UNIVERSIDAD VALLADOLID - MARINA GUERRA

La marina de guerra de Castilla en la Edad Media (1248-1474)
Francisco Javier García de Castro

Todo aquel que tenga un mínimo interés por la historia de España reconocerá inmediatamente a personajes tan importantes como Churruca, Blas de Lezo y Álvaro de Bazán (marqués de Santa Cruz) o habrá oído hablar de las batallas de Lepanto, Trafalgar y Cartagena de Indias. Ahora bien, posiblemente será más difícil que conozca a figuras tales como Alfonso Jofre Tenorio, Egidio Bocanegra o Fadrique Enríquez, o sepa situar las batallas de Algeciras, Saltes o Winchelsea. Parece como si hasta el descubrimiento de América la gran franja costera que rodeaba al reino de Castilla fuese o bien un obstáculo insalvable o bien un elemento accesorio en la política castellana.

La imagen que hoy predomina de la Reconquista (y quizás del conjunto de la Edad Media) es la de los grandes castillos y los caballeros cabalgando por la meseta castellana en constante lucha contra los musulmanes. La posibilidad de que la marina jugase en este proceso algún tipo de papel será para muchos algo remota y extraña. La historiografía tampoco ha ayudado a corregir esta imagen y ha dedicado poca atención al componente naval de la Reconquista. Sin embargo y, especialmente a partir del siglo XIII, la «flota» española vino a convertirse en un instrumento indispensable en los conflictos armados de la Corona de Castilla. La obra de Francisco Javier García de Castro, La marina de guerra de Castilla en la Edad Media (1248-1474)* busca situar en su verdadero contexto las característica, organización y fines dados a la política naval castellana durante la Baja Edad Media.

ASEDIO DE LISBOA EDAD MEDIALa lectura del libro requiere que previamente alejemos dos prejuicios recurrentes, el primero de los cuales sería comparar la marina medieval con la que se desarrollará en los siglos siguientes. Los parámetros de estudio son muy diferentes y, como explica el autor, «[…] esta estructura, que jurídica, institucional y materialmente fraguó en la creación del Almirantazgo, podemos denominarla hoy Marina de Guerra, aun cuando en la propia época objeto de este estudio no hubiera una caracterización claramente definida de su existencia, y las referencia de todo orden se hagan siempre respecto a la institución del Almirantazgo, por constituir la objetivación de aquélla«. Por otro lado, olvídense del aura romántica que en los últimos años se está confiriendo a la historia naval: se trata de un trabajo serio y riguroso que, citando nuevamente a su autor, está «alejado de interpretaciones que adolezcan de heroicidad, victimismo y tremendismo, he pretendido a lo largo de las páginas que siguen –y ojalá conseguido- trazar la semblanza de una época, de un país, de una institución que se configuró como determinante en el proceso de consolidación territorial del reino de Castilla«.

En el epílogo del libro Francisco Javier García de Castro suscita la pregunta ¿Una flota permanente? Aun cuando la finalidad de su trabajo libro no se centre en dicha cuestión, es cierto que su planteamiento nos da pie para resumir los rasgos más destacados de la «Armada» castellana. García de Castro da una respuesta negativa, sobre la base de «las características propias de las naves, la casuística de las circunstancias en que se arman, y las limitaciones financieras y de índole material«. Los monarcas castellanos llegaron a contar, cuando así lo necesitaron, de una potente flota, pero en ningún caso establecieron una estructura militar estable que fuese más allá de una sola campaña. Una vez concluida, las naves se destinaban al comercio o a la vigilancia de las costas. Observamos, por lo tanto, que llegado el momento, existían los instrumentos necesarios para sostener una escuadra -aunque a veces hubiera de recurrirse a los vecinos peninsulares o a Génova- lo que implicaría la concurrencia de medios materiales (puertos e infraestructuras) y personales (Almirantazgo y marineros) para tal fin.

Francisco Javier García de Castro afirma que «el verdadero origen de la Marina castellana se fragua en el marco de las operaciones emprendidas por el Rey Santo para la conquista de Sevilla«. Aunque no era la primera vez que se utilizaban naves en una campaña militar, a partir de entonces su uso se generalizará (sobre todo para apoyar los asedios) y los monarcas castellanos emplearon el poder naval como herramienta estratégica en sus operaciones. El primer capítulo del libro («Del origen legendario al real«) está específicamente dedicado a contextualizar cómo se produjo el origen de la marina de guerra.

La armada castellana, ya queda dicho, no era permanente ni gozaba de una jerarquía definida, ni tan siquiera existía como tal. La única institución que, en cierto modo, regulaba los asuntos marítimos era el Almirantazgo, al que García de Castro dedica el segundo capítulo de su obra. Desconocemos cuándo se creó, pero su primera referencia aparece en la confirmación (6 de diciembre de 1253) por parte de Alfonso X del Fuero de Toledo, concedido por Fernando III. A partir de entonces su importancia fue incrementándose, no siempre asociada a las victorias navales, y adquirió mayor relevancia (así como privilegios y funciones) dentro del sistema político de Castilla hasta que en el siglo XV, bajo la familia Enríquez, pasó a ser una figura de primer orden, además de hereditaria. García de Castro analiza en este capítulo sus fundamentos jurídicos (siempre difusos), sus competencias y jurisdicción y la relación, cada vez más estrecha, con la vida política de la Corte.

BATALLA NAVAL ROCHELLELa puesta en funcionamiento de una escuadra que pudiera hacer frente a la amenaza musulmana, portuguesa o aragonesa requería unos recursos considerables y unas instalaciones acordes. Castilla hasta el siglo XIII carecía de todos estos requisitos que tuvo que ir perfeccionando a lo largo de los años. Gracias al impulso codificador de Alfonso X contamos con algunos testimonios de la legislación aplicable a los asuntos del mar, pero carecemos de más información hasta las Ordenanzas de 1430. Tampoco existen normas determinadas para la obtención de financiación (salvo algunas excepciones) de las campañas, que debían ser sufragadas a requerimiento del rey. En el tercer capítulo («Organización de la Marina de Castilla«), García de Castro estudia todo lo relacionado con la composición y funcionamiento de la armada. Además de la legislación y los recursos, analiza las tripulaciones, los navíos de guerra y las infraestructuras.

El último capítulo será el que más interés ofrezca a los amantes de la historia militar pues el autor recoge, tras describir los tres escenarios en los que actuó la marina castellana (Atlántico, Estrecho y Mediterráneo), los conflictos en los que se vieron involucradas las flotas castellanas hasta la fallida campaña de Granada, llevada a cabo por Enrique IV entre 1455 y 1458. Como explica el autor, «[…] su redacción se ha planteado desde el punto de vista de una secuencia cronológica de las distintas campañas castellanas, sin entrar al detalle de la discusión crítica y bibliográfica, pues en lo sustancial, hemos preferido seguir la descripción hecha por las fuentes, confrontándolas para tratar de vislumbrar posibles –y lógicos- discursos tendenciosos y/o partidistas«.

Creemos que la mejor forma de resumir la obra es la que lleva a cabo en su prólogo la catedrática Mª Isabel del Val: «[…] El autor presenta, con una exposición clara, una prosa de fácil lectura, y una expresión comprensible y atractiva a pesar de los inevitables tecnicismos que aparecen en ocasiones, un estudio serio y bien documentado. Tras su lectura puede decirse que la investigación realizada por Javier García de Castro ha culminado en una obra asequible a la vez que rigurosa, que pone al día lo que hasta el momento se conoce sobre la Marina de guerra castellana en sus dos primeros siglos de existencia. Un estudio que resume la primera etapa de la historia de una institución llamada a tener, en los años siguientes a los considerados en estas páginas, una larga y brillante trayectoria«.

Francisco Javier García de Castro es escritor e historiador, y ha publicado diversos estudios y artículos en revistas especializadas. Es doctor por la Universidad de Valladolid, donde actualmente trabaja.

*Publicado por Ediciones Universidad de Valladolid, abril 2014.