DEBATE - LA REVOLUCION RUSA

La Revolución Rusa
Richard Pipes

No es un disparate afirmar que la Revolución Rusa fue el acontecimiento no militar más importante del siglo XX. Sus consecuencias se hicieron sentir hasta 1991 y todavía hoy el mundo sigue bajo la influencia de los postulados y las acciones derivadas de la victoria bolchevique. La Revolución Rusa tuvo, a nivel mundial, el mismo impacto que la francesa una centuria antes. Aunque los principios defendidos por los revolucionarios galos difieren de los esgrimidos por sus homólogos rusos, unos y otros reivindicaron una transformación radical de los fundamentos y las normas que regían sus sociedades. Las dos revoluciones, igualmente, fueron movimientos ideológicos: tras sus exigencias y programas materiales había un pensamiento político sustentando por unos pocos intelectuales, que utilizaron el descontento de las masas para promover sus ideales. Difieren, sin embargo, en la influencia que han legado a la historia: aunque la francesa apenas sobrevivió una década, pues Napoleón y la Restauración socavaron las esperanzas revolucionarias, sus principios perduraron y son la base de las actuales democracias. Por el contrario, si la rusa se mantuvo casi un siglo (para lo que hubo de aplicar una férrea represión), sus fines apenas son hoy defendidos.

Cuando hablamos de la Revolución Rusa, solemos referirnos a los acontecimientos que en octubre de 1917 llevaron al partido bolchevique a hacerse con el control de San Petersburgo (Petrogrado en aquel momento) y, posteriormente, del resto del país. Ahora bien, aquella insurrección no fue un hecho aislado, sino parte de un proceso más amplio que tiene su origen a finales del siglo XIX y que ya había dado lugar a numerosas tentativas de modificar el régimen político ruso (algunas exitosas, otras sonados fracasos), como fueron las “revoluciones” de 1905 o los levantamientos de febrero, abril y julio de 1917. Todas ellas, aun con motivaciones diferentes, allanaron el camino para que los bolcheviques dieran finalmente el golpe de mano con el que acapararían el poder, facilitando el triunfo de Trotsky, Lenin y sus seguidores. No se pueden entender las causas que permitieron la victoria de la minoría bolchevique sin estudiar el declive de las instituciones rusas y el caos que reinaba en un país, interna y externamente asediado.

El próximo año se cumple un siglo de la Revolución. Es de esperar que se sucedan los actos conmemorativos y proliferen las publicaciones por todo el planeta. La editorial Debate se ha adelantado a esta previsible ola de eventos, editando una obra monumental —quizás el mejor libro publicado sobre esta materia— a cargo del historiador polaco Richard Pipes, La Revolución Rusa*, que salió a luz en 1992 y cuya fuerza y calidad aún no han sido superadas. El estudio llevado a cabo por el autor es descomunal, casi mil páginas dedicadas a explorar cómo, por qué y quiénes protagonizaron uno de los hechos más importantes de la historia reciente. El lector tiene ante sí una obra considerada por muchos canónica, construida sobre una bregada labor de investigación que ha debido superar los obstáculos impuestos por la versión creada por la propaganda soviética, y por la falta de documentación oficial sobre aquel periodo.

REVOLUCION RUSA - FABRICA PUTILOV

Así explica Richard Pipes, la finalidad de su trabajo: “Este libro es el primer intento, en cualquier lengua, de presentar un análisis exhaustivo de la Revolución rusa, posiblemente el acontecimiento histórico más importante del siglo XX. No faltan investigaciones sobre el tema, pero se centran en las luchas políticas y militares por el poder en Rusia entre 1917 y 1920. Sin embargo, vista desde la perspectiva que concede el tiempo, la Revolución rusa fue mucho más que una disputa por el poder en un solo país; lo que los vencedores de dicha disputa tenían en mente lo definió uno de sus principales protagonistas, León Trotski: nada menos que «volver el mundo del revés». Con ello se referían a una completa reconfiguración del Estado, la sociedad, la economía y la cultura en todo el mundo, con el objetivo último de crear un nuevo ser humano”.

El Imperio ruso pasó de ser un gobierno absolutista y teocrático a una república proletaria en apenas unos años. A lo largo de este proceso, el régimen zarista se fue desmoronando, debido tanto a su propia incapacidad para adaptarse a los nuevos tiempos, como al acoso al que fue sometido por sus oponentes. La Revolución de 1905 fue aplastada en las calles, aunque venció en el terreno político, obligando al zar a hacer importantes concesiones que debilitaron su poder. Richard Pipes inicia su relato con esos sucesos. La primera parte de su obra, “La agonía del Antiguo Régimen”, describe la decadencia del zarismo desde 1905 hasta el acontecimiento determinante de su caída, el motín de la guarnición militar de Petrogrado en febrero de 1917, que, en un tiempo sorprendentemente breve, no solo derrocó a la monarquía, sino que hizo trizas el tejido político y social del país.

La segunda parte, “Los bolcheviques conquistan Rusia”, aborda la conquista del poder por parte del Partido Bolchevique, inicialmente en Petrogrado y luego en el resto de provincias rusas. Allí donde se iba asentando, impuso un régimen de partido único con un sistema económico centralizado y una policía política que reprimía a los versos sueltos y a quienes se oponían a sus medidas. Todo esto sucedía mientras el ejército combatía a los Imperios Centrales en la Primera Guerra Mundial, hasta la firma de la humillante capitulación de Brest-Litovsk. Las condiciones de paz alcanzadas con los alemanes fueron bochornosas, pero liberaron a los dirigentes comunistas de la pesada losa del conflicto bélico, permitiéndoles centrarse en los asuntos internos que empezaban a descontrolarse. Perdieron la guerra, pero ganaron la Revolución.

Pipes estudia los factores que provocaron el estallido de la Revolución Rusa, pero, a diferencia de otras corrientes historiográficas que enfatizan la importancia de fenómenos económicos o sociales, el historiador polaco otorga a hombres concretos un papel muy significativo en el curso de los acontecimientos. Así lo expresa: “Que los conflictos y resentimientos existentes en toda sociedad se resuelvan pacíficamente o estallen en una revolución depende en gran medida de dos factores: la existencia de instituciones democráticas capaces de reparar los agravios por medios legislativos y la aptitud de los intelectuales para avivar las llamas del descontento social con el fin de obtener poder. Son los intelectuales, en efecto, quienes transmutan agravios específicos y por lo tanto remediables en un rechazo general del statu quo. Las rebeliones suceden; las revoluciones se hacen”. Y más adelante añade: “No es necesario creer que la historia la hacen los ‘grandes hombres’ para reconocer la inmensa importancia que tuvo Lenin para la Revolución rusa y el régimen que surgió de ella […]. Así pues, la Rusia comunista fue desde el comienzo, y de un modo poco habitual, un reflejo de la mente y el espíritu de un hombre, la biografía de éste y la historia de aquella están excepcionalmente vinculadas”.

REVOLUCION RUSA - SOVIET DE PETROGRADO

Richard Pipes incide en la ausencia de espontaneidad revolucionaria (“Los acontecimientos que condujeron a la expulsión del Gobierno Provisional no fueron espontáneos, sino planeados y ejecutados por una conspiración rigurosamente organizada”). El pueblo no se echó a la calle impulsivamente, cansado de las políticas del zar. Fue un proceso muy meditado, ideado por un grupo de intelectuales comunistas que se aprovecharon de la ruina del Estado y de la descomposición de sus instituciones. La intelligentsia, los burócratas, los terratenientes y el ejército controlaban la política rusa cuando los revolucionarios empezaron a perfilar sus planes. Muchos de sus integrantes los apoyaron, expresa o tácitamente, o no llevaron a cabo medidas contundentes para detenerles. Cada uno buscaba preservar sus propios intereses y, cuando al fin se logró la abdicación del zar, el vacío de poder resultante tan solo pudo ser cubierto por la férrea disciplina de los bolcheviques.

En ningún caso la llegada de Lenin y de los comunistas al gobierno ruso fue pacífica. Aunque se habían hecho con las riendas del país (o al menos de sus instituciones), la mayoría de la sociedad desconfiaba de ellos, en especial el campesinado. Pipes relata los medios que hubieron de emplear los bolcheviques para asentar su autoridad y transformar, atendiendo a sus premisas ideológicas, el Estado. Las medidas utilizadas iban desde herramientas legislativas hasta la burda coerción. La Checa empezó a actuar con libertad y plenos poderes y el Terror Rojo, que luego se convertiría en la seña de identidad soviética, empezó a aflorar. Por otro lado, los intentos de internacionalizar la Revolución fracasaron y pronto estallaría la guerra civil, creando un nuevo frente interno a los líderes comunistas. Como señala el autor, “El primer año de gobierno bolchevique dejó a los rusos no solo intimidados por el ejercicio sin precedentes de un terror en gran medida aleatorio, sino sumidos en una profunda perplejidad. Quienes vivieron todo ello se vierto expuestos a un replanteamiento total de sus valores más arraigados; todo lo que hasta entonces había sido bueno y premiado era ahora malo y castigado”.

Resulta sumamente complejo reseñar una obra de esta envergadura, tantos son los matices, las reflexiones y las conclusiones que Pipes vierte a lo largo de su trabajo. Invitamos al lector a hacerse con un ejemplar de este excepcional libro si quiere conocer en profundidad cómo se desarrolló la Revolución Rusa. Pocas obras son tan completas y están escritas de manera tan cabal como el presente trabajo, cuya vigencia, veinticinco años después de su primera publicación, es incuestionable.

Richard Pipes (Cieszyn, 11 de julio de 1923) es un historiador polacoestadounidense que ha sido director del Russian Research Center de la Universidad de Harvard y miembro del Consejo de Seguridad Nacional de Ronald Reagan. Es uno de los mayores expertos en historia de la Rusia y la Unión Soviética, sobre la que he escrito varias obras entre las que destacan Russia under the Old Regime, A Concise History of the Russian Revolution y Three «Whys» of the Russian Revolution. También ha sido editor de The Unknown Lenin: From the Secret Archives (Yale University Press, 1996).

*Publicada por la editorial Debate, noviembre 2016.