CATEDRA - BURBUJAS DE LA TIERRA

Las burbujas de la tierra. En torno a William Shakespeare
Ignacio Gracia Noriega

Hablar de William Shakespeare es hablar de un personaje inmortal. A su altura solo se hallan escritores como Homero, Cervantes o Goethe. Cuatrocientos años hace de su muerte. En España no hemos dado a su centenario la relevancia que merece, debido, en gran medida, a que también celebramos la pérdida de nuestro juntaletras más universal, Miguel de Cervantes. Los azares del destino hicieron que, muriendo el mismo día (o eso se ha venido manteniendo), ambos fallecieran con diez días de diferencia, cosas de los calendarios. La leyenda de Shakespeare se ha ido ensanchando con el tiempo, gracias a sus obras y a lo poco que sabemos de su vida, peculiaridad que comparte con el manco de Lepanto. Parece que la genialidad ha de venir acompañada con algo de misterio. Tanta es la incertidumbre que envuelve la vida del Bardo de Avon, que hay incluso quien le niega la autoría de sus trabajos y se la atribuye a Christopher Marlowe o a Francis Bacon ¿Cómo pudo el tercer hijo de un comerciante de un pueblecito inglés escribir algo tan extraordinario como Hamlet o el Rey Lear? se preguntan los incrédulos.

Shakespeare está hoy en todos los rincones de nuestra vida diaria. Allí donde miremos se esconde alguna reminiscencia de su obra. La cultura occidental (e incluso la oriental) no se entiende sin la influencia del dramaturgo inglés. Sin grandes invenciones, sin cambiar radicalmente las pautas del género, Shakespeare creó, una detrás de otra, obras imperecederas que revolucionaron para siempre el teatro. Nadie ha sabido reflejar mejor la condición humana, nadie ha logrado captar con tal fidelidad los sentimientos de los hombres y reproducirlos en un escenario y nadie ha sabido contar historias tan cercanas y universales que, cuatro siglos después, aún siguen siendo plenamente vigentes. Shakespeare debe ser de los pocos autores que no pasa de moda, pues sus escritos abordan cuestiones indisociables de la naturaleza humana. Todos entendemos la tristeza del Rey Lear, la avaricia de Shylock, los celos de Otelo o el amor imposible de Romeo y Julieta.

El escritor Ignacio Gracia Noriega lleva años publicando artículos y columnas sobre el dramaturgo inglés ¿Qué mejor momento para reunirlos en un solo libro que el cuarto centenario de la muerte del escritor? Así nace la obra Las burbujas de la tierra. En torno a William Shakespeare*, una recopilación de textos que abordan el universo shakesperiano y su influencia en nuestra cultura. No son escritos universitarios o especializados: la mayoría de ellos se publicaron en revistas o periódicos, de ahí que tengan un marcado carácter divulgativo. Hasta cuarenta capítulos componen la obra cuya temática, como se podrán imaginar, es prolija y se acerca a las múltiples facetas que tocó el bardo de Avon.

Para dar una cierta coherencia a su trabajo, Ignacio Gracia organiza los artículos en tres grandes secciones (“Aspectos de Shakespeare”, “En torno a William Shakespeare” y “Shakespeare y España”). Es inevitable (los textos se han ido publicando a lo largo de dos décadas) que se produzcan algunas reiteraciones o se aborden, en diferentes momentos, las mismas cuestiones antes tratadas. No por ello pierde fluidez la obra, que se lee casi de un tirón por la amenidad y agilidad de su prosa. El público al que va dirigido el libro es el que quiera conocer el complejo mundo poético de Shakespeare, analizando y explorando sus temas y personajes, su poética dramática y lírica y su influencia y repercusión en España.

El primer bloque del libro gira en torno a las preguntas ¿quién fue William Shakespeare? y ¿cuáles son los grandes rasgos de su obra? Tras dejar claro que estamos ante uno de los mayores escritores de la historia (“Shakespeare, el molde del canon” o “El primer escritor de Occidente” así lo certifican), Ignacio Gracia se adentra en la vida del dramaturgo (“William Shakespeare”, “¿Quién fue Shakespeare?” o “El crepúsculo de Shakespeare”), la autoría de sus piezas, su infancia en Stratford-upon-Avon, su estancia en Londres o el regreso, rico y famoso, a su pueblo natal donde morirá. Junto a estos artículos aparece una panoplia de textos que analizan los personajes de Shakespeare o algunas de las referencias casi constantes (al vino, al dinero, a la demagogia o al sueño) que aparecen en sus trabajos.

El segundo bloque, el más heterogéneo, reúne artículos que hablan de la influencia de Shakespeare en el cine (“Cine y Shakespeare”, “Shakespeare en Orson Wells”, “Julio César de J.L: Mankiewicz” y “Kurosawa y Shakespeare”), de la relación entre el dramaturgo inglés y otros escritores como Plutarco o Montaigne, y de otros temas menos clasificables. Entre ellos destacan “Los animales en Shakespeare”, “El dios abandona a Antonio” o “Teatro y mundos mágicos”, por citar solo algunos. El tercer y último bloque, por su parte, recoge los escritos de Ignacio Gracia que versan sobre Shakespeare y España. La mayoría proyectan la relación (y una cierta comparación) de los escritos del autor de Hamlet con escritores españoles como Cervantes, Quevedo, Gracián, Calderón o Menéndez Pelayo.

Concluimos con estas palabras que Ignacio Gracia vierte en el epílogo de su obra: “Las grandes pasiones humanas continuarían siendo el tema principal, si no único de la literatura, y solo nos quedaríamos sin el vivido y variado muestrario del teatro shakesperiano que las presenta tal como nadie las presentó en el pasado ni las presentará en el futuro. Si Shakespeare no hubiera escrito, estaríamos preguntándonos quién sería el mayor poeta. Su existencia hace inútil esa ociosa pregunta”.

Ignacio Gracia Noriega es narrador, ensayista, articulista, gastrónomo, crítico literario y cinematográfico, autor de libros de viajes y colaborador habitual del periódico La Nueva España.

*Publicado por Cátedra Ediciones, abril 2016.