ANAGRAMA - VIDA Y CULTURA EN OCCIDENTE

La fractura. Vida y cultura en Occidente 1918-1938
Philipp Blom

Los años que van de 1918 a 1939 fueron en verdad revolucionarios. Todo cambió y axiomas en apariencia absolutos que habían guiado al ser humano durante siglos se desmoronaron estruendosamente, en apenas unos instantes, por el fuego de la artillería y por la podredumbre de las trincheras. El mundo jamás volvió a ser el mismo. Lo mejor y lo peor de la condición humana se dieron cita en apenas dos décadas. La sociedad occidental hubo de reinventarse para luego volverse a hundir en la oscuridad. La genialidad, la compasión, la joie de vivre o la esperanza convivieron con el hastío, el rencor, la venganza o el odio, muchas veces fundiéndose unas y otros en personas que apenas podían distinguir el bien del mal y que vagaban entre las ruinas de un orden moral ya obsoleto. Las artes renacieron con fuerza y la creatividad se desbordó, quizá porque era necesaria una nueva forma de explicar el mundo y porque la cultura siempre ha sido el mejor medio para canalizar el cambio.

La Primera Guerra Mundial rompió los esquemas preconcebidos de la civilización occidental. Nadie estaba preparado para la catarsis que supuso la experiencia bélica, que afectó de modo directo a millones de personas. Cuando los cañones enmudecieron, solo quedó el eco de la desolación. El espíritu romántico que había llevado a una generación de soñadores a alistarse voluntariamente en el ejército se tornó, nada más poner un pie en el frente, en una pesadilla. La muerte injustificada y absurda de cientos de miles de soldados obligó a intelectuales y políticos a replantearse los principios rectores de la humanidad. Sorprendentemente, la mayoría de las naciones en liza, con la excepción de Alemania, lograron sobreponerse al infierno y, a los pocos años, recuperaban la normalidad e incluso se permitían el lujo de verse desbordadas por el optimismo. Los “felices años veinte” fueron solo un espejismo, pues, apenas recuperado de la crisis moral que supuso la Gran Guerra, el mundo fue sacudido por una nueva crisis, esta vez económica. Sus consecuencias, unidas al recuerdo de la guerra, condujeron a un abismo aún más hondo.

El historiador alemán Philipp Blom explora este período en un excepcional trabajo, titulado La fractura. Vida y cultura en Occidente 1918-1938*, con el que, en cierto modo, continua su anterior libro Años de vértigo. Cultura y cambio en Occidente, 1900-1914. Este último, publicado hace ahora ocho años, abordaba la década y media desde el comienzo del siglo XX hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial. Ambas son obras que van más allá de la simple narración histórica pues indagan, a través de episodios aislados pero inevitablemente conectados, en la esencia de una forma de concebir la vida y los hombres durante un período de profundos cambios sociales y culturales. Cada biografía de un personaje anónimo o famoso, o cada anécdota contada, encierran el retrato de toda una civilización. No se trata de una historia cultural más, sino de la disección de la psique de la sociedad occidental, con sus fobias, sus vicios y sus esperanzas.

VIDA Y CULTURA OCCIDENTE - BANDA DE JAZZ

Así describe, y permítasenos la extensión de la cita, Blom su obra: “A fin de aproximarme a esa época de guerras internas y a sus corrientes paralelas, donde se superponían el miedo, la esperanza, la alineación, la fuga y los compromisos, decidí analizarla mediante episodios ejemplares concebidos para formar un cuadro a partir de distintos componentes que se entrelazan de muchas maneras, a menudo por la sensación de conflicto, de guerra que continúa no en el campo de batalla, sino en la mente de la gente. Los protagonistas aparecen en contextos diversos; movimientos culturales y realidades sociales, arte del grande y enormes atrocidades que crean un panorama de la manera en que evolucionó el modo de pensar en una época de desorientación atrapada entre la esperanza y la desesperación, entre la reconstrucción y la revolución.

En el centro de esa historia de actitudes y estrategias desplegada a lo largo del periodo de entreguerras no encontramos políticos ni ejércitos, sino percepciones, temores, deseos, modos de hacer frente al trauma de la guerra con las energías liberadas por la industrialización, con las identidades poco claras y estimulantes que fueron posibles en una sociedad industrial de masas, sobre todo tras la desintegración de los viejos valores”.

Cada capítulo corresponde a un año del período estudiado. Ahora bien, su temática varia diametralmente (¿o no?) de uno a otro. Olvídense del tradicional esquema cronológico o espacial al que estamos acostumbrados: en la obra de Blom impera el caos y la heterogeneidad. Si en el año 1919 repasa la figura del poeta fascista Gabriele D’Annunzio —aunque también habla del regimiento de infantería americano “Hellfighters de Harlem” compuesto por soldados de color, o del libro de Oswald Spengler, La decadencia de Occidente—, en el siguiente (1920) se ocupa de la implantación de la Ley Seca en los Estados Unidos o de la aparición de una nueva forma de diversión de las clases acomodadas, personificada en el matrimonio Fitzgerald.

Este modo de narrar permite al autor, a lo largo de las cuatrocientas páginas que componen la obra, retratar figuras o describir situaciones muy heterogéneas. En sus páginas aparecen, por ejemplo, Marlene Dietrich interpretando El ángel azul; el descubrimiento de galaxias más allá de la Vía Láctea; el estilo femenino conocido como las flappers; una Ucrania sometida a una cruel muerte por inanición; el Berlín de los Juegos Olímpicos; las tormentas de polvo en el centro de los Estados Unidos, que arruinaron a miles de agricultores; la icónica película de Fritz Lang, Metrópolis; o el incendio del Palacio de Justicia de Viena.

De forma imperceptible vemos cómo se modula el comportamiento de millones de hombre a través de minúsculos cambios. La conmoción que supuso el final de la Gran Guerra sacudió a todas las naciones, incapaces de aceptar que quienes fueron enviados a luchar como héroes por la patria volvían mutilados y medio locos. Los primeros capítulos del trabajo de Blom van encaminados a ilustrar cómo respondió la sociedad occidental a esta nueva realidad. A la vez que se difundían novedosas formas artísticas (el jazz o el surrealismo), aparecían los primeros brotes de la enfermedad que asolaría al mundo en la década siguiente: el racismo del Ku Klux Klan (que vivió un nuevo renacer) o las primeras purgas en la joven República Soviética eran los primeros síntomas de lo que estaba por venir. Así lo resume Blom: “En Europa, la situación era considerablemente peor, y mucho menos estable. Para los soñadores ortodoxos de la izquierda y la derecha, esos conflictos sólo eran los dolores del parto de un nuevo orden que acabaría con las impuras y turbias concesiones de la democracia burguesa; pero si la revolución mundial soñada por los teóricos comunistas seguía sin hacerse realidad, lo mismo puede decirse del restablecimiento del viejo orden y su imaginaria sensación de finalidad y destino. Se combatía en todas partes, y en todas partes prevalecían el resentimiento y la violencia contra o desde el Estado. El mundo occidental buscaba un nuevo orden”.

VIDA Y CULTURA OCCIDENTE - HITLER EN NUREMBERG

A medida que nos acercamos al final de la década de los años treinta, el relato se vuelve más sombrío y descarnado. El crack del 29 y la Gran Depresión destruyeron cualquier esperanza de superar definitivamente el trauma de la guerra. Los movimientos fascista y comunista aprovecharon la oportunidad para captar acólitos entre los más desesperados, e incluso Inglaterra estuvo al borde del precipicio, con unas cifras de desempleo catastróficas. La legitimación del sistema se derrumbó y su lugar fue ocupado por nuevos protagonistas que se apoyaron en la fuerza y en el odio como pilares de su autoridad. Tal era el desencanto generalizado por la democracia burguesa que pensadores y artistas de la talla de Strauss, Heidegger o Croce vieron con buenos ojos la llegada al poder del fascismo (muchos de ellos se retractarían al poco tiempo, horrorizados por el monstruo que habían permitido crear). Blom analiza el comportamiento de algunos de esos hombres en aquellos años, pero también se ocupa de personajes anónimos, como los trabajadores de los altos hornos de la ciudad soviética de Magnitogorsk, que tuvieron que sobrevivir a las estrafalarias ideas de ciertos idiotas iluminados.

Podríamos continuar detallando los entresijos de la obra, pero dejamos que sea el lector quien disfrute de un libro excepcional. Su original planteamiento, su enfoque poliédrico, su pulida prosa y su innegable interés hacen del texto de Blom un trabajo imprescindible para comprender y conocer el periodo de entreguerras. Un libro para disfrutar y reflexionar sobre cómo el hombre pudo arrastrarse hasta lo peor de su condición, tras haber conocido los horrores de la guerra.

Concluye el historiador alemán con una advertencia que haríamos bien en no olvidar: “Entre 1918 y 1938, las ideologías políticas sirvieron para contrarrestar la sensación de vacío moral y político que siguió al conflicto. Ofrecían un marco, una familia, una explicación grandiosa y una razón para la esperanza. Daban una respuesta positiva a la pregunta sobre cómo vivir con valores de otra época mientras se los reemplazaba con valores nuevos. La esperanza llegaba con el número de afiliación a tal o cual partido […] Las grandes doctrinas políticas fueron de la mano con una negativa a comprometerse con los desafíos del momento. En ese aspecto sí puede establecerse una comparación, y sólo podemos esperar que la generación de nuestros nietos tenga motivos para dictar un veredicto más benévolo que el juicio que nosotros emitimos sobre nuestros abuelos, que dieron su vida y esperanza y su capacidad en pos de unas ilusiones que sólo pueden calificarse de criminales”.

Philipp Blom (Hamburgo, 1970) se formó como historiador en Viena y Oxford y colabora regularmente en revistas especializadas y periódicos de Europa y Estados Unidos. Entre sus obras destacan: Encyclopédie. El triunfo de la razón en tiempos irracionales, Años de vértigo. Cultura y cambio en Occidente, 1900-1914 y Gente peligrosa. El radicalismo olvidado de la Ilustración europea.

*Publicado por la editorial Anagrama, octubre 2016.