en el diario An Nahar como responsable de la sección de Internacional y viajó por países como India, Bangladesh, Etiopía, Somalia, Kenya, Yemen y Argelia, en algunos casos como corresponsal de guerra. En Vietnam fue testigo de la batalla de Saigón. En 1975, tras el estallido la guerra del Líbano y al igual que alguno de sus personajes, Maalouf también se exilió a Francia, donde vive con su familia desde entonces y donde durante algún tiempo ejerció como periodista en las publicaciones Jeune Afrique y An-
*Publicado por Alianza Editorial, noviembre 2013.