CATEDRA - EMPRESA IMPERIAL CARLOS V

La empresa imperial de Carlos V
Rafael Carrasco

Resulta tan interesante como instructivo releer algunas de las diferentes monografías publicadas a lo largo del siglo XX sobre la figura de Carlos V. Probablemente habrá pocas similitudes en las tesis y en las conclusiones alcanzadas, que en ocasiones serán, incluso, contradictorias. La historiografía es una disciplina viva que se embebe de su tiempo y postulados que hoy se consideran inmutables mañana pueden quedar desfasados. A pesar de que los hechos son los que son y poca discusión cabe en este punto —nadie negará que Carlos V fue coronado en Bolonia el 23 de febrero de 1530, que sus ejércitos vencieron en la batalla de Mühlberg el 24 de abril de 1547 o que abdicó a favor de su hijo antes de retirarse al monasterio de Yuste—, las interpretaciones que de ellos se hacen generan un intensísimo debate académico que todavía hoy, medio milenio después, sigue girando en torno al legado del Emperador.

Carlos I de España y V de Alemania, emperador del Sacro Imperio Germánico y un sinfín más de títulos (llegó a ostentar la titularidad de veintisiete reinos), es una pieza capital en la Europa del siglo XVI y, por extensión, de la Edad Moderna. Bajo su tutela se encontraba gran parte del continente europeo (y a medida que avanzó el siglo, del americano) y allí donde su autoridad directa no llegaba, lo hacían sus ejércitos o sus diplomáticos. Vislumbrar los pensamientos del hombre más poderoso de su época es una tarea hercúlea, con bastantes visos de fracasar, más aún si lo hacemos con el engranaje mental de nuestra época. De ahí que exista tal disparidad de opiniones sobre quién era y qué pensaba en realidad Carlos V. A pesar de que contamos con una voluminosa correspondencia y documentos personales, la concepción que el emperador tenía del conjunto de sus reinos no está clara.

¿Fue Carlos V el precursor de la actual Europa? ¿Consideraba a Castilla un reino más o el centro neurálgico de su Imperio? ¿Tuvo una estrategia general para gobernar sus territorios o fue improvisando según los acontecimientos se iban produciendo? ¿La defensa del cristianismo era el principal baluarte de su política o tan sólo un pretexto o instrumento propagandístico? ¿Fue el reinado del César europeo un mero tránsito entre el régimen de los Reyes Católicos y la monarquía católica de Felipe II? ¿Obtuvieron alguna ventaja los reinos peninsulares del Imperio? Muchas de estas preguntas, cuyas respuestas llenan las páginas de incontables monografías y artículos, constituyen el eje vertebrador de los debates historiográficos en torno a la figura de Carlos V. Por desgracia, muchas veces el debate está motivado más por el contexto político que por el mero afán de investigación y las tesis propuestas se utilizan con frecuencia para defender alguna reivindicación del presente. Durante la dictadura franquista, por ejemplo, hubo una corriente que reivindicó la figura del emperador como símbolo de la hispanidad y de los valores cristianos, mientras que recientemente han aparecido trabajos que niegan cualquier nexo de unión entre los distintos reinos del Imperio.

CARLOS V RETRATO TIZIANOEl catedrático Rafael Carrasco aborda en su obra La empresa imperial de Carlos V* el proyecto político del emperador desde un enfoque que huye de los lugares comunes, de la polémica y de las grandes visiones históricas. El autor prefiere centrarse en cuestiones más concretas que también forman parte del legado de Carlos V pero han sido, en cierta medida, menos estudiadas. Transcribimos las palabras que el propio Rafael Carrasco utiliza para explicar el objetivo de su trabajo: “El presente libro no es un manual y, menos todavía, un repaso exhaustivo de cuantos temas de interés ofrece el fundamental reinado de Carlos V […]. Pero tampoco pretendemos ofrecer una monografía estrecha sobre un aspecto determinado con pretensiones eruditas particulares. Nuestro texto está construido como un díptico porque se estructura según dos problemáticas o laderas que, si parecen oponerse, en realidad se complementan. Primero presentamos la empresa imperial, con la puesta en perspectiva política y cronística necesaria para dar un mínimo de inteligibilidad a los distintos cauces por los que se vertió la acción de Carlos V, tan múltiples, tan enrevesada. En la segunda parte pasamos a examinar ciertas facetas de la España carolina, enfocadas esta vez desde la problemática de la identidad y de la exclusión”.

Quizás la primera parte del libro tenga mayor atractivo para el lector menos especializado. En ella Rafael Carrasco disecciona con ojo crítico el reinado de Carlos V, alejado de todo idealismo y dejando a un lado la imagen mitificada del emperador (aunque sin caer en la plomiza invectiva antiespañola, tan de moda). El autor explora los vericuetos por los que transita la intensa vida del César manteniendo que la idea de monarquía universal fue más una respuesta a la necesidad política que un gran plan predeterminado (“El emperador actuó movido por los acontecimientos y recurriendo a no poca improvisación, en gran medida a causa de la gran cantidad de negocios a los que debía dedicarse a la vez que le impedían darse el tiempo de concluir”). Sostiene asimismo que la proyección de defensor de la cristiandad V fue más un recurso político de Carlos V que un ideal vertebrador de una estrategia global (“Lo que está en juego no es la defensa de la religión, ni la búsqueda de la paz, ni la estrategia dinástica y patrimonial, es el aumento de la eficacia política”). Aunque en ningún momento pone en duda la fervorosa devoción cristiana del emperador, en el siglo de Maquiavelo una cosa eran las creencias íntimas y otra muy distinta la razón de Estado.

Tras el repaso histórico al reinado de Carlos V en términos de imperio, Rafael Carrascosa aborda a lo largo de la segunda parte del libro algunas cuestiones singulares (por lo general mmenos controvertidas y polémicas) que se alejan un tanto de los estudios tradicionales, pero conforman igualmente parte de la política del emperador. Podría decirse, incluso, que se trata de decisiones de cariz “ideológico” adoptadas por Carlos V, cuyo alcance internacional resulta más limitado y atienden a problemas propios de la Península Ibérica (en concreto, del reino de Castilla). Citando nuevamente al autor: “A través de estos temas polémicos lo que pretendemos es perfilar un retrato de la España carolina en cuanto laboratorio en el que se configura o se forja la España filipina y la del Siglo de Oro”. Desde esta perspectiva se tratan temas como la Inquisición, el rechazo de las ideas reformadas, las minorías conversa y morisca y la pobreza. Solo con su enumeración ya se advierte lo complejo de las cuestiones estudiadas.

AUTO DE FE PEDRO BERRUGUETEA medida que avanza cada capítulo se hace evidente la evolución que sufrió la política religiosa de Carlos V. Si en los primeros tiempos predominaba una cierta laxitud en materia moral y de credo (la influencia de los consejeros flamencos es palpable), con el transcurso de los años la flexibilidad se torna más restrictiva y comienzan a dictarse decretos y medidas limitadoras de la ya de por sí muy exigua libertad de culto. El Santo Oficio, apenas utilizado en los momentos iniciales de reinado tras atravesar una profunda crisis, se convierte, con matices, en un eficaz instrumento del Estado que aúna trono y altar. Lo mismo sucedió con la llegada de las ideas reformistas a la Península. Tras un inicio más laxo, se actuó con contundencia no sólo contra las ideas protestantes sino también contra ciertas corrientes dentro del mismo catolicismo, como los alumbrados o “espirituales” (la mayoría, erasmistas) que terminarían con el conocido auto de fe de Valladolid y Sevilla, ya bajo el reinado de Felipe II en 1559.

Los judíos y moriscos fueron los principales destinatarios de muchas de aquellas medidas y quienes más sufrieron la severidad religiosa que comenzó a imponerse en la Península, una de cuyas aplicaciones prácticas más relevantes sería la “limpieza de sangre”. Rafael Carrasco analiza las características de ambas comunidades, su encuadre dentro de la sociedad española de la época y los problemas que hubieron de afrontar. Una exposición similar realiza con la pobreza, aunque ésta no es fácil de delimitar o encuadrar: más bien nos hallamos ante un estudio sociológico sobre quiénes eran pobres en la Edad Moderna, las instituciones para la beneficencia y la imagen del menesteroso en aquella época.

Rafael Carrasco concluye su obra con esta contundente afirmación: “los reinos de España no sacaron provecho de la empresa carolina. Hasta podemos decir que fueron sus principales víctimas, ya que dejaron en la aventura sus libertades, o sea, lo principal”. Siguiendo las tesis de Joseph Pérez, presenta el fracaso de la idea imperial no como algo negativo sino como un cambio de paradigma que culminará en la Ilustración, siglos más tarde. Si el Imperio permitió a España entrar de lleno en el tablero europeo y abolir las barreras psicológicas y físicas que la habían mantenido apartada hasta entonces, la política seguida en el interior peninsular hizo lo contrario, esto es, creó una sociedad más desigual, fragmentada y compartimentada.

El resultado final de la obra, como explica el propio autor, ha sido “llevar al lector de la historia de los acontecimientos y de las batallas a la de las problemáticas de la alteridad, con el fin de destacar la trascendencia de los debates que durante la primera mitad del siglo XVI iban a determinar las grandes opciones ideológicas de la monarquía católica de los Austrias”.

Rafael Carrasco (Valencia, 1950) ha sido catedrático de civilización española de las universidades del Franco Condado y de Estrasburgo. En la actualidad ejerce en la de Montpellier. Antiguo miembro de la sección científica de la Casa de Velázquez (Madrid), es miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia. Ha dedicado sus investigaciones principalmente a la historia religiosa (Inquisición y papado) y a las minorías y las persecuciones (judeoconversos, moriscos y sodomitas) durante el primer siglo de la Era Moderna, temas sobre las que ha publicado numerosos estudios. También es autor de varios manuales universitarios sobre Carlos V, Felipe II y la España del Antiguo Régimen.

*Publicado por Cátedra Ediciones, octubre 2015.