Un hecho sorprendente de la llegada de los primeros españoles a América es la enorme cantidad de crónicas y relatos que se escribieron, casi al tiempo de su descubrimiento, sobre las vicisitudes de la conquista. Probablemente sea esta la que cuente con más testimonios de primera mano en la historia del hombre. Otras expediciones también han sido narradas por sus protagonistas o por personas que tuvieron conocimiento o acceso a información privilegiada, pero la empresa española en el Nuevo Mundo supera con creces cualquier otro caso. No solo destaca el número, sino también la diversidad de las fuentes: contamos desde crónicas más o menos históricas, cuyo propósito es detallar de forma fidedigna lo ocurrido, hasta “memorias” de conquistadores en las que se mezcla lo caballeresco y lo fantástico con la realidad. Sin olvidar la copiosa documentación sobre las costumbres, características y organización de los pueblos americanos, algo también inusitado, pues lo habitual es que los recién conquistados no merezcan mayor comentario que el de aludirse a su derrota.
La profusión de testimonios nos revela la cultura de muchos de aquellos que viajaron al Nuevo Mundo. Retratados en ocasiones como aventureros sin escrúpulos, cuyo único propósito era enriquecerse a costa de los pueblos conquistados, estas obras muestran una realidad bien distinta. Muchas de ellas están escritas por personas de un gran nivel cultural para la época, que conocen los clásicos y la historia antigua, además de redactar correctamente y emplear un vocabulario cuidado y extenso. Junto a ello, las crónicas de Indias ponen de manifiesto el gran interés y la curiosidad que despertaron en la sociedad española los acontecimientos del continente americano. La única explicación que hay a las numerosas obras que vieron la luz es que había un público que las demandaba. No hay que olvidar que el proceso editorial en aquella época no era barato y las tiradas solían ser reducidas. Si hubo trabajos que llegaron a contar con varias ediciones, es que había un gran número de lectores que ansiaban conocer aquella tierra recién descubierta.
La mayoría de los autores de estas obras conocieron de primera mano la vida en el Nuevo Mundo. Ya sea como soldados, como religiosos o en su condición de cargos administrativos, tuvieron que atravesar el Océano Atlántico. Otros, por el contrario, redactaron sus textos a partir de fuentes o testimonios ajenos, aunque no abandonasen la Península Ibérica. Entre los primeros se halla Gonzalo Fernández de Oviedo, quien estuvo en varias ocasiones en el continente americano. Sus vivencias allí fueron muy intensas, aunque no fuese, propiamente, un explorador: su “misión” fue más bien la de asentar y consolidar la presencia española. En los últimos años de su vida logró ser nombrado cronista oficial de las Indias. Su obra más conocida es La historia general y natural de las Indias*, en la que mezcla la historia, el tratado naturalista o las reivindicaciones políticas para conformar uno de los tratados más relevantes escritos sobre los primeros años de la conquista del Nuevo Mundo.
Como sucede con las obras que edita la Biblioteca Castro, de un excelente nivel de calidad, el libro permite dos lecturas. La primera corresponde al estudio preliminar a cargo de las profesoras Belinda Palacios y Natacha Crocoll, que nos ayudan a comprender quién fue Gonzalo Fernández de Oviedo, el contexto histórico en el que se enmarca su obra, la relevancia que tuvo en su momento y los rasgos más interesantes o importantes del texto. Por expresarlo con palabras de las autoras, “La historia general y natural de las Indias es una obra monumental; en unos ciento cincuenta libros, Gonzalo Fernández de Oviedo ambiciona dar a conocer la historia de la conquista de América, la organización de las colonias y, especialmente, la fauna y flora locales. Por ser, como ya hemos explicado, una empresa literaria compuesta y corregida a lo largo de más de treinta años sobre la base de una historia en curso, presenta una serie de complicaciones en su estructura”.
Las complicaciones a las que aluden las autoras del estudio preliminar se deberían, entre otras razones, a la ausencia de coherencia interna (ha sido calificada como “caótica”), a la envergadura del proyecto acometido, a la falta de un precedente sobre el que asentarse (se puede considerar un trabajo pionero), a la magnitud de fuentes que maneja el cronista y, en fin, a la ausencia de un criterio historiográfico al que ajustarse (Gonzalo Fernández de Oviedo escribía como lo hacían los autores de su época). Estas valoraciones, y otras tantas que se recogen en el valioso estudio preliminar, resultan sumamente útiles para aproximarse a un texto escrito hace quinientos años que presenta numerosas peculiaridades.
Repasar la biografía del autor, Gonzalo Fernández de Oviedo, nos llevaría demasiado lejos, pero cabe destacar una serie de elementos singulares del personaje. Llaman la atención sus orígenes relativamente humildes, que no le impidieron, gracias a las gestiones de sus padres, hacerse un hueco en la Corte, como mozo de cámara de un hijo de los Reyes Católicos. Desempeñó distintos oficios en España y en Italia, antes de partir al Nuevo Mundo. En América ejerció asimismo cargos de gobierno y estuvo en permanente conflicto con Pedro Arias Dávila. Su estancia allí puede calificarse de agridulce, con varias idas y venidas a la Península. El contacto con el continente recién descubierto le facilitó la redacción de su trabajo, en el que dejó plasmadas no pocas de sus vivencias personales. Murió a la edad de setenta y nueve años en Santo Domingo.
El lector que se disponga a afrontar La historia general y natural de las Indias ha de tener en cuenta la fecha y los condicionantes de quien la escribió. No se trata tanto de un libro de historia que nos va a explicar fidedignamente la conquista americana, sino de un testimonio de alguien que vivió aquellos sucesos de primera mano. Es más interesante su forma de entender lo narrado que los hechos en sí. Las exageraciones, los recursos un tanto fantásticos y el estilo del relato son propios de su época, de ahí que puedan chocar a un lector acostumbrado al rigor histórico. Es preciso recordar que todavía estamos en el tránsito de la Edad Media al Renacimiento: la obra de Gonzalo Fernández de Oviedo se incardina en este período fronterizo, en el que se construye una nueva visión del mundo y de la cultura.
El libro se puede considerar el primer tratado naturalista realizado sobre el Nuevo Mundo. La naturaleza americana ocupa un espacio muy importante en él. Quizás ciertos pasajes de este carácter resulten algo más densos o aburridos, pero sin duda son interesantes por su novedad y por lo que significan. Por lo demás, Gonzalo Fernández de Oviedo trata de legitimar la conquista y ensalzar al Imperio español, objetivos a cuyo servicio no duda en emplear justificaciones un tanto hiperbólicas. Si bien intenta ser lo más realista posible, la historiografía del momento era muy distinta de la actual y permitía que los hechos narrados no siempre fueran exactos desde un punto de vista científico. Partiendo de estas premisas, lo mejor que puede hacer el lector es sentarse y disfrutar de la lectura.
*Publicado por la Biblioteca Castro, octubre 2023.