FORCOLA - LA MIRADA DEL OTRO

La mirada del otro. La imagen de España, ayer y hoy
VV.AA.

Seis meses hace que viajo por España y Portugal, y vivo en pueblos que desprecian a todos los demás, haciendo únicamente a los franceses la honra de aborrecerlos […] Los españoles que no son quemados son tan adictos a la Inquisición, que fuera cargo de conciencia quitársela. Yo quisiera que estableciesen otra, no contra los herejes, sino contra los heresiarcas que atribuyen a frívolas ceremonias fraileras la propia eficacia que a los siete sacramentos, adoran todo cuanto veneran, y es tanta devoción que no tienen cristiandad. Entendimiento claro y sana razón se encuentra en los españoles, mas no se busque en sus libros. Véase una de sus bibliotecas; novelas a un lado y escolásticos a otro: cualquiera diría que ha hecho ambas partes y reunido el todo un enemigo secreto de la razón humana. El único buen libro que tienen es el que ha hecho ver lo ridículo que eran todos los demás. Han hecho inmensos descubrimientos en el nuevo mundo y aún no conocen su propio continente; en sus ríos hay puentes que todavía no han descubierto, y en sus montañas hay pueblos que no conocen”.

Con estas “amables” palabras describía Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu, allá por el año 1717, sus impresiones sobre España y los españoles. Hoy habrá quien se escandalice de tales afirmaciones, pero probablemente otros muchos compartirán las impresiones del pensador francés. El primer crítico de España es el español, y somos uno de los pocos países cuya leyenda negra se ha convertido en la “versión oficial” de su pasado, en el sentir de buena parte de su población. Por mucho que historiadores, escritores e intelectuales se afanen en señalar los errores de esa interpretación, poco se puede hacer contra una creencia tan generalizada y asumida. Orgullosos, muy religiosos (llegando al fanatismo), poco cultos, combativos, testarudos… así creemos que fueron nuestros antepasados, de quienes habríamos heredado muchos rasgos. Y no faltan entre nosotros quienes se avergüenzan de su historia, más por acomplejamiento que por conocimiento.

Ahora bien, ¿qué piensa el mundo de España? Desde el año 1992, la actual Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, por iniciativa del historiador José Varela Ortega, viene organizando una serie de seminarios, encuentros, diálogos y conferencias que pretenden dar respuesta a esta pregunta, así como estudiar la imagen de España y su proyección en el exterior. El resultado de esas pesquisas es el ensayo colectivo La mirada del otro. La imagen de España, ayer y hoy*, coordinado por José Varela Ortega, Fernando R. Lafuente y Andrea Donofrio, que reúne una veintena de artículos de reputados ensayistas, periodistas, historiadores e intelectuales, tanto nacionales como extranjeros. El propósito de la obra es explorar la imagen de España en el exterior, desde el siglo XIX hasta nuestros días, en relación a temas tan dispares como la cultura, la economía, los deportes, la gastronomía, los medios de comunicación… Una visión de conjunto, a cargo de propios y extraños, que trata de explicar cómo el mundo ve (y ha visto en el pasado) a nuestro país.

Como recoge Fernando R. Lafuente en el capítulo introductorio, “Las transformaciones de la imagen de España en el exterior, y la mirada del otro, han sufrido una serie incontable de variaciones, en función de la situación política, económica y cultural no sólo de la propia España sino del decurso internacional. El presente volumen […] se remite, por razones obvias de espacio y utilidad, a la secuencia contemporánea comenzada en el siglo XIX y su deriva posterior. […] No se trata de una mera adecuación al presente, sino una reflexión que se enmarca tanto en el cuadro histórico como en los días presentes. Ello revela una doble intención: contextualizar de dónde se viene, dónde se está y hacia dónde deben dirigirse los trabajos encaminados a lograr que «la mirada del otro» se adecue a la realidad de hoy en España, sin ignorar estereotipos pero salvando tópicos y lugares comunes. […] La imagen de España en el exterior ni es una pintoresca entelequia ni una precipitada reinvención, en la medida en que España forma parte de un restringido grupo de naciones que ha generado una fuerte y marcada imagen en su dilatada historia”.

En el trabajo prima la diversidad de aproximaciones a un tema común: la imagen de España proyectada en el exterior. Se compone de cinco grandes bloques (la historia del estereotipo español y la cultura, el turismo o la economía) relacionados con la imagen de España que cuentan, a su vez, con las colaboraciones de reputados especialistas de heterogéneos campos. Encontramos en sus páginas historiadores (Bartolomé Bennassar, Huhg Thomas, Joseph Pérez o Rafael Núñez Florencio); economistas (José Luis García Delgado); arquitectos (Carmen Serrano de Haro Martínez); ensayistas (Mercedes Monmany) o periodistas deportivos (Alfredo Relaño), entre otros muchos. Cada uno de ellos aporta su interpretación o su conocimiento personal sobre una determinada faceta, ya sea la España romántica, la pintura, los visitantes extranjeros, la arquitectura, el fútbol, el cine o la normalización de la imagen de España…

MIRADA DEL OTRO - LA VICARIA FORTUNY

Dada la finalidad de Metahistoria, nos detendremos brevemente en los artículos más propiamente históricos del libro. La mayoría abordan la construcción del mito romántico español durante el siglo XIX (aunque sus raíces ya se intuyen en las centurias anteriores). La impresión de los viajeros ingleses o franceses de aquella España podría resumirse en la Carmen de Prosper Mérimée, publicada en 1845 y llevada a la ópera por Bizet. Esta novela construyó el arquetipo de la España que recorrería el planeta durante la centuria decimonónica, junto con los textos de Théophile Gautier, Voyage en Espagne, o la Biblia de España del inglés George Borrow. Para ellos, España era un país exótico y sensual. Como dice Bartolomé Bennassar: “En el siglo XIX se producía un nuevo cambio. Los románticos descubrían otra España: era el conservatorio del mundo que se había perdido”.

Este mismo enfoque se dio en el arte, explica María de los Santos García-Felguera en el capítulo dedicado a la pintura española y la imagen de España en Europa: “Así pues, con los románticos, con los realistas y los impresionistas, todo lo que había sido causa de olvido de la pintura española —la marginalidad, el antiacademicismo, la libertad de temas y técnica— se convierte en causa de prestigio, en punto de referencia mítico de lo que debe ser el nuevo arte”.

Según José Varela, la historia del estereotipo español puede dividirse en cuatro etapas: la primera, a partir del siglo XV, se caracteriza por la admiración y la confrontación, y en ella destaca la figura del “español militante”. La segunda abarca el último cuarto del siglo XVII hasta el final del XVIII, período de decadencia en la que nace el “español indolente”. La tercera comienza a finales del XVIII y alcanza hasta la Guerra Civil, años que se impregnan de una visión emocional y exótica, y en los que la pasión parece ser la tónica distintiva, que resucitará con la imagen neorromántica de la Guerra Civil. La última etapa se mezcla con la anterior y recorre parte del XIX y principios del XX, en los que predomina una sensación de decadencia, inadaptación e incluso degeneración. Aunque no todos los autores comparten esta misma clasificación, la mayoría alcanzan una conclusión muy parecida. Por ejemplo, Hugh Thomas afirma: “España amenazante, España decadente, España romántica, Estas son algunas de las impresiones con que España aparece a lo largo de gran parte de la historia y la cultura británicas. Pero en el siglo XX surge otra más: España beligerante, o si se quiere, España comprometida en la Guerra Civil de 1936, a pelear una guerra contra el fascismo que las principales democracias, Gran Bretaña y Francia, eran en aquellos días demasiado pusilánimes para lucharla por sí mismas”.

La Transición cambió, en cierto modo, la percepción que se tenía de España: abandonábamos el franquismo y entrábamos en la democracia. Los estereotipos parecían quedar atrás y cierta imagen de modernidad comenzaba a asentarse. La crisis y un cierto populismo del norte de Europa, sin embargo, han vuelto a recuperar la idea de un sur atrasado y perezoso que vive del esfuerzo de otros.

Libros como este han de servir no solo para conocer qué piensa el resto del mundo de nosotros (o ha venido pensando), sino también para empujarnos a construir nuestro propio futuro, alejándonos de tópicos y leyendas carentes de veracidad histórica y fomentando una imagen ajustada a una realidad mucho más rica y compleja que la nosotros mismos concebimos.

*Publicado por Fórcola Ediciones y la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, febrero 2017.